Por: José Manuel Barroso
GINEBRA – Con la llegada de las primeras vacunas COVID-19 a finales del año 2020 renacieron las esperanzas de que el fin de la pandemia podría estar cerca. Cuando los líderes del G7, desde aquellos en América del Norte y Europa hasta los del Japón, se reúnan en su encuentro virtual el 19 de febrero, su máxima prioridad será justamente debatir sobre cómo lograr este objetivo.
Si bien esta no será la primera vez que los líderes mundiales aborden la pandemia, celebro el hecho de que el primer ministro del Reino Unido Boris Johnson, actual presidente del G7, haya convocado a esta cumbre específicamente para centrarse en la vacunación. Habiendo representado a la Unión Europea en estas reuniones durante diez años, sé cómo ellas pueden impulsar un movimiento más amplio para encontrar soluciones.
Ya que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, está renovando el espíritu de multilateralismo de Estados Unidos, se tienen esperanzas genuinas sobre que esta reunión del G7 se convierta en un verdadero punto de inflexión para superar la crisis del COVID-19. Además, ya se tiene una solución sobre la mesa, con vacunas listas para ser distribuidas a los países más pobres del mundo.
Ahora se ve con claridad que durante esta pandemia las vacunas tienen un impacto mucho más poderoso que cualquier estímulo fiscal o monetario, no sólo en términos de salvar vidas y proteger a las personas, sino también en cuanto a trazar un camino hacia la recuperación económica. Esto se debe a que, mientras circule el coronavirus, la reinfección continuará y los esfuerzos dirigidos a reanudar el comercio internacional, los viajes y la comercialización se estancarán.
Sin embargo, el impacto potencial de las vacunas está totalmente supeditado a la capacidad de garantizar que todas las personas en todos los países obtengan un acceso rápido, justo y equitativo a dichas vacunas. Por lo tanto, hoy más que nunca, necesitamos solidaridad mundial para apoyar al Mecanismo de acceso global a la vacuna contra la COVID-19 (COVAX), la iniciativa internacional que tiene como objetivo que las vacunas estén disponibles en todo el mundo.
COVAX representa la única manera viable de lograr una recuperación económica internacional y evitar una división mundial por las vacunas. Con sus 190 gobiernos participantes, esta iniciativa ya ha conseguido 2,3 mil millones de dosis de vacunas contra COVID-19 para el año 2021. La próxima semana, comenzará a distribuir las primeras 1,3 mil millones de dosis de vacunas a personas en 92 países de bajos ingresos que, de otro modo, no alcanzarían a pagarlas.
Teniendo en cuenta las actuales limitaciones en el suministro mundial, COVAX espera distribuir unos 120 millones de dosis hasta finales de marzo, y 340 millones hasta mediados del año 2021. Esto significa que, incluso en un mundo con restricciones de suministro, COVAX sigue bien encarrillado con respecto a cumplir con su cronograma original de entrega de vacunas.
Pero si bien se trata de una buena noticia, la rapidez de acceso es decisiva – y el mundo podría actuar aún más rápidamente. En particular, los países de mayores ingresos pueden ayudar a acelerar la distribución equitativa de las vacunas donando las dosis excedentes que tengan a COVAX. El presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro canadiense Justin Trudeau ya se han comprometido a hacer precisamente eso. La generosidad de los donantes del G7, desde el Reino Unido y Estados Unidos hasta el Japón, también es muy bienvenida. Y, Alemania, bajo el mando de la canciller Angela Merkel, ha mostrado un verdadero liderazgo en esta lucha tanto dentro de la UE como a nivel mundial.
Al trabajar juntos en lugar de buscar acuerdos bilaterales con compañías farmacéuticas, los gobiernos pueden reducir la presión inmediata que se ejerce sobre los suministros mundiales de nuevas dosis. Esto permitirá, por lo tanto, dar prioridad a quienes tienen la mayor necesidad de recibir una vacuna, y evitará que se repita lo que ocurrió en la pandemia de gripe porcina H1N1 del año 2009, cuando las vacunas fueron adquiridas por el mejor postor.
Debe cesar toda forma de nacionalismo de las vacunas. Al restringir los ya limitados suministros mundiales, semejantes procederes ponen a las dosis de vacunas más fuera del alcance de quienes más las necesitan y, por lo tanto, ponen a todos en peligro, ya que de esa forma se permite que el virus continúe propagándose y mutando. La única solución es practicar la solidaridad mundial con respecto a las vacunas.
La UE, representada en las cumbres del G7 por los presidentes de la Comisión Europea y del Consejo Europeo, ofrece un excelente ejemplo de las razones que sustentan lo antedicho. Al igual que todos los compradores en un mercado limitado por la oferta, la UE ha experimentado retrasos en la adquisición de vacunas y ha sido criticada por el nivel de celeridad con el que las ha puesto a disposición de los Estados miembros. Sin embargo, el modelo de la Unión Europea que se basa en la solidaridad sí funciona, porque sin este modelo los países estarían compitiendo unos contra otros, ofreciendo precios cada vez mayores para obtener dosis de vacunas. Esto habría dado lugar a un costoso caos, y se puede decir casi con certeza que ello hubiese prolongado la pandemia y hubiese creado trastornos calamitosos tanto en Europa como fuera de este continente.
Lo mismo es válido a nivel mundial, por lo que ahora necesitamos solidaridad internacional para trabajar a través de COVAX. Esta semana, el G7 tiene la oportunidad de demostrar liderazgo haciendo que el éxito de esta iniciativa sea su máxima prioridad. Y el G20, bajo la presidencia de Italia, debería continuar con este esfuerzo. Estoy seguro de que el nuevo Primer Ministro italiano Mario Draghi, que tiene una vasta experiencia en el manejo de crisis, mostrará el liderazgo mundial que requiere el desafío COVID-19.
Teniendo en cuenta que los gobiernos están sometidos a una inmensa presión para obtener las vacunas contra el COVID-19 para todos sus ciudadanos, adoptar una postura mundial puede no ser siempre la opción más fácil o más popular. No obstante, garantizar que las personas de todos los países tengan un acceso rápido y equitativo a las vacunas no sólo es moralmente correcto, sino que también ofrece la forma más rápida de poner fin a esta crisis y colocar a nuestras economías en posición para que emprendan el camino de la recuperación.
*José Manuel Barroso, expresidente de la Comisión Europea (2004-14) y ex primer ministro de Portugal (2002-04), es presidente de Gavi, la Alianza de Vacunas.
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