Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Los países y personas somos iguales en derecho y dignidad; en nada más. Algunas diferencias o desigualdades son negativas, porque es mejor tener, que no tener nada, poder hacer cosas, es mejor que no poder. Y desde la perspectiva del bien común, las relaciones, entre personas y países, pueden servir para corregir las desigualdades negativas, en la cooperación.
Para eso hay que profundizar las relaciones, darles la importancia debida. Así, relacionándose con países y economías más fuertes que la suya, Corea se enriqueció. EUA, Japón mayormente, invirtieron ahí. Incluso en rubros y organizaciones que después les hicieron dura competencia a sus empresas.
Para ser más fuertes, Invirtieron en la industria propia de los coreanos, en sus emprendimientos. Hoy por hoy a la potente economía coreana le servimos principalmente como parque para la maquila, ni siquiera near-shoring; y como mercado importante aún de vehículos, electrodomésticos y productos electrónicos, de calidad afamada. Mientras que Corea ayuda habilitando un par de colegios técnicos, muy valiosos y un programa de apoyo a la educación.
Pero Honduras tiene que emprender grandes proyectos de rescate ambiental, y uno mayúsculo de reforestación, prometido en el Plan del Bicentenario, para reconstruir su ecología dañada. (He mencionado la posibilidad de que nos ayuden de inmediato con la normativa para la conservación y restauración ambiental, materia en que Corea tiene mucha experiencia y reconocimiento mundial.)
Por su gran compromiso en el control de emisiones, no está comprometida a más, en el Acuerdo de París; pero Corea del Sur ha hecho reforestación masiva exitosamente; apoya a organismos internacionales que trabajan en grandes proyectos de reforestación y ¡contribuye a sus países amigos en proyectos de restauración ambiental! Honduras necesita esa ayuda.
Con visión, los gobiernos pueden trabajar en esquemas de cooperación que tiendan al fin compartido de prevenir el incremento del calentamiento. La relación con Corea del Sur pasa hoy –ademas- coyunturalmente por la posibilidad de inversiones directas importantes (¿por qué no? de repente coaligadas) de inmenso potencial, en los macroproyectos para la comunicación interoceánica, porque las proyecciones dejan ver que se van a ocupar varios, en vez un solo nuevo canal. No hay muchos otros sitios factibles y en Honduras solo puede haber un tren rápido de puerto a puerto. Esos proyectos tardan para madurar, por su complejidad y requieren de capital y tecnología externa.
Hay varios interesados porque quien, por haber invertido, controle esa ruta, tendrá ventaja grande para definir el flujo del comercio y sus embarques. Pero hay que definirlo lo antes posible, para verlo nacer pronto. Como cabría esperar, sin esfuerzo por compensar, tenemos una terrible balanza comercial con Corea del Sur. Se ha querido dar importancia al turismo, pero le va a costar mucho crecer, mientras no tengamos vuelos directos, porque el costo del transporte, lo saca de la competencia; hay que convencer a su aerolínea. Y dada la asimetría, para remediar ese desbalance, haría falta enganchar al capital coreano para que invierta en nuestras industrias y economía, y nos ayude a expandir nuestra producción y oferta de productos que podemos llegar a exportarles, porque ellos los compran a buen precio en otro lado. Productos específicos cuya exportación a Corea debe explorarse de manera sistemática, en articulación con los productores -actuales y potenciales- y consumidores; y varios tienden al mismo fin, de restauración ambiental en zonas de amortiguamiento.
Corea compra solo eventualmente poquito café hondureño, y podríamos incrementar ese flujo, produciendo más en la sombra, y venderle algo del cacao, de calidad mundial, que ella hoy importa cada vez más, de África e Indonesia.
Con una inyección de capital, tenemos capacidad para producir más frutas, que los coreanos importan, pagan bien y que se producen con ventaja en nuestros climas y suelos tropicales: liche y mangostán, rambután, mango y aguacate. Cuya producción en gran escala podría servir para reforestar grandes superficies del devastado corredor biológico de la Costa Norte hondureña. Se podrían producir aquí esas frutas, certificadas para su exportación, con beneficio para el medio ambiente, así como también maderas cultivadas de alto valor, que Corea importa desde el Pacifico, mayormente teca, de los humedales y granadillo, en las tierras altas ¿será que no, cedro y caoba? Sembrándolas para cosechas rotativas.
Los coreanos consumen asimismo ávidamente frutos de huerta y jardín, como la papaya, maracuyá y piña, de cultivo más intensivo, en Honduras. E importan nuez de marañón y pepita de jícaro, cuyas especies podrían arbolar el Sur semidesértico. Honduras produce asimismo y Corea importa camarones, que tradicionalmente se han exportado a Taiwán, y que ahora buscan abrir mercado también, en China continental; pero que igual puede venderse un mercado más fácil por la escala- en Corea del Sur, como asimismo se podría exportar moluscos y algunos pescados de alto valor, que abundan en aguas tropicales. Y eso puede servir para renovar nuestra flota pesquera porque los coreanos son grandes armadores, y ¿podrían armar buques en Roatán que tiene antigua tradición en ese oficio y mercado para el producto?
Por supuesto, tenemos capacidad para hacer, aunque sean modestas exportaciones de grasa de leche, yogures y helados que Corea importa mayormente, junto con quesos que se producen aquí: cheddar y mozzarella. Incluso, porque nuestra mano de obra es relativamente barata y tenemos una cultura ganadera ancestral, en alianza con capital extranjero, Honduras podría producir carnes marmoleadas, que tienen un alto valor en Corea y en todo el Oriente, Japón, China, Tailandia, Viet Nam …por ser producto podría decirse que de ganadería artesanal, en vez de industrial; y con ayuda técnica coreana, podríamos enviarla ya faenada. (Una res de esta clase en Corea, lista para faenar, cuesta lo mismo que un vehículo modesto aquí, diez mil dólares, y un filete en el plato vale mil dólares, más la propina). Los gobiernos tendrían que contribuir (vía Senasa y SAG) para resolver los complicados procesos de importación de semen y crianza de razas, supervisión y certificación de inocuidad para exportar productos alimenticios delicados. Pero ya tiene experiencia en ello, porque exportamos, hace mucho tiempo, carne (aunque de otro tipo) mayormente a Estados Unidos y el Caribe y hoy llevamos lácteos a los vecinos.
Entre las verduras tradicionalmente cultivadas en Honduras, los coreanos consumen e importan en grandes cantidades, desde el resto del mundo, papas, pero también chayote y güisquiles de las tierras altas y asimismo yuca y malanga de las zonas bajas húmedas, como también plátano, que enviamos poco, y ellos llevan mucho del Sudeste asiático. La producción en Honduras es débil. Pero alguna vez fuimos los plataneros del mundo; se ocupa capital y mercado. ¿Por qué no impulsar la minería artesanal del ópalo? ¿Hay rodio que interese a su industria? Estas ocurrencias no alcanzan a ser metas. Nada va a suceder de la noche a la mañana.
Aunque en muchos rubros hay mucha competencia, y habrá que competir con otros productores. Organizar esos circuitos y flujos comerciales requiere de mucho trabajo y de cooperación de varios agentes: el capital coreano y sus importadores, los productores organizados en Honduras, los gobiernos que acuerden las reglas justas de comercio y proporcionen los servicios conexos, alguno ya mencionado, y, asimismo, los aduanaros…un día -volvemos- hay que mejorar mucho el puerto en el Pacifico. Pero de repente también sería conveniente establecer agroparques y empresas virtuales, que organicen de manera profesional la logística, las rutas y los circuitos.
Se necesita que las agencias estatales, los gremios de productores, las instituciones científicas como FHIA y universidades, las cámaras de comercio y la banca trabajen muy duro en eso, como dicen que recomendaba Obama, acerca de las cosas difíciles. (Smile, S.) Despertar las expectativas y entablar los contactos corresponde a los representantes diplomáticos en ambos países que, hasta ahora, han hecho poco allá, acaso porque no han tenido con qué servir. Enfocarse en lo que mejore sus funciones. Si sale un diezmo de ello, habrá para el tedeum.