Por Sergio Rivera
La nueva tendencia de movilización popular conocida como “La Marcha de las Antorchas” ha logrado congregar en las calles a millares de personas la mayoría con experiencia en estas lides y a otros que antaño consideraron este tipo de lucha como propia de inadaptados sociales y de resentidos contra el modelo económico, las leyes del país y otros defensores de conquistas sociales.
Además de pedir la llegada al País de la Comisión internacional contra la Impunidad en Honduras, conocida como la CICIH, se corea la exigencia de FUERA JOH, y cientos de pancartas que literalmente dicen “Se metieron con la generación equivocada”.
La frase última se comprende en el marco de la emoción de algunos jóvenes que creen que en Honduras jamás nadie ha luchado en las dimensiones que hoy lo hacen las nuevas generaciones y por ende se desmerita la evolución histórica de la lucha social en el país que tuvo mayor vigencia con Manuel Cálix Herrera y Juan Pablo Wainwright Nuila quiénes fundaron el partido Comunista de Honduras en 1922.
Cabe mencionar que a Juan Pablo Wainwright lo fusilaron en Guatemala en medio de sus gritos de ¡Viva la internacional! ¡Viva el comunismo!
Las enseñanzas de esta generación de hombres y mujeres valientes y decididos a dar hasta la vida por un verdadero cambio social, se encarnó en las ansias libertarias de los campesinos de la costa norte del país, quiénes para 1954, organizaron y desarrollaron el gran alzamiento popular conocida como “La huelga bananera”, y aquí entra en acción otro contingente de personas de los sectores más humildes, que decidieron hacerle frente al monopolio transnacional norteamericano, que en complicidad con las dictaduras civiles y militares del país, explotaban inmisericordemente a nuestros compatriotas, esta generación paralizó el país, y hasta la fecha no ha habido movimiento social que supere la capacidad organizativa y los logros alcanzados de esta gran huelga.
Y qué decir de la Generación que enfrentó la dictadura de Tiburcio Carías Andino, o de la que regó su sangre en los golpes de estado político militar de 1956-57, 1963, 1972 y 1978, pero si queremos poner los ejemplos más claros no podemos negar la existencia de una generación que enfrentó a los proyectos expansionistas del imperio norteamericano con su nefasto “Consorcio de las Universidades de la Florida” o a los que en todo el país lucharon por la oficialización de institutos de secundaria, o los que lograron la autonomía universitaria y la paridad estudiantil
También hubo una generación entusiasta que se cansó de la falsa democracia, y comprendieron que los torneos electorales sólo son la legitimación de quien tiene todas las ventajas para ganar y mantenerse en el poder, de los que entendieron en aquel entonces que el bipartidismo sólo era el acto principal del circo democrático burgués, y por ello se alzaron en armas, se organizaron en toda Honduras llamándose, Cinchoneros, Lorenzos, Morazanistas, Centroamericanos y de varias denominaciones que tomaron como consigna principal La liberación Nacional, y entiéndase esto como una aspiración a un cambio profundo del sistema social no de simples reformas.
Jamás hubieran mostrado pasividad ante la venta del territorio nacional con las denominadas Zonas Industriales de Desarrollo, o ante el golpe de estado y sus toques de queda, o ante el saqueo de nuestros recursos naturales, la contaminación de nuestras comunidades, etc.
Aquí surgen nombres, héroes y mártires nacionales, algunos de ellos en la lista de los desaparecidos, otros en la de los asesinados y unos cuántos en el exilio.
Para un sector de personas su incursión en este tipo de luchas es reciente, y eso es bueno, pero no deben menospreciar a las generaciones que se jugaron la vida propia y la de sus familias para darnos una Honduras mejor, los pueblos que pierden fidelidad a sus mártires, no merecen el honor de la victoria.
En una lucha de clases, no hay generaciones que definan estos contrastes, el duelo es sencillo, unos tienen el poder, la riqueza, las armas, los medios de comunicación, las escuelas, colegios y Universidades, las iglesias, las empresas, los equipos deportivos y en el otro extremo estamos todos los que somos explotados, los que vendemos nuestra fuerza de trabajo, los que no tienen empleo, los que se mueren por falta de medicinas, de comida y carecen de posibilidades de seguir estudiando, y en este proceso o luchamos o nos matan de hambre, aquí no caben los pleitos generacionales, sólo cabe la lucha.
Tegucigalpa, Honduras, septiembre de 2015