Tomado de WWF
Valorando los beneficios de los sistemas fluviales para conservarlos
Pavan Sukhdev
Presidente, WWF Internacional
Durante siglos, se han usado los ríos para una serie de beneficios que incluyen el agua para las ciudades, la generación de energía hidroeléctrica y el riego, suministrados a través de proyectos de infraestructura gigantescos que han impulsado el crecimiento, oportunidades y el bienestar económico en las comunidades.
A medida que fluyen por campos, llanuras y ciudades, los ríos son vitales para millones de personas en la forma de alimentos, energía o ingresos. Pero en la actualidad nuestra demanda ilimitada sobre nuestros ríos amenaza con socavar los beneficios ‘ocultos’ que los hacen extraordinarias fuentes y fuerzas de la naturaleza.
Hoy, el delta del Mekong – donde residen más de 17 millones de vietnamitas, se obtiene una cuarta parte del PIB del país y se encuentra su zona agrícola más productiva – está perdiendo una batalla contra el océano a medida que vastas cantidades de sedimentos que fluyen corriente abajo por este poderoso río se acumulan detrás de un número cada vez más creciente de presas en lugar de mantener el delta por encima de las aguas crecientes. Pero el Mekong no es el único delta que se hunde y se encoge: la mayoría de los deltas más grandes del mundo – Yangtze, Ganges, Indo, Nilo – están también desapareciendo casa por casa, arrozal por arrozal.
Hogar de una de cada catorce personas en la Tierra, la desaparición de los deltas es uno de muchos otros ejemplos del daño colateral de las decisiones que históricamente han menospreciado los ríos o los han valorado por su agua por encima de otros beneficios que aún no se conocen, reconocen o valoran por completo. En las últimas décadas, hemos drenado, represado y contaminado ríos en todo el mundo para asegurar el agua que necesitamos para construir nuestras civilizaciones, sin realmente considerar las consecuencias.
Hemos tomado decisiones sobre el manejo de los ríos sin pensar en el sedimento, que es la única manera de sostener los deltas del mundo. O las defensas contra inundaciones naturales que pueden reducir el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos en las ciudades. O con relación a las pesquerías de agua dulce, que producen unos 12 millones de toneladas de pescado al año y proveen alimentos y medios de subsistencia para cientos de millones de personas.
En este momento, se planea una presa hidroeléctrica grande en la Barranca de Stiegler (Stiegler´s Gorge), un acantilado estrecho de 8 kilómetros de largo en el corazón de la reserva Selous de Tanzania, reconocido como Patrimonio de la Humanidad. Dando mayor importancia a la producción potencial de energía, la presa amenaza los medios de subsistencia de más de 200,000 personas que viven más adelante, incluidas las comunidades locales que dependen de la pesca, así como miles de kilómetros cuadrados de áreas protegidas internacionalmente.
Actualmente hay miles de presas propuestas o en construcción por todo el mundo. Muchas se planificaron sin contabilizar los beneficios que podrían perderse: seguridad alimentaria, trabajos y medios de subsistencia, el flujo de nutrientes para fertilizar las llanuras aluviales y deltas agrícolas, e incluso la extinción de especies, como el orangután de Tapanuli en Sumatra.
En la medida que la inestabilidad climática crece y las ciudades y los países pasan de una crisis de agua a otra, se vuelve necesario tomar acciones urgentes para proteger y restaurar todos los beneficios de los ríos saludables. Los riesgos no podrían ser más altos: al menos 2 mil millones de personas dependen directamente de los ríos para consumo de agua potable; 19 por ciento del PIB mundial proviene de cuencas con un alto riesgo de agua; y los ríos sustentan aproximadamente una cuarta parte de la producción mundial de alimentos a través del riego, sin mencionar la riqueza de la biodiversidad que depende de ríos saludables.
