Por: Gustavo Zelaya
El mes inicia con el día de la bandera y tiene un momento de éxtasis con los desfiles del 15 de septiembre y el 28 con la llegada a Tegucigalpa de los pliegos de la independencia. En las celebraciones se elevan a sitios divinos a los que han llegado a la cumbre del poder ejecutivo, como seres emblemáticos que representan valores cívicos y toda la simbología de la ocasión. Y por esas cosas de la vida nacional, por esa usual incultura de los políticos en el poder y en la llanura, gran parte de esos actos inician con invocaciones al altísimo, al dios del religioso en turno. Es algo muy raro. Especialmente porque uno de los contenidos fundamentales de los que impulsaron la independencia fue la separación del Estado respecto a la iglesia para ir poniendo las bases del Estado laico. Al parecer, en toda la tradición nacional, política, cívica, cultural, educativa, etc., existe la idea de que ahora sí, con desfiles, bandas, bellísimas mujeres en las marchas, elegantes funcionarios en los estrados, izada de bandera en plazas públicas, escoltas militares en las estatuas, rigidez en las formas del saludo a los símbolos, eso es patriotismo. Ahora sí porque el congreso nacional ha ordenado que al escuchar el himno debemos colocar la mano derecha sobre el corazón; ahora sí hay patriotismo y el ejemplo se nota en Mauricio Oliva o en Juan Hernández.
Son formas externas nada más, símbolos y protocolos que tienen poca sustancia sobre eso que llamamos patriotismo. Pero supongamos que sean ciertas esas expresiones y que los mandatarios manifiestan en sus actos el más elevado amor a la patria. Al repasar ciertos hechos de unos cuantos de ellos podemos darnos cuenta de su concepción sobre el servicio a la patria y sus ideales morales como patriotas de buen tono y gran estilo. Y la misma historia oficial, la que nos relataron desde la escuela y que está expresada en textos, en murales, en festivales y en fiestas escolares, nos enseña una historia que exalta figuras, individuos, y oculta eventos de participación social que forman parte de ese mítico relato que algunos llaman Historia de Honduras.
Así, por ejemplo, se hace creer que dos hondureños muy jóvenes como Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa, encabezaron uno de los momentos más brillantes de la historia nacional al colocar la nación dentro del sistema capitalista. Pero a la par existe otro hecho que los textos oficiales ocultan, del que no se quiere hablar. Entre 1876 y 1889 el gobierno de la reforma liberal se destacó por dar asilo a varios héroes de la primera independencia de Cuba como Máximo Gómez, Antonio Maceo, Tomás Estrada Palma, Eusebio Hernández y Carlos Roloff, todo obedeció a una astuta operación de inteligencia de la corona española que incluyó sobornos al gobernante, a los cubanos se les distinguió con propiedades e importantes cargos de gobierno; parecía una ejemplar acción de solidaridad de Nuestra América pero se trataba de mantenerlos alejados de la lucha independentista. Uno de los efectos de ese gobierno fue que el presidente Soto se convirtió en millonario gracias a las concesiones estatales y sus inversiones en la minería y el ministro general Ramón Rosa murió avergonzado entregado a bebidas alcohólicas.
El presidente más admirado por actuales gobernantes y que ahora tratan de superar fue Tiburcio Carías; gobernó desde 1933 y por 16 años se mantuvo con el decidido respaldo de poderosas empresas bananeras y con la durísima represión de algunos opositores; sus seguidores más serviles, es decir, todos, lo declararon el hombre más bello de Honduras. El Hombrón de Zambrano. Organizó un sistema de comunicaciones y delaciones con ayuda del telégrafo que funcionaba desde su despacho. La casa de gobierno albergaba al presidente y al telegrafista. En su mandato, el ministro de guerra Juan Manuel Gálvez, sin darse cuenta y en total ingenuidad, ordenó reprimir una manifestación pacífica en San Pedro Sula; gran parte de las personas asesinadas eran mujeres y el jefe militar de la zona declaró que la sangre que manchó las calles se debió a que las mujeres estaban menstruando. El premio recibido por Gálvez, además de ser abogado de las compañías bananeras, fue la presidencia de la república. Sus admiradores lo tienen como personaje campechano, con habano en la boca, de sombrero y a pie, uno de los modelos nacionales de hombre demócrata y modernizador del Estado.
El golpe de estado de 1963 derrocó al liberal Ramón Villeda Morales, años después y para gran orgullo familiar, el que encabezó ese golpe lo nombró embajador en la ONU. La historia de su partido lo tiene como gran hombre de ideas, demócrata por excelencia. En su período, mediante ley del Estado, ordenó decomisar y quemar todos los libros que hablaran de cosas rojas, incluyendo Caperucita. Fue político excepcional, único en la historia; aunque no exista el acta de nacimiento que lo demuestre, Villeda se declaró guatemalteco-salvadoreño-hondureño por haber nacido en el trifinio de Ocotepeque. Uno de sus hijos fue galardonado por el golpista Roberto Micheletti con el premio nacional de arte por sus pinturas, aunque nunca puso sus obras en exhibición, pero si fueron conocidas por su esposa. Esto aparece en su discurso de aceptación de dicho premio. Pintor sin obras conocidas, veterinario de profesión que, seguramente, ejerció como médico de cabecera del gobernante de facto.
El modelo perfecto de golpista y poseedor de ese record en toda América Latina, fue Oswaldo López Arellano. Actor directo de al menos cuatro golpes de Estado, leal a más no poder y amigo fiel de todos los gobernantes hondureños desde 1957 hasta su muerte. Uno de sus atributos más importantes era resolver problemas de un “solo pencazo”, menos la guerra de 1969 en donde debido a la corrupción y la incapacidad castrense se puso en claro que la mayor parte del mando militar carecía de conocimiento frente a ese problema y que, gracias a la movilización del pueblo hondureño y a la OEA, se detuvo el ficticio conflicto honduro-salvadoreño. En 1975 y de la mano de su eficiente ministro de economía, Abraham Bennaton Ramos, recibieron millonarios sobornos de una compañía bananera, fueron separados de sus cargos. Pocos años después de esa humillante circunstancia, con la amnesia histórica en funciones, se disfrazaron de prestigiosos empresarios y en símbolos del éxito financiero para toda la empresa privada, al grado de fungir como brillantes conferencistas sobre asuntos de responsabilidad social y ética de los negocios.
Uno de los más excelsos patriotas, de refinado lenguaje y estética figura, se llama Roberto Suazo Córdova. Entre 1981 y 1986, hizo del país una plataforma de agresión norteamericana desde donde se atentó contra Nicaragua y se encargó de instalar numerosos cementerios clandestinos para casi 200 personas que pensaban diferente; destacó también por ordenar el desaparecimiento de hombres y mujeres dignas y opuestas al régimen, de torturar a cientos de ellos en casas de seguridad por todo el país. Después, con fúnebre sentido del humor contaba que las personas desaparecidas seguramente estaban en Saturno, en la Luna o en alguna estrella lejana del universo profundo. Notables fueron sus éxitos en juegos de naipes y en loterías ilegales. Además, brilló a nivel mundial cuando a cambio de la construcción de un estadio de futbol en su ciudad natal dotó de pasaporte diplomático a un empresario español que luego fue acusado de evasión de impuestos.
Uno de esos sujetos con alto sitial en nuestra historia es José Azcona, honradísimo en los asuntos públicos hasta afirmar no ser responsable de los actos de corrupción de sus ministros; transformó ciertas formas convencionales de la ingeniería civil a nivel mundial, al mandar a pintar de rojo y blanco importantes obras de infraestructura; en un momento de su mandato se rodeó de expertos en óptica y oftalmología, fue objeto de ataques de ceguera parcial por sostener que no veía la existencia de crisis económica, según él eran ficciones de los opositores políticos.
Otro prohombre, destacado atleta y encantador en sus formas, fue Rafael Callejas Romero; implantó medidas económicas neoliberales y derramó tantos beneficios científicamente demostrados con la proliferación de restaurantes de comida chatarra. Su desarrollada visión ecológica contribuyó a impulsar la siembra de árboles como norma. Desde 1992 por ese profundo interés por la naturaleza y, como son plantíos de largo plazo, se espera que den frutos en los siguientes 20 años. Tal vez sean nuevas especies enanas que crecen de forma distinta que las tradicionales. Humilde y discreto hasta el extremo de mandar a comprar la edición completa de una revista española para que no fuera conocida la sencillez de su vivienda. Uno de sus momentos privados, estelares, dignos de las producciones del cine mundial, fue cuando lo deportaron del aeropuerto de Miami, con bolsa de papel en mano, las injustas autoridades norteamericanas irresponsablemente lo acusaron de “corrupción pública”, pero el valiente y honesto sistema jurídico hondureño demostró su inocencia y le entregaron cartas de libertad a granel. Desde entonces, este impoluto patriota, abanderado de la honestidad, ni siquiera puede hacer escala en algún aeropuerto del país del norte. Y este sujeto, en Suiza o en Inglaterra, le toca entonar las sagradas notas del himno nacional poniendo su diestra sobre el pecho como muestra perfecta de patriotismo.
La historia registra el paso de otro individuo conocido también como Carlos Flores con agenda nueva, al estilo de Paolo Coelho, en blanco, sin anotaciones conocidas, dijo algo de reingeniería social en el Estado, todo circunspecto, sin reírse, muy serio el hombre, habló mucho más en privado y en donde nadie lo escuchaba siguió hablando, y azota el Huracán Mitch dejando casi 7 mil muertos y más de 13 mil desaparecidos. Y no dejó de hablar del desastre, casi agradece al cielo por ese fenómeno de “proporciones bíblicas”. A dos décadas después del desastre se sigue esperando el resultado material y contable de las millonarias ayudas recibidas.
En1994 llegó al poder Carlos Roberto Reina, con aspectos tomados de Villeda Morales, mirando siempre al pasado, decían que tenía los bigotes de Rodas Alvarado, las patillas de Morazán y un machete para cortar de tajo la corrupción. Ni siquiera supo que esa herramienta estaba oxidada y bien pegada a la funda, nunca pudo sacarla. Siempre se declaró liberal, laico, al estilo de los ilustrados de la independencia, cuestión que lo hizo edificar una capilla en la casa presidencial para rezarles a todos los santos y vírgenes existentes en el olimpo. Ni los del Opus Dei lo harían mejor. Es en ese gobierno en donde se crearon las condiciones que hicieron posible otra violación a la ley fundamental. Fue el momento en que se inscribe la candidatura presidencial del panameño Ricardo Maduro, con la consciente complicidad de los jerarcas liberales en el poder. Continuador directo de Callejas Romero al profundizar los ajustes estructurales, privatizar servicios, anular la reforma agraria, debilitar las organizaciones populares y convertirse en estandarte de la ultraderecha de la región. Actualmente desde su oficina se planifican y se dirigen las medidas privatizadoras de la educación pública impulsadas por el banco mundial.
Durante el gobierno liberal de Manuel Zelaya, entre amagos populistas y otras medidas democratizadoras, ocurre algo que parecía superado por la cultura política latinoamericana, lo que tal vez sea el episodio de corrupción más grande de la historia nacional: el golpe de Estado del 28 de junio de 2009; acompañado de actos del circo jurídico, magia burda de magistrados y diputados, al sacar del sombrero del mago la carta de renuncia del presidente y el seudoconcepto de sucesión presidencial. Tres eventos simultáneos en medio de masivas protestas populares y una feroz represión. En el gobierno golpista de otro liberal, en tan sólo siete meses, en otro contorsionismo exclusivo de los ladrones del momento, se esfumaron siete mil millones de lempiras.
Desde esa dolorosa circunstancia, en medio de altos niveles de abstención electoral, llega al poder ejecutivo Porfirio Lobo, en el congreso Juan Hernández; y como algo naturalmente surgido del golpe de estado, su efecto contundente, se disparan los niveles de corrupción e impunidad; esto se convierte en el alma de ese gobierno y del siguiente. De modo que no hay forma de conocer algo del gobierno de Lobo y de Juan Hernández sin esos dos elementos. Ahora sabemos un poco del asalto al Instituto Hondureño de Seguridad Social, hay una cantidad que se menciona, pro falta que aparezca la cifra que contenga lo robado a todas las entidades autónomas del Estado y, en general, el saqueo de todas las instituciones y su absoluta pérdida de credibilidad.
A grandes rasgos así ha sido y es el tipo de patriotismo que se gastan los que han sido presidentes de Honduras. Es en septiembre en donde procuran exhibir sus dotes de saltarines y su habilidad para posar frente a cámaras en el circo del momento; en esos grotescos espectáculos en los estadios, aquí se despliega septiembre, el momento de los siempre honestos gobernantes, en nuestro mes de la patria.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas
2 respuestas
Excelente articulo ,con mucho gusto lo compartire !!!!!
Pacotilla de corruptos…