Chile: El velo de la ignorancia

Los costos del cripto-populismo y la inclusión financiera

¡El mágico dinero!
Invisible y vacío,
es la señal y el signo,
la palabra y la sangre,
el misterio y la cifra,
la espada y el anillo.

Octavio Paz: “Entre la piedra y la flor”

Por: Pedro Morazán

El mundo está viviendo, de nuevo, momentos de disrupción. No es la primera vez que las nuevas tecnologías digitales incursionan en el complejo mundo de las finanzas. Los mercados financieros nunca estuvieron exentos a las innovaciones tecnológicas. Las llamadas criptomonedas o monedas digitales como Bitcoin o Ethereum se han convertido ya en fenómenos reales con consecuencias impredecibles hasta ahora. Las criptomonedas llegaron para quedarse, como lo indica Daron Acemoglu. Pero no solo los mercados financieros son actualmente presa de la fascinación de las criptomonedas, también países pobres y sus lideres políticos han visto en ellas la tabla de salvación a los problemas caseros, entre los cuales uno de los más evidentes es la exclusión financiera de una gran parte de sus ciudadanos. ¿Qué tan realista es la promesa “libertaria” de las criptomonedas? ¿Son ellas el Calix sagrado que dará solución a los problemas de escasez financiera en países pobres?

¿Qué es una criptomoneda?

Como preámbulo vale una somera aclaración. En vista de que una moneda, por definición, cumple diversas funciones, entre las cuales las más importantes son: medio de pago o intercambio, unidad de cuenta o medida y reserva de valor, hablar de “criptomonedas” es un tanto problemático. De hecho la literatura de especialidad se refiere a estos constructos con el nombre de «criptoactivos». Para efectos de comprensión, nos referiremos aquí, sin embargo, a los criptoactivos, como criptomonedas.

Una criptomoneda es pues, un activo digital que puede circular sin la autoridad centralizada de un banco o un gobierno soberano, por lo que carece de las funciones específicas características de una moneda fiduciaria, como el Dólar o el Lempira. Esto implica que su seguridad y su valor no son garantizados por un Banco Central. Hasta la fecha, existen más de 22 mil proyectos de criptomoneda que representan un valor total de más 810 mil millones de dólares del mercado de las criptomonedas. La criptomoneda más conocida y más utilizada hasta la fecha es el “Bitcoin”. ¿Cómo surgieron las criptomonedas?

Un parto misterioso

En el año 2008 un informático de altos vuelos publicó en internet, un ya legendario “Libro blanco” bajo el título, “Bitcoin: un sistema de dinero en efectivo electrónico de usuario a usuario”. Con una extensión de apenas ocho páginas, dicho documento explicativo describe uno de los algoritmos que están revolucionando las finanzas y que está en la base de la criptomoneda Bitcoin y de la tecnología de “bloques en cadena”, más conocida como “blockchain”. Lo misterioso de todo esto es que hasta el sol de hoy nadie conoce la real identidad del creador de Bitcoin quien publico su documento en el sitio www.bitcoin.org, bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto.

Fue recién el 9 de enero de 2009 cuando el susodicho Nakamoto liberó la versión 1.0 del software que permitía crear monedas de Bitcoin. Por medio de dicho software es posible conectar varias computadoras en todo el mundo. La idea es relativamente simple, los usuarios de las computadoras pueden realizar transacciones entre sí, sin que exista una instancia central que las regule. Basta que con que se haga una lista de las transacciones visible para todos, evitar que se gaste dos veces la misma moneda y crear nuevas unidades monetarias con la ayuda de bloques encadenados por códigos criptográficos altamente complejos.

