Por: Alfredo Jalife-Rahme
Tomado de Sputniknews
El mundo vive una clásica fase de transición de una potencia en declive (EEUU) a favor de la emergente nueva superpotencia en el horizonte (China), un proceso ilustrado en el libro ‘Caos y orden en el moderno sistema mundial’ de Giovanni Arrighi.
Las joyas tecnológicas estadunidenses del GAFAT (Google, Apple, Facebook, Amazon y Twitter) de Silicon Valley —en particular, Amazon, a quien Trump le declaró la guerra quizá debido a que su dueño, el polémico Jeff Bezos, controla The Washington Post, feroz crítico del presidente— sufren brutales desplomes en sus cotizaciones, mientras China lanza su temerario esquema del petroyuán doblemente resguardado con oro y, a mi juicio, con las armas nucleares rusas.
Los teóricos supremacistas de EEUU suelen pregonar la ‘trampa de Tucídides’, que hace inevitable la guerra entre EEUU y China. El defecto del esquema de Tucídides, del siglo 5 a.C., es que sus actores bélicos carecían de aniquilantes armas nucleares y hoy omite la presencia ineludible de Rusia como actor primordial en su alianza estratégica con China frente a EEUU, lo cual rebasa la unidimensionalidad del Peloponeso.
Más allá de la vulgar guerra comercial de EEUU contra China y del grotesco exorcismo de Rusia por la propaganda negra de la ‘anglósfera’, a mi juicio, China acaba de propinar un tremendo golpe, en la misma semana que recibía en visita oficial al mandatario de Corea del Norte, Kim Jong-un —quizá para afinar estrategias de cara a la próxima visita de Trump a Pyongyang—, contra la supremacía del petrodólar que ejercía EEUU doblemente con el control de la cotización del petróleo y el apuntalamiento a su divisa.
Quien gana las guerras mundiales suele imponer su sistema financiero.
Quizá sea la primera vez en la historia moderna que una divisa, el yuan, se fortalezca sin todavía una guerra propiamente dicha, mientras se despliegan otro tipo de guerras: geofinanciera, propagandística, comercial y cibernética.
Los análisis unidimensionales y/o ultrarreduccionistas pasan por alto consideraciones trascendentales como el paraguas nuclear ruso que Moscú le brinda a China: cobertura necesaria para experimentar su petroyuán, que es un elemento susceptible de operar como un punto de inflexión histórico en las geofinanzas.
El inicio del dominio británico y su libra esterlina se gestó hace 203 años en Waterloo, mientras que su aliado, EEUU, impuso el dólar desde la Segunda Guerra Mundial y, con mayor preponderancia, durante su hegemonía unipolar de corta duración: desde 1991 hasta el 2000, con la parusía de Rusia con el zar Vlady Putin, y el ingreso de China —un año más tarde— a la OMC.
Se trata de un desafiante triple golpe a la otrora unipolaridad de EEUU:
China, hoy primer importador global de petróleo, intenta arrebatar su dominio a la dupla anglosajona de EEUU y Gran Bretaña que controla las variedades de crudo WIT y Brent —sobre lo que abundé hace 12 años en mi libro ‘Los 5 precios del petróleo’—.
Internacionaliza el yuan como competidor del dólar cuando la libra esterlina es irrelevante.
China opera el esquema de coberturas con el oro, que es anatema para los bancos centrales de EEUU y Gran Bretaña y que beneficia tanto a China (su primer productor global) como a Rusia (tercer productor).
Sería conveniente examinar el punto de vista chino, menos conocido, en la pluma de Li Hong, editor de Global Times, quien exhibe su júbilo por el primer día del lanzamiento del petroyuán, que alcanzó casi US$ 3.000 millones —el portal zerohedge asevera que fueron US$ 4.000 millones—: «Un desempeño mejor de lo esperado por el mercado» que «contribuirá a la reciente fortaleza del yuan en los mercados de las divisas globales» y que «desafía» el sistema del petrodólar.
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En forma modesta y precavida, Li aduce que «en la fase presente, nadie conoce a carta cabal el impacto que el nuevo punto de referencia tendrá en la hegemonía del dólar desde la década de los setenta», pero admite que el «amplio comercio y cotización del crudo en petroyuanes probablemente sacuda la confianza de la gente en el dólar de EEUU y teóricamente apuntale el valor del yuan en los mercados globales».
El editor de Global Times no oculta que «un objetivo claro de los reguladores de China es buscar caminos para la internacionalización de su divisa con el fin de estimular su propia prominencia (sic.) económica y reducir su larga dependencia del dólar», a lo que habría que agregar la iniciativa china de la Ruta de la Seda.
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Li no canta victoria de forma prematura y comenta que «el dólar no cederá (sic.) su dominio presente en los mercados del petróleo en un tiempo cercano», por lo que China deberá adoptar las medidas pertinentes para fortalecer el yuan de forma gradual.
El espectacular lanzamiento del petroyuán cubierto por el oro en la plaza de Shanghái y, más que nada, bajo la protección del paraguas nuclear ruso, ha sido escamoteado en las plazas de Londres y Wall Street, con algunas excepciones puntuales de Reuters y Bloomberg y, a un nivel más elevado, por la revista Foreign Policy.
Kate Duguid, de la agencia británica Reuters, cita a un jerarca del banco suizo UBS, quien aduce que el lanzamiento de futuros de petróleo por parte de China «puede amenazar la primacía del dólar estadunidense», según él, el «único cambio mayor en los capitales del mercado, quizá el de todos los tiempos».
Se trata de la primera apertura de China derivada de materias primas a los inversionistas foráneos.
Keith Johnson, de la revista Foreign Policy —curiosamente fundada por el tóxico ‘mexicanófobo’ Samuel Huntington y anteriormente publicación hermana de The Washington Post y Newsweek—, arguye que después de cuatro años de falsos arranques, «la puja de China sacude el mercado global del petróleo», cuyos nuevos contratos a futuros «marcan un cambio tectónico (sic.) en los esfuerzos de Beijing para globalizar su divisa».
Suena anómalo y aberrante que la región asiática —con el mayor crecimiento económico global y con el mayor importador de petróleo, China, que compra 8 millones de barriles al día— carezca de un punto de referencia para la cotización del petróleo, algo de lo que han abusado las plazas financieras de Londres y Washington cuando el petróleo del mar del Norte, que apuntala la variedad Brent, se encuentra en franco declive mientras que la producción petrolera de EEUU se centra básicamente en la extracción de la controvertida fracturación hidráulica o ‘fracking’.
Las geofinanzas del petróleo han regresado por la puerta principal de las tratativas globales cuando la empresa estatal saudita Aramco contempla lanzar su Oferta Pública Inicial (IPO, por sus siglas en inglés), que ha sido retrasada debido al pleito de las plazas de Londres y Wall Street para su cotización, calculada en US$ 2 billones y a la que China también ha ofrecido comprar el 5%.
La marcha hacia la internalización inevitable del yuan será larga, al estilo maoísta, en un momento en el que muchos bancos centrales empiezan a tener yuanes en su portafolio de reservas, como es el caso del Banco Central Europeo, quien acaba de adquirir 500 millones de euros que cambió por yuanes.
Los chinos tienden a ser gradualistas: no corren prisa y asestan sus golpes estratégicos en los óptimos momentos.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas