Pueblos olvidados

“Los Terceros”, la nueva gran amenaza para la olvidada Mosquitia hondureña

La llegada de foráneos a la zona está generando problemas en la tenencia de las tierras, daños ambientales, trasiego de drogas y violencia.

Los misquitos se siguen enfrentando a un deprimente sistema sanitario que los obliga a salir del sector en busca de atención médica. Esto se agrava por los limitados medios de comunicación que vuelve oneroso su traslado a través de la vía aérea y marítima.

Con esta sexta entrega concluimos el especial “Pueblos Olvidados”

Por: Joan Suazo

Fotos: Horacio Lorca

Portada: Guillermo Burgos

Tegucigalpa, Honduras. -Tomás Manzanares es un ambientalista que vive en La Mosquitia, departamento de Gracias a Dios al noreste de Honduras. Nació en la comunidad de Rus Rus, toda su vida se ha dedicado a cuidar el bosque y las tradiciones de los pueblos indígenas.

Habla con pasión de los árboles, de las flores y de los descubrimientos de especies animales que sólo pueden vivir en los bosques latifoliados vírgenes de la zona, heredó ese amor por la naturaleza de su papá, que fue un militar que defendió a Honduras dos veces, la primera en la Guerra de Mocorón contra Nicaragua en 1957 y la segunda en la llamada “Guerra del Fútbol” contra El Salvador en 1969.

Tomás también pelea una guerra contra un poder paraestatal que ya intentó en varias ocasiones quitarle la vida, “en 2009 a mí me balearon por proteger el bosque, me pegaron cuatro tiros… muchos estamos amenazados y por eso tenemos temores, uno no sabe de dónde le pueden caer”.

El defensor de la tierra Tomás Manzanares muestra las cicatrices que le dejaron cuatro impactos de bala recibidos por denunciar la ocupación de las tierras indígenas en Rus Rus, Puerto Lempira.

Detalla que salió a hacer monitoreo en la montaña y en el camino de regreso a su casa lo estaban esperando a la orilla del río, lo atacaron dos hombres disparándole desde la distancia, no pudieron acercarse a rematarlo porque sus hermanos escucharon los disparos y se acercaron, los hombres huyeron.

Recibió cuatro disparos, uno en el pecho y dos en el brazo y uno en la cadera, fue llevado al hospital y le salvaron la vida, tuvo que dejar su hogar, su familia denunció el hecho, pero los llamaron casi de inmediato para exigir retiraran la denuncia, tuvieron que hacerlo y el crimen quedó en la impunidad.

También a uno de sus hermanos lo trataron de matar por las mismas causas, casi todos en su familia tuvieron que abandonar su hogar para salvar sus vidas. Esta historia se repite de forma permanente, quien se opone a la depredación del bosque paga con su vida, esta nueva amenaza se asentó en el departamento para quedarse y desarrollar negocios que no dejan nada a los pueblos de La Mosquitia.

El más reciente informe de Globlal Witness, refiere que Honduras es el cuatro país con mayor número de personas defensoras de la tierra y ambiente asesinadas en 2022, superado únicamente por Colombia, Brasil y México. Sin embargo, el país centroamericano registra el mayor número per cápita del mundo con 14 asesinatos.

A Tomás sin dudas le dispararon porque él alertó a la comunidad del asentamiento de hombres que no eran de la zona, estos empezaron a comprar algunas tierras, a ocupar ilegalmente otras, depredando los ancestrales bosques para la cría de ganado.

La mayoría de la población de la Mosquitia se dedica a la pesca y a la agricultura de sobrevivencia. En virtud de los limitados ingresos, la base de las construcciones es de madera y láminas de zinc.

Gracias a Dios es un departamento muy particular, en él habitan principalmente cuatro etnias de las diez existentes en Honduras, los Tawahkas al lado oeste, en el municipio de Wampusirpi, una pequeña población garífuna en Juan Francisco Bulnes, los Pech en las montañas colindantes con Olancho y la población predominante, los misquitos, que habitan en los diferentes municipios del departamento.

Entre los cuatro pueblos originarios de la zona hay buena relación, tienen distintas historias, costumbres y culturas que aún viven, pero tienen un enemigo en común que los amenaza, una nueva ola de colonizadores a los que denominan “los terceros”, por no ser de la zona.

Si bien los colonos son amigables y les gusta mantener conversaciones ligeras, su faz se endurece y bajan la mirada cuando se les consulta por los terceros, es un tema del que no pueden hablar con nadie porque se paga con la vida.

También lea: Los lencas de Honduras víctimas de la guerra salvadoreña, exigen ser un municipio

¿Quiénes son los terceros?

Después de reiterados intentos logramos conversar sobre el tema con alguien de una de las comunidades, “de esto no se habla con los de afuera porque ellos de todo se dan cuenta, tienen dinero, tienen armas y hasta se adueñan de los funcionarios”, sólo se presentó como Edgardo porque tiene temor que lo puedan identificar y matarlo por hablar.

Explica que a través de engaños y por la necesidad de dinero hay indígenas que han vendido sus tierras ancestrales, si bien pagan por cinco o diez manzanas de tierra, el tercero agarra mil y hasta dos mil manzanas, una vez que ocupan la tierra comienzan a parcelarla y descombrarla para ganado o incluso venderla a otros terceros por millones”, agregó.

La ganadería expansiva ha descombrado insaciablemente el corazón de la biosfera del río Plátano, provocando daños irreparables al ecosistema y a la forma de vida de los colones en la Mosquitia.

“Los terceros son personas que llegaron de Olancho, Colón, Cortés, Atlántida, Yoro, El Paraíso, Choluteca y hasta de Santa Bárbara y Copán, tenemos una aglomeración de invasores, eso nos preocupa porque nuestra tierra es rica en tierras fértiles que hoy en día han sido invadidas de manera forzosa”, detalló Edgardo.

No es casual que los departamentos que menciona son la ruta para el trasiego de droga que viene de Sudamérica y entra al país por La Mosquitia.

En septiembre de 2013 el Estado entregó unas 600 mil hectáreas de terreno a 128 comunidades indígenas en La Mosquitia, cumpliendo con un compromiso adquirido con Inglaterra en 1859 cuando esta cedió estos territorios a Honduras.

Pero la ley limita los derechos sobre la tierra y prohíbe su venta a terceros por ser títulos comunitarios ancestrales, aunque para los nuevos colonizadores esto no es importante, quien se niega a vender corre el riesgo de ser expropiado por la fuerza.

El desplazamiento forzado se ha convertido en un problema tan grande que, según un documento de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), “hay una comunidad que prácticamente desapareció por la ocupación de los terratenientes y la llegadas de otros departamentos. Aguasvilas, era una comunidad muy próspera, llena de trabajadores, pero llegaron los terratenientes, llegaron gente de afuera… una comunidad de tal vez 600 personas, no hay nada. Desplazados, asesinados”.

Los terceros, más nocivos que los narcotraficantes

Jairo Woods es un agrónomo y docente misquito, miembro de varias organizaciones que defienden al Río Plátano, cuenta que desde 1998 empezó el acaparamiento de tierras para construir pistas de aterrizaje, y aunque aclara que no los apoya, eran mejores tiempos para la zona y los misquitos.

Lea: Los Chortís, asediados por el narco y la minería
El agrónomo y ambientalista, Jairo Woods, relató a Criterio.hn que el impacto negativo generado por “los terceros” (ganaderos y terratenientes) a la zona ha sido peor, incluso, que la incursión del narcotráfico.

“Cada núcleo de personas que se dedicaba a este negocio ocupaba al menos mil manzanas para construir pistas clandestinas, pero ahí no había daño en el bosque, incluso protegían el bosque para evitar que llegaran los militares, tampoco se metían con las comunidades, más bien hasta las apoyaban”, dijo Woods.

A partir del 2012 la situación cambia, siete familias se reparten la Mosquitia, ven la oportunidad además de los otros negocios de hacer ganadería y comienzan a depredar el bosque indiscriminadamente y también a afectar a los pobladores.

Denuncian que incluso la Asociación de Agricultores y Ganadores de Brus Laguna (Agrabrul), está integrada por foráneos y no se consideró a los verdaderos productores de la zona.

“Acabaron con un bosque completo, ya no existe, ahí tienen hoy más de 100 mil cabezas de ganado brahman blanco, ganado de engorde, eso es exportado a Guatemala”, explica Woods y agrega que eso no deja nada a la comunidad, porque los empleos son precarios.

También condenó el trato hacia las personas que trabajan para ellos, minimizan a los misquitos y los tratan como quieren, “dicen que si les van a pagar siete mil pesos les dan una parte de dinero y otra de marihuana, los vuelven adictos”, dijo Woods a Criterio.hn.

Esta práctica que denuncia Woods es uno de los escenarios más favorables, muchas veces acaban con la vida de los indígenas y simplemente no se vuelve a saber nada de ellos. Una investigación de un medio extranjero reveló cómo un grupo de terceros habría matado a un grupo de al menos 20 colonos sólo para no pagarles su salario.

La Mosquitia, víctima del narcotráfico en un narcoestado

El tráfico de drogas ha sido una constante que ha ido escalando, inició en la década de los 70, a finales del siglo pasado ya se podían identificar personas que pasaban por la Mosquitia traficando drogas, pero se intensificó a partir del 2008 aproximadamente.

Según datos de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA), en el 2011 más de 100 avionetas provenientes de Colombia y Venezuela llegaron a La Mosquitia, a partir de 2012 se redujeron los vuelos y se empezaron a usar rutas marítimas.

Edgardo recuerda que “esa fue una época de mucho dinero, llegaban avionetas, lanchas, barcos, los muchachos salían a pescar y encontraban fardos de droga, las traían al pueblo (Brus Laguna) y rapidito llegaban colombianos y mexicanos que se las compraban por quinientos, mil o hasta dos mil dólares”.

Se formaron intrincadas redes de narcotráfico integradas por extranjeros y nacionales que se valieron de la densa selva, de los ríos navegables y la falta de presencia estatal para mover grandes cantidades de cocaína y otras drogas ilícitas.

Los canales del caudaloso Río Plátano son utilizados para el tráfico de drogas en La Mosquitia hondureña de manera impune.s

A partir de 2014 con las extradiciones de narcotraficantes a Estados Unidos poco a poco fue bajando la narcoactividad en la Mosquitia, el desmantelamiento de los grandes cárteles de Los Cachiros, los Valle Valle y otros como Winter Blanco, dejó al descubierto algunas estructuras locales.

Los hermanos Roberto y Seth Paisano Wood eran dos de los más reconocidos líderes políticos de la región, fueron detenidos bajo cargos de narcotráfico en 2019, aunque recibieron sobreseimiento definitivo en 2021.

Más recientemente el pasado agosto fue detenido Wilmer Manolo Wood, actual alcalde de Brus Laguna, acusado de narcotráfico a gran escala desde hace al menos 15 años.

Esta relación de política y narcoactividad alcanzó su pico en la presidencia de Juan Orlando Hernández quien fue extraditado a Estados Unidos en abril de 2022 para ser juzgado por cargos de narcotráfico.

Según las autoridades estadounidenses Honduras fue convertida en un narcoestado ya que Hernández recibía sobornos de narcotraficantes para proteger sus operaciones y permitirles el libre paso por Honduras.

Debido a esto, la lucha de la policía y los militares contra las drogas fue mínima, incluso las fuerzas de seguridad del Estado fueron usadas para proteger los cargamentos de los grandes narcotraficantes.

Algunos de los entrevistados dijeron que desde el 2022 se ha reducido un poco el trasiego de drogas porque hay mayor presencia militar. La presidenta Castro ha indicado que lucharán para evitar el narcotráfico.

Donde si se han visto resultados, es en el descubrimiento de sembradíos de hoja de coca y amapola. En una sóla incautación en una zona fronteriza entre Olancho y Gracias a Dios ,a principios de año, destruyeron unas 900 mil plantas, una cifra superior a la suma de lo encontrado en 2021 y 2022.

A pesar de todo, esta fue una época de aparente bonanza, se vio progreso en el pueblo producto de la inyección del dinero del narcotráfico, pero también cambiaron los hábitos de la comunidad, muchos se acostumbraron al dinero fácil y ya no querían trabajar, aumentó la violencia y los homicidios, también muchos empezaron a usar drogas.

De su interés: Los garífunas y su tercer destierro

Una carretera ilegal que amenaza la Biosfera del río Plátano

Una carretera ilegal de aproximadamente 150 kilómetros de longitud fue construida en la Reserva de la Biósfera del Río Plátano, conecta los municipios de Dulce Nombre de Culmí, en el departamento de Olancho, y Wampusirpi, en el departamento de Gracias a Dios, aunque se desconoce por quien fue construida, se sospecha fueron narcotraficantes.

La carretera ha provocado la deforestación y la contaminación de la zona, según cálculos ha destruido al menos 2.000 hectáreas de bosque. La deforestación ha provocado la pérdida de biodiversidad y ha contribuido al cambio climático.

Nadie da razón por los constructores de la carretera, pero se dice ha servido para el tráfico de drogas, armas y ganado.

Al tomar posesión Xiomara Castro dijo que una de sus prioridades era cuidar el medio ambiente y creó los batallones verdes y anunció se detendría la construcción de la carretera, pero pocos días después su esposo y asesor presidencia Manuel Zelaya Rosales y el ministro de Recursos Naturales y Ambiente, Lucky Medina, dijeron que se mantendría la misma e incluso apoyarían para terminarla.

Los colonos dicen que hay muy poca presencia de militares y de los batallones verdes. Tomaron esta decisión como una bofetada, que sólo demuestra que no hay interés por parte de las autoridades en sus zonas.

Pese a la presencia de militares en la zona, en los últimos meses se han registrado asaltos especialmente en los negocios.

La Mosquitia, un territorio olvidado por las autoridades

Otra característica en común que padecen los pobladores es el abandono estatal. Para el caso en Brus Laguna, la segunda ciudad más importante del departamento hasta hace unos dos meses por fin llegó la energía eléctrica pública.

La presidenta Xiomara Castro inauguró una planta solar que brindará el servicio a los 14 mil habitantes de la ciudad, el proyecto tuvo un costo de unos 4.5 millones de dólares.

La planta está ubicada unos seis kilómetros antes de la ciudad, miles de habitantes fueron a la inauguración con la esperanza de ver a la presidenta, pero se quedaron con las ganas ya que ella no compartió con los colonos.

Rodolfina Harrys es dueña de un pequeño comedor, dice que le alegra mucho la energía ya que antes dependía de un generador que le costó 80 mil lempiras (unos 3,200 dólares), aparte del gasto diario en combustible. Atiende en su negocio de siete de la mañana a nueve o diez de la noche de lunes a domingo, no puede tomar ni un día libre porque está ahorrando para terminar de construir un local propio.

La hija menor de Rodolfina tiene seis años, y tiene una afección cardíaca severa que aún no sabe qué es porque no hay maquinaria para hacerle exámenes en Brus Laguna, “le da un puyón en el corazón, se le toca y se siente como que va a explotar, nos dieron una remisión y tenemos que viajar a Tegucigalpa para que la traten porque acá no hay nada para diagnosticarla”.

En materia de salud el departamento cuenta únicamente con un hospital básico en Puerto Lempira y once Centros de Salud Rural en las comunidades. Llegar a Puerto Lempira desde cualquier otro lugar de la Mosquitia es un reto por la falta de carreteras y los altos precios del transporte.

La única clínica pública en Brus Laguna sólo sirve para diagnósticos rápidos o remitir a los pacientes a los demás hospitales del país. La única ambulancia, se usa para el traslado de la casa de los enfermos a la pista de aterrizaje que los lleva a Puerto Lempira donde hay una atención en mínimas condiciones.

Sólo para el diagnóstico de su hija, Rodolfina gastará un mínimo de seis mil lempiras en transporte, salir de Brus Laguna hacia La Ceiba cuesta 1,800 lempiras sólo de ida cruzando ríos en pipante, aparte que es un día completo de viaje. Además de eso, tendrá que dejar cerrado su negocio por al menos una semana que dura el viaje.

Con respecto a la educación existe una relativamente buena cobertura escolar primaria, el 80% de los niños del departamento están inscritos en escuelas, el acceso a la secundaria es inferior y para optar a la educación superior hay que salir del departamento.

Según Rodolfina, tampoco tiene mucho sentido estudiar si se quiere volver a su hogar, su madre tuvo seis hijos que crió sola costurando, y con mucho esfuerzo logró mandarlos a estudiar, ella es maestra, pero nunca ha habido una plaza para ella en su ciudad.

Las principales actividades económicas de la población misquita son la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca para la subsistencia, no existe fábricas ni grandes empleadores, por lo que la llegada de la narcoactividad de alguna forma alivió la pobreza y la falta de oportunidades.

Cerca del muelle existen un par de bares y restaurantes de los que salen, el sábado por la noche, estrepitosas canciones de reguetón, los que tienen dinero para pagar están adentro tomando bebidas alcohólicas.

Muchos otros sólo ven desde la calle, hombres esqueléticamente delgados en calzoneta y camisas sin mangas o incluso sin camisa. Al pasar algún transeúnte le pedían cinco lempiras “para ajustar algo”. Algunos pobladores nos advirtieron tener cuidado de ellos ya que son adictos a las drogas y han proliferado los casos de agresiones y asaltos.

El domingo por la mañana el dueño de un mercadito preguntaba con mucha curiosidad a un joven cómo había sido el asalto que ocurrió la noche anterior en otro negocio, cuántos eran, cuánto habían robado y qué había hecho para defenderse la propietaria. Consultaba con asombro, ya que era un hecho inusual que ahora está aumentando en frecuencia.

También lea: Los pech: los eternos olvidados y resistentes
Rodolfina Harris, una madre soltera que labora siete días a la semana en la elaboración y venta de alimentos para poder sufragar el gasto médico de su hija que padece de una enfermedad cardíaca. Rodolfina viaja constantemente a Tegucigalpa, gastando sólo en transporte un mínimo de 6,000 lempiras ( 240 dólares) por cada viaje.

Mientras Rodolfina prepara pollo y cerdo en un anafre soplado por el ventilador, nos comenta que el crack es el vicio que está matando a los muchachos, también el perico (cocaína) y la marihuana, “ellos solo trabajan cuando llegan los botes descargando, es el único empleo aquí, acá no hay otras diversiones ni cosas que hacer, por eso caen en vicios, muchos jóvenes prefieren migrar”.

Existe una migración interna de los misquitos hacia las principales ciudades del país, ya sea para hacer comercio, buscar trabajo o estudiar, aunque también hay muchos casos de desplazamiento forzado por narcotráfico, que se intensificó por los conflictos de tierra.

Los misquitos solían migrar hacia el Caribe a trabajar en pesca por temporadas y regresar a casa, pero de unos años acá también están yendo hacia los Estados Unidos, se estima que el año pasado podrían haberse ido hasta 500.

Biosfera del Río Plátano, una joya mundial en peligro

El terreno en la Mosquitia es en buena parte pantanoso por la gran cantidad de agua, los colonos les llaman suampos, la mayoría de los ríos son navegables y sirven como medio de comunicación entre las comunidades.

Abundan las pequeñas lanchas de remo o de motor llamadas pipantes, los capitanes lanzan la advertencia en forma de broma a los visitantes de no poner mucha atención si ven algo extraño, no lo explican, pero se infiere que es porque estos ríos aún son usados para traslado de la droga.

El departamento de Gracias a Dios es el más disperso de Honduras, con tan sólo 5,3 habitantes por kilómetro cuadrado. Muchas de las tierras están siendo vendidas por los oriundos a terratenientes que han llegado a la zona.
Lea, además: Madereros y mineros: la tragedia tolupana

Esto aumenta la sensación de aventura al navegar por el río, bajo un sol inclemente se cruzan pequeños canales rodeados de veredas de bosque virgen y manglares. Los pipantes se sacuden en las caprichosas formas de los ríos, zigzaguean a baja velocidad y los que no conocen tienen la sensación que se va a zozobrar, para luego salir a sendas rectas donde ronronea el motor acelerado para alcanzar la máxima velocidad empapando a los tripulantes al romper el agua.

Gracias a Dios es el segundo departamento con mayor superficie del país, a la vez cuenta el menor índice de densidad poblacional con sólo 5.3 habitantes por kilómetro cuadrado para el año 2013. Esto significa que la población vive muy dispersa en las diferentes comunidades de cada municipio.

El mes pasado se conmemoró el doce aniversario de la declaración de la Biosfera del Río Plátano como Patrimonio Mundial, se celebró con versiones actualizadas de los bailes folklóricos tradicionales, niños vestidos como campesinos con pantalón negro, camisa blanca y sombrero, las niñas con vestidos de vuelos, pero no en el tradicional blanco, sino en vivos colores, versiones adaptadas de la tradición impuesta por los blancos en la conquista.

Niños y niñas bailan con adaptaciones de los trajes típicos tradicionales, transformados en alegres colores, que representa la herencia alegre del Caribe, en la conmemoración de la declaratoria de patrimonio mundial de la humanidad de la Biosfera del Río Plátano, en la laguna de Ebans, Brus Laguna.

El costo de vida en la Mosquitia es altísimo, todos los productos pueden costar hasta el tripe del precio en las ciudades más grandes, un huevo cuesta seis lempiras, la bolsa de café 85 café, la libra de frijol 30 y una Coca Cola grande cuesta 100 lempiras.

Contenido a tu alcance

Periodismo de calidad en tus manos

Suscríbete y se parte de nuestro newsletter