Pero es una tarea desafiante decidir a qué se debe dar prioridad cuando se trata de administrar los ríos: ¿Presas o deltas? ¿Energía hidroeléctrica o mayores rendimientos en la pesca dulceacuícola y la agricultura de temporal? ¿Protección contra inundaciones a base de concreto o llanuras de inundación fértiles? Trazar el mejor curso para los ríos encarna uno de los intercambios más difíciles inherente al manejo de los recursos naturales.
Aunque formidable, creo que estos desafíos se pueden cumplir si transformamos la manera en que valoramos y manejamos nuestros ríos. Podemos mantener el aprovisionamiento de los beneficios del agua y, al mismo tiempo, garantizar que no se pierdan otros beneficios por ignorancia o negligencia, como el flujo de nutrientes para las pesquerías costeras y de agua dulce y para fertilizar las llanuras aluviales.
Un nuevo reporte de WWF, Valorando los ríos: cómo los diversos beneficios de los ríos saludables sustentan las economías, enfatiza cómo las soluciones existentes, junto con las innovaciones emergentes, ofrecen un potencial mucho mayor para conciliar el crecimiento económico con ríos saludables. Por ejemplo, las nuevas tecnologías que impulsan la llamada «Cuarta Revolución Industrial», como la inteligencia artificial, la tecnología de detección remota y la cadena de bloques, ofrecen una serie de instrumentos prometedores para mejorar la forma en que medimos y gestionamos el agua.
Valorar los ríos y manejarlos de manera eficaz para obtener toda su gama de beneficios requiere mucho más que estudios científicos y valoraciones rigurosas: también se necesita una apreciación del contexto social. Una compañía de energía puede ver el valor de los ríos en términos muy distintos a los del agricultor que trabaja arduamente al lado del Ganges o los pescadores que navegan por el Mekong, pero eso no debe menospreciar su valor, sino fortalecerlo.
Además, como señaló el filósofo moral Adam Smith hace más de dos siglos y medio, necesitamos entender la diferencia entre «valor» y «precio». Él señaló que algunas cosas, como el agua, son muy útiles y valiosas, pero tienen un precio muy bajo o ningún precio en algunos casos, mientras que otras, como un diamante, tienen poco valor de uso pero un precio muy alto o un ‘valor a cambio’. Debemos comprender mejor la naturaleza del valor y el valor de la naturaleza para reconocer e incentivar el aumento de la riqueza pública y no solo el aumento de las ganancias privadas.
Lo que necesitamos – y que el reporte ofrece – es un marco que promueve las reformas e innovaciones a través de la comunicación, mediciones rigurosas, coaliciones y estructuras sólidas de gobernanza para el gobierno, las comunidades, las instituciones financieras y el sector privado con el objetivo de comprender mejor los diversos valores de los ríos y luego trabajar colaborativamente en la creación de las soluciones necesarias para protegerlos y restaurarlos.
Es hora de que comprendamos los valores más amplios e importantes que los ríos agregan a nuestras sociedades, economías, salud y bienestar, ocultos como pueden ser. Tenemos que repensar y redefinir cómo valoramos y manejamos nuestros ríos de una manera que nos dirija hacia la sustentabilidad y un modelo de desarrollo que respete los sistemas naturales de los que dependemos y que a su vez permita que nuestras comunidades, ciudades, granjas y negocios prosperen.
Mientras sube el nivel del mar, aumentan los fenómenos meteorológicos extremos y el planeta batalla para alimentar a miles de millones de personas, es imprescindible reconocer que hay más que el agua fluyendo por debajo de los puentes y que queda atrapada en las presas. Otros beneficios también fluyen en los ríos saludables: beneficios naturales que son parte de la solución a una variedad de problemas urgentes. Hemos ignorado y descuidado estos valores críticos durante demasiado tiempo. Es hora de aceptar un «nuevo trato» para los ríos del mundo.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas
Un comentario
La gente la han acorralado. Ahora los ríos tienen dueños y la población no puede entrar…