Actualmente podemos decir que Bitcoin es la primera moneda digital descentralizada del mundo y que cuenta actualmente con la más alta capitalización en el mercado de criptomonedas (ver tabla más abajo). Desde que Satoshi creó en 2009 el Bitcoin, ha surgido todo un complejo ecosistema de criptomonedas en rápida evolución y expansión. En la actualidad existen, según las expertas y los expertos, más de 22.000 criptodivisas, frente a las 1.500 de 2018. Lo que empezó como un ejercicio informático en la era de la digitalización, se ha convertido en un modelo de negocios financieros que atrae no solo a los curiosos, sino también a magnates como Elon Musk o “presidentes millenials” como Nayib Bukele. Sin embargo dichas criptomonedas se caracterizan por tener precios muy volátiles y carecer de respaldo físico. Debido a esto han surgido otras criptomonedas que son convertibles a pedido y a un precio fijo en algo que supuestamente es más estable, las autodenominadas «monedas estables» («Stablecoins»).

Las criptomonedas como promesa

Al hablar de las criptomonedas como promesa, nos gustaría hacer referencia a lo remarcado por el economista Robert Shiller, ganador del Premio Nobel de economía. En su libro «Narrative Economics«, Schiller nos hace saber que las criptomonedas son sobre todo una historia maravillosa: «Es una historia para gente joven y cosmopolita, una historia de anarquía y tecnología avanzada, que tiene a Satoshi Nakamoto como superestrella. Es, en parte, la historia de una burbuja, pero también es una historia de crimen y thriller». Compara la burbuja de Bitcoin con la llamada burbuja de los tulipanes que sufrió Holanda en 1.630.

Se ha vuelto ya muy difícil navegar en el léxico informático que está detrás de las criptomonedas. De hecho, la complejidad surge en el momento en que se intenta vincular o transformar estas criaturas digitales en valores reales. Al contrario de la evolución de las antiguas formas del dinero las criptomonedas no surgen de la dinámica de intercambio de mercancías, sino del avance de la digitalización y la criptografía facilitada por la elevación de la potencia de cálculo. Por ello pensar que ellas van a sustituir a las otras manifestaciones del dinero como fenómeno económico resulta una quimera. Afirmar esto, no es estar en contra de la innovación tecnológica, ni mucho menos. Es simplemente tomar en cuenta que los fenómenos económicos son tan complejos, que no se pueden simplificar con la ayuda de un algoritmo. Tampoco con una fórmula como ya lo intentaron tantas veces “les terribles simplificateurs” de la escuela neoclásica.

Como se puede observar actualmente, los sistemas de pago y de ahorro se ven de nuevo amenazados ante las deficiencias de la regulación estatal. El derrumbe de FTX, el criptoimperio de 32 000 millones de dólares del «niño prodigio» Sam Bankman‑Fried, es uno de los ejemplos que muestran que las beleidades de las criptomonedas no son más que eso, una promesa para incautos. Como afirmaba Kennet Roggof este «derrumbe parece encaminado a convertirse en una de las grandes debacles financieras de la historia. Con una trama llena de famosos, políticos, sexo y drogas.

Pero, parafraseando a Mark Twain, si hablamos de las criptomonedas en sí, los rumores acerca de su muerte pueden resultar muy exagerados. Especialmente si tomamos en cuenta que la tecnología de cadenas de bloques está ya contribuyendo de manera positiva a mejorar la gestión pública y la transparencia. A pesar de todo, muchos de los cambios procedentes de la era digital amenazan la seguridad de los sistemas financieros especialmente en los países en desarrollo.

Como lo afirma del Banco de Pagos internacionales (BIS) en su Informe Anual de 2021, «El criterio primordial a la hora de evaluar un cambio en algo tan central como el sistema monetario debe ser si sirve al interés público que incluye no sólo los beneficios económicos, , sino también la calidad de los mecanismos de gobernanza y los derechos básicos, como el derecho a la privacidad de los datos.“

El cryptopopulismo en El Salvador

«Vamos a crear nuestro propio oro» fue una de las tantas frases rimbombantes con las que, Nayib Bukele justificaba la introducción del Bitcoin, como moneda nacional en El Salvador, un país con serios problemas financieros y un sobreendeudamiento externo cada vez más preocupante. Nos parece estar viviendo el renacimiento de aquel Macondo de los primeros dias, cuando el por entonces corpulento Melquiades, llevó un enorme imán a lo que era una «aldea de veinte casas de barro y cañabrava». «José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, y aun más allá del milagro y la magia, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para desentrañar el oro de la tierra. Melquíades, que era un hombre honrado, le previno: «Para eso no sirve.»». 

Con o sin Melquiades, no solo el tan aborrecido Fondo Monetario Internacional, también la UNCTAD y casi todo un colectivo global de expertos y expertas en la materia, intentó prevenir a Bukele con un «Para eso no sirve»: Con el algoritmo de Bitcoin no se puede extraer un oro que no existe bajo el volcán Conchagua. En vano, el Continente Latinoamericano se mantiene prisionero del realismo mágico des sus recurrentes dictadores, sean estos híbridos, de izquierda o de derecha.

Y así entonces, el amigo Bukele anunciaba vía Twiter su proyecto de crear una «Bitcoin City». La idea era, evidentemente llevar la «minería digital» a El Salvador. Un imán que transformaría el «oro digital» de Bitcoin en los tan ansiados dólares para financiar megaproyectos. Un volcán y una central geotérmica resolverían uno de los tantos dilemas que representa Bitcoin: Un consumo anual de energía comparable al de un país como Suecia o Dinamarca.

Bukele apostó más de 375 millones de dólares al nuevo sistema de pago bitcoin del país, y fracasó. A los usuarios de Chivo se les ofreció un bono de registro de 30 dólares, que la mayoría retiró de los cajeros automáticos antes de borrar el monedero de sus teléfonos. El banco central afirma que menos del 2% de las remesas se han enviado a través de monederos de criptomonedas. Una encuesta reciente reveló que el 86% de las empresas salvadoreñas nunca han realizado una transacción con Bitcoin.

Las perspectivas

Como lo muestra el caso de El Salvador, la aparición y popularidad de las criptomonedas en los países en desarrollo se ha asociado a la inclusión financiera y a la facilitación de remesas. Después del derrumbe de TFX las voces que piden regulación del mercado de criptomonedas son cada vez más fuertes. Por su parte los Bancos Centrales no han permanecido de brazos cruzados y han comenzado con la emisión de las llamadas monedas digitales de los bancos centrales, conocidas como CBDC (Central Bank Digital Currency).

Para garantizar que los sistemas de pago funcionen como un bien público, las autoridades deben considerar detenidamente la implantación de una moneda digital del banco central. Dependiendo de las capacidades y necesidades nacionales, y de los retos que plantee la creación de una moneda de este tipo, las autoridades podrían crear alternativamente un sistema de pagos minoristas rápidos. Además, dado el riesgo de acentuar la brecha digital en los países en desarrollo, las autoridades deberían mantener la emisión y distribución de efectivo. UNCTAD 2022a

Como bien lo describe la Alianza para la Inclusión Financiera (AFI) en su reciente „Informe Especial“, la inclusión financiera entre los segmentos excluidos y desatendidos de los países en desarrollo y emergentes ha experimentado mejoras significativas en la última década. El diseño de la CBDC puede abordar las limitaciones específicas de acceso que actualmente afectan a los servicios financieros digitales. Sin embargo, es probable que siga limitada por la escasa y deficiente cobertura eléctrica en los países pobres.

A criterio de la UNCTAD existen por lo menos tres políticas que los países en desarrollo pueden considerar para garantizar la regulación financiera respecto a las criptomonedas; restringir la publicidad relacionada con las criptomonedas y proporcionar un sistema de pago público seguro, fiable y asequible adaptado a la era digital, como una moneda digital del banco central o un sistema de pago rápido al por menor.

Evidentemente que tales recomendaciones resultan sumamente difíciles de implementar en los países de menor desarrollo como Honduras. El mercado de las criptomonedas se ha convertido en una mesa de juego de grandes inversores, especuladores y agentes de negocios criminales. Por otro lado, la mayoría de los proveedores de criptomonedas y las plataformas para su intercambio tienen su sede en los países más ricos. Son estos entonces, los que tienen una mayor cuota de responsabilidad estructural.

  • Pedro Morazán
    Doctor en Economía e investigador del Instituto SUEDWIND de Bonn, Alemania. especializado en desarrollo y deuda externa, y ha realizado estudios para el EDD en África y América Latina Ver todas las entradas

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