Por: Arabeska Sánchez
A un año de cumplirse las dos décadas de la declaración de Antigua sobre los esfuerzos de lucha contra el tráfico ilícito internacional de armas (…) que incluye la prevención de la violencia que es ocasionada con estas; misma que fuera firmada desde el año 2003 en Guatemala, y que además de alguna manera daba continuidad a los acuerdos de paz de la región centroamericana, aunque tiene pretensiones globales por enmarcarse desde las instancias de Naciones Unidas.
Actualmente vale la pena hacer una pausa para un ejercicio de relectura del documento que está cargado de muy buenas intenciones, propósitos y llamados a fuertes compromisos tanto para los estados y el empresariado como para la propia sociedad civil -dentro de sus posibilidades-, además de llamados de apoyo para atender las necesidades de los estados y todo un conjunto de lineamientos que dibujaron los cometidos que tendría un programa de Acción común que hiciera monitoreo a cada línea de trabajo planteada y a cuanta arista tiene el tema de la regulación de las armas de fuego y sus municiones.
Todo ello aunado a una visión más amplia con respecto a los aspectos comerciales, desarrollo tecnológico, desarrollo normativo, administración o gestión de inventarios y tantos otros temas que quedaron en la memoria de quienes tuvimos la oportunidad de presenciar la elaboración del documento cuando aún no se secaba la tinta.
En la actualidad, da gusto saber que muchas de las propuestas contenidas ahí, se han cumplido seguramente gracias a los esfuerzos de numerosos grupos de profesionales denominados expertos en el tema que trabajan sin descanso en cada país -incluido el nuestro- para sugerir de acuerdo con sus capacidades técnicas algún reacomodo en las actividades que van quedando con mayores recomendaciones luego de las revisiones periódicas.
Otras tareas que requirieron mayor esfuerzo y recurso todavía siguen vigentes en este documento de declaración que sabiamente fue redactado atendiendo una válida preocupación por mantener la paz -no como eslogan de campaña política, sino como una realidad que requiere de trabajo arduo cada año por parte de los conocedores, funcionarios, centros de investigación especializados, y lideres de las ONG’s entre tantos otros-.
Cabe destacar entonces aquellas tareas que si corresponden a quienes pertenecemos a sociedad en general y que no siempre somos expertos en todas esas aristas que de desprenden de todo este documento y que prácticamente son actividades simples pero que si suman a la hora de ver resultados, es el caso del momento en que damos una respuesta afirmativa a la convocatoria de educarse para prevenir, de apoyar cuanta actividad requiera de nosotros por parte de cada institución u organización que desarrolla esfuerzos encaminados a mantener lugares pacíficos y con bajos niveles de criminalidad -con enfoque a quienes usan las armas de fuego para lesionar u ocasionar daños mayores-, participar en proyectos o programas que invitan a mantener regulaciones para quienes hacen uso de su derecho de portación, pero también a pensar en formar a quienes están creciendo formándose en las escuelas, con el solo hecho de asistir a una charla junto con niñez y juventud sobre prevención de violencia armada, o asistir a foros o conversatorios sobre las formas en que se previene la violencia, ya estamos aportando bastante.
Por su parte en los espacios más complejos de toma diseño y toma de decisiones, seguramente es un poco más demandante, pero si hasta ahora se han podido sumar esfuerzos de centros educativos, de ministerios públicos, de policías, de centros de investigación, de agencias de sociedad civil y sus propias publicaciones, de armerías, registros balísticos y cuanto texto ha sido posible recoger en recopilación de investigaciones que ayudan a poner un cheque de cumplimiento en el contenido de aquella declaración que para su surgimiento representó un sueño imposible de alcanzar para muchos… y una realidad para ser cumplida para otros tantos.
Estos últimos soñadores que apostaron en 2003 por una región más estable y pacífica tienen hoy nuestro saludo. Hasta la próxima entrega que estemos bien.
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Abogada penalista. Especialista en criminología, con maestría en Seguridad Humana y Administración de Proyectos. Docente en la Universidad de la Policía de Honduras. Consultora internacional en criminología y seguridad. Ver todas las entradas