Por: Gustavo Zelaya
Desde el 5 de mayo de 1818 han pasado varios siglos de vigencia del capitalismo analizado y criticado por Marx. Aspectos de ese cuestionamiento parecen superados por los nuevos actores sociales y mayores avances científicos y técnicos. Pero son incuestionables los aportes a los movimientos sociales y la ciencia gracias a sus investigaciones sobre el desarrollo del capitalismo, en especial con los borradores o Grundrisse de 1857-1858 y los tres tomos de El Capital.
Indaga el sistema económico desde sus elementos más simples, como la mercancía, el trabajo asalariado, la formación de las clases sociales, el comercio y el mercado mundial hasta lograr una visión general del sistema: esto es importante en el método de Marx ya que analiza el movimiento del modo capitalista de producción en su “transición histórica…Asimismo, es histórica a la par que dialéctica la transición de la propiedad territorial al trabajo asalariado, ya que el producto de la propiedad inmobiliaria moderna es la institución general del trabajo asalariado, que luego aparece como la base de todo el sistema” (1971-662). Describe el proceso de individuos y de la sociedad no como producto de creencias ni de representaciones teóricas “sino tal y como realmente son; es decir, tal y como actúan y como producen materialmente y, por tanto, tal y como desarrollan sus actividades bajo determinados límites, premisas y condiciones” (2004-33).
La crítica de Marx a la economía sirvió para cuestionar teorías que ponían al capitalismo “como necesario por naturaleza, lógico y evidente” (1971- 45); por ello la calificó como burguesa ya que definía al sistema como fase de desarrollo absoluto y definitivo, y no como etapa transitoria del desarrollo social cuando más bien se trataba de indagar al individuo, la sociedad y sus relaciones con la naturaleza a partir de circunstancias históricas y no como momentos generados desde un ser trascendente.
La ruptura con la economía clásica se nota en el prólogo de 1859 de “La Contribución a la crítica de la economía capitalista”, al decir: “en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social lo que determina su conciencia” (1955-373).
En esa cita que no sólo es de la economía política, expone el método con que debe operar la ciencia, las categorías que pueden aparecer cuando se estudia la estructura esencial de la realidad y la necesidad de nuevas formas de interpretación. Es decir, las líneas de investigación tendrán que derivarse del fenómeno investigado y en su desarrollo surgen respuestas a los problemas que se quiera aclarar, por tanto, hay que dejar por fuera cualquier fórmula o pauta a priori a que se quiera sujetar la investigación.
La teoría de Marx germinaba al ritmo de las luchas políticas y por momentos parece no acabada. De modo que podría verse como un conjunto al que falta agregarle los desarrollos actuales. Por ello es importante considerar que a Marx no le interesaba tanto descubrir el grado más completo de desarrollo de los conflictos sociales y de donde surgen las leyes del capitalismo; en especial trataba de revelar la ley económica del movimiento de la sociedad moderna. Es decir, no solo la producción, circulación y estructura del sistema. Particularmente, investiga el grado de desarrollo de los conflictos sociales que surgen de las mismas leyes de la producción y las tendencias de ese desarrollo. Por tanto, no sólo es un teórico de la economía política. Su crítica se efectuó desde una concepción general de la realidad para penetrar en la economía específica del capitalismo. Eso le permitió sostener que las contradicciones sociales brotan de las relaciones materiales y que no hay ningún misterio en el movimiento de las condiciones humanas. Mientras alguien siga considerando la realidad como inmutable y sin conflictos, ella misma le mostrará que las relaciones reales no son resultado de la conciencia y no pueden ser vistas solamente como categorías de un objeto de estudio.
Poner en claro qué significan esas leyes y cuáles son sus consecuencias, fue parte del esfuerzo de Marx para descubrir la relación entre el capital y el trabajo, cuestión que analizó bajo el nombre de “acumulación originaria” desde el siglo XIII hasta la revolución industrial de la época moderna. Es la capacidad de separar hechos, tendencias, fenómenos y descubrir las leyes que forman parte del contenido de la producción capitalista. Trataba de determinar qué es lo concreto y cómo se manifiesta su movimiento. Por ello la obra de Marx no está concluida, es parte del proceso general del sistema vigente y de sus desarrollos. Es decir, El Capital es el lugar de partida de unos aportes teóricos que van más allá de la actividad de una persona. Sus esfuerzos no sólo son para mostrar la historia de un sistema económico. Trata de revelar sus leyes y descubrir el carácter explotador de la acumulación capitalista que permite que existan explotadores y explotados, propietarios de medios de producción y personas formalmente libres para ofrecerse a cambio de un salario. Y llegar al fundamento del capitalismo, a la plusvalía.
Las formas actuales del capitalismo han dado lugar a nuevas expresiones de desarrollo técnico, cultural y social. El sistema se regenera y fortalece a pesar de las crisis que lo envuelven. En su inicio implantó sistemas fabriles que dieron lugar a la formación de sindicatos y partidos políticos que pretendieron ser clasistas. Así, la producción en cadena y el trabajo humano fueron replicados en movimientos sindicales y políticos organizados de forma similar a la fábrica. La expansión del sistema y la búsqueda de mano de obra menos calificada y más barata pueden verse en la descentralización industrial, en la actividad financiera fuera de los viejos centros imperiales y en la forma maquiladora de la producción. La cadena de producción se ve a nivel mundial y no concentrada en un solo espacio físico. Del mismo modo, las exigencias sociales y la presión popular obligan al sistema a inventarse códigos laborales y novedades como la tercerización del trabajo y la inversión mixta. Al parecer, la respuesta política del llamado movimiento social y popular ha consistido en moverse al ritmo que impone el capitalismo. Y así desarrollan organizaciones políticas altamente burocratizadas que parecen de izquierda, que hacen de la oficina, el centro de estudio, el territorio y la fábrica lugares de respuesta y resistencia al capitalismo. Aquí se enfrenta al gobernante, al gerente, al dueño bajo las reglas del sistema capitalista, y en algunos casos, hasta contentarse con obtener reformas que no alteran la estructura económica.
Aunque el sistema de fábricas y talleres industriales no haya desaparecido y sea fuerte en sociedades con gran población como la India, China, y en pequeña escala en nuestra Honduras, se desarrollan otras formas de relaciones y de trabajo como los call center, los servicios de comidas rápidas, grandes centros comerciales, supermercados, la prestación de servicios tecnológicos y envíos de mercancías, exigencias de respeto y dignidad a partir del género y la diversidad sexual, luchas ambientales y defensa de los territorios; formas de producción distintas a la producción metalúrgica de la revolución industrial del siglo XIX como la agroindustria con sus productos transgénicos, la masiva economía informal, personas en empleos que no caben en viejas categorías como proletariado industrial al estilo del lenguaje socialista del siglo XX, que igualmente explotados y produciendo plusvalía para los capitalistas. Hay otros grupos de población con gran movilidad en trabajos temporales. Frente a esas formas de existencia del trabajo habrá que responder con otras formas de organización social y política. Pueden ser nuevas tendencias del desarrollo capitalista poco comprendidas y hasta menospreciadas que no responden a viejos esquemas políticos. De eso cotidiano, territorial, de lo inmediato que nos aturde y nos violenta podrían surgir los elementos fundantes del movimiento social que saque al país de entreguismo y la corrupción.
Por eso no es caprichoso sostener que el viejo Marx sigue vigente. Y son las mujeres y los hombres, sobre todo la juventud comprometida con las aspiraciones de justicia y dignidad de los que sufren hambre, miseria y dolor, potenciar el legado de Marx, seguir desnudando el carácter deshumanizador del sistema capitalista en general y, en la circunstancia hondureña, denunciar, organizarse y luchar contra la corrupción, la impunidad, contra la violenta respuesta gubernamental frente a las exigencias de justicia, esa demencial represión y encontrar en sus entrañas las posibilidades de superarlo hasta ir construyendo condiciones de vida digna, fraterna, respetuosa y justa.
Bibliografía:
Marx, C. (1971): El Capital; F.C.E. México.
Marx, C. (2004): La ideología alemana; Nuestra América, Buenos Aires.
Marx, C. (1955): Obras Escogidas en dos tomos; Editorial Progreso, Moscú.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas