Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Allá en EUA, que protege al casateniente en la presidencia, atrapan a un delincuente que había lavado $100 millones robados al Instituto Hondureño del Seguro Social, L2400 millones que habían aportado, entre otros, mis empleados, con la esperanza de acceder a buenos servicios y a una pensión digna al final y la Teniente Coronel Fulton encargada en Viera nos consuela con un tuit diciendo que no se prestara su país para esa cochinada, digo Gracias a dios por los pequeños favores, como dice un dicho en su lengua, thank god for small favors. Creo son los sefarditas los que dicen que hay épocas en que dios le da la espalda al mundo.
Por pena ajena. Debe haber sido una barba amarilla (bothrops asper) la que mató a mi caballo negro a la orilla enmontada del Río Blanco hace unos días. ¡Tantos años de cuidarlo, por bonito! Vanidad. También sufren por estrés las bestias. Mi abuelo, en otro tiempo, en el 54 cuando hubo sequía antes de la llena, compraba pastizales o propiedades en el interior y se subía a su caballo más brioso y conducía allá sus reses, dejando muertas a la vera del camino, pero salvando el hato para regresar después. La época de sequía y calor ha llegado a su momento culminante, y no tengo alimento en los potreros para los animales, que me mantienen a salvo la dignidad y la independencia. De modo que tendré que sacrificar cualquier beneficio para proveérselos en los corrales. ¿Quién sabe qué pasó con un amigo que antes me mandaba heno? ¡Hoy, mi cooperativa se alegra con venderme más concentrado! No le digo compa. Y por supuesto, el mundo se voltea al revés.
La organización política que he impulsado durante años de llanura sin deuda, única capaz de enfrentar a la dictadura se tambalea ella misma víctima de las estrategias del enemigo y de las debilidades de los amigos. Nuestros propios diputados le aceptan al Presidente espurio del congreso que es fruto de otro fraude dineros de fondos públicos que justifican los que usa el para su proselitismo al mismo tiempo. Al Presidente de la Republica no le ha importado ordenar que se dispare otra vez sobre la gente, no le ha importado la historia, de nuevo. (Juan Manuel se rehusó a hacerlo.) Y a los esbirros armados de sus jaurías no les ha importado obedecer la orden criminal. Y dicen que son criminales los blancos de sus agresiones. Los fiscales acusan a los perseguidos, los jueces ordenan encarcelar a los desarmados y aunque el mundo entero ve con escándalo, nadie investiga los asesinatos ni a los desalmados que se rebajan a disparar contra su propio pueblo. Y desprecian y marginan y persiguen a los pocos oficiales que protestaron las órdenes malditas. Y los expulsan. Una cincuentena de ciudadanos sufre cárcel por decir ya basta.
A los cobardes nos dejan pasear libres en las calles un poco ahumadas. Y a los líderes sindicales que les dan reconocimientos a los adláteres del dictador A la ex primera dama –tan amiga aquí de los invasores y de otros desarrapados jugadores– ordenan los juzgados devolverle sus bienes incautados, al menos para que se defienda en libertad, que ya se sabe que tiene arraigo con su querido Lobo, quien sigue ahí bonito, calladito, declara que puede aullar. Y yo estoy de acuerdo con que le devuelvan todo lo que tenía antes del Mitch y no le puedan probar que se robó, a cuenta de que, aunque no entiendo en calidad de que le podrían devolver los L.12 millones que dicen que se llevó a su casa tres días antes de entregar su despacho y que depositó en estos bancos sinvergüenzas, que después le obligaron a retirarlos y tenía en efectivo en el Chimbo, guardados cuando la prendieron, que pena.
Mientras tanto los honorables diputados conspiran para prohibir que nadie los investigue y nombrar a un fiscal a su gusto, semejanza y conveniencia, y solicitan declarar inconstitucional un convenio internacional que por definición está por encima de la constitución y, en todo caso requiere que ella se adapte, así como antes declararon inconstitucional el propio texto de la constitución y las reformas que prohibían la candidatura de los presidentes de los poderes y después la reelección. Todo con el fin de ahora expulsar o reducir al ridículo de su mínima expresión a una institución La MACCIH que pedimos y trajimos del exterior para combatir su corrupción la impunidad. Que es más nuestra que ellos. Y la prensa no dice nada, tarifada. Ni el clero cómplice. Y los opositores solo se oponen del diente al labio. Y la gente no cae en cuenta que se le va la vida en ello. ¡Esta telenovela barata de este estado fallido vergonzoso! De sociedad corrupta.
Hay momentos para cada cosa en la vida. Este no es -en la mía- el indicado para desvariar. Me rodean enfermedades serias que amenazan las vidas y la calidad de vida de las personas que más quiero. Tengo un puñado de ellas afligidas por los males del siglo y los de sus respectivas edades y circunstancias. Y yo mismo padezco una condición que requiere algún cuidado. Dicen los psicólogos que uno se pone malhumorado con estas cosas. De repente ¿inventa el agravio? ¿No tendría que quejarme?
Habrá que sobrevivir en todo caso a la muerte del más querido. Ninguna amenaza debe hacernos renunciar del deber primario fundamental. Del ineludible. De seguir ahí. Vivo o muerto. Hasta que voltee otra vez, a vernos y se compadezca. De sacar fuerza de flaqueza y chito de la res muerta. Vamos a estar aquí afuera en la intemperie. Bajo este sol inclemente de mayo. Y nos vamos a purificar en las aguas del mar salobre. Vamos a sembrar de nuevo al llegar la primavera. Y a injertar los árboles que no dan fruto. Vamos a seguir enseñando donde nos den un auditorio que quiera escuchar. Y escribiendo en las páginas virtuales ya que no quieren imprimir. Y diciendo estas cosas tan sencillas que todos saben y que sin embargo exigen que se les diga, que se les cuente como si fuera un cuento, entre gemidos y lamentos, mientras dios regresa.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas