Con dedicatoria a los ministros de Cultura y Educación.
Por Sergio Rodríguez *
Al arribo del nuevo milenio Honduras continúa viviendo en el pasado. Desde ya más de varias décadas necesitamos de un nuevo Teatro Nacional de las Artes; un monumento arquitectónico que llegue a ser el orgullo de todos los hondureños; de hoy y de las generaciones futuras. Un teatro moderno en el que celebremos nuestra humanidad; nuestra cultura.
Si bien es cierto El teatro Nacional Manuel Bonilla es un portento histórico que debemos mantener- ahí en sus paredes están grabados los miles de conciertos y actividades culturales que son parte de nuestra historia-; también es cierto que para casi un millón de habitantes de la capital este bello teatro es obsoleto por las siguientes razones: el escenario es muy pequeño y es más apto para actividades de cámara; para grupos pequeños, su capacidad de audiencia es muy limitada, en contraste con lo que necesitan los habitantes de la capital; está ubicado en la parte baja de la peatonal con difícil acceso para una gran mayoría de capitalinos; da miedo acercarse por la noche por esos lares, hay poca iluminación y esta rodeada de toda clase de malandrines al acecho; los artistas y espectadores sufren porque acústicamente no hay aislamiento sonoro; es decir que cuando los buses pasan por sus alrededores el teatro vibra estremecedoramente, asustando también un desparpajo de murciélagos (habitantes perennes en su cielo raso) en loco vuelo por todos lados; los camerinos son inadecuados y sin ningún separación acústica o insonorización, el calor es insoportable; en los intermedios no hay capacidad para los lavados y además no existe acceso para personas con problemas físicos; el parqueo es limitado, etc.…
Como preámbulo de esta propuesta, quiero rememorar una de mis experiencias de cuando en mis años mozos fuimos en nuestra primera gira artística con la orquesta de la Victoriano López hacia Guatemala (1978). Estuvimos de visita en el teatro Nacional Miguel Ángel Asturias. Al descubrir tan magnifica maravilla de diseño, nos dimos cuenta con una grandísima tristeza de la limitación cultural de nuestros gobernantes. El Teatro Miguel Ángel Asturias (Premio Nobel de Literatura) tiene entre otros salones, una sala de conciertos para música de cámara, sala para teatro, sinfónico y concha acústica; para conciertos al aire libre. Y es ahora un icono del orgullo chapín.
La experiencia de un concierto en vivo es inigualable. Ahí se viven momentos mágicos entre los artistas y espectadores. Es una experiencia entre dos vías; la del artista y la del oyente. En mis cursos de dirección orquestal, estuve en una conferencia acerca del funcionamiento de un teatro y de la experiencia que se espera entre los artistas y la audiencia. El teatro, por ejemplo, tiene que estar a una temperatura adecuada en la que los artistas al igual que los concurrentes se sientan confortables. Una pequeña modificación al ambiente podría arruinar el espectáculo.
Es triste saber-para no ir más lejos-que no existe en la capital un lugar acorde en donde se puedan presentar espectáculos artísticos ya sea de cámara o para una multitud de asistentes. Los lugares que hoy se prestan para estas actividades son más bien para eventos deportivos o improvisados salones. Con la agravante que no están construidos acústicamente y los sonidos rebotan de pared en pared ocasionando unos estruendosos ruidos, cacofónicos en el que sólo se puede adivinar lo bien del espectáculo al ver las musarañas y energía de los artistas. Como consecuencia de estas distorsiones los audios espectadores salen sin haber podido disfrutar del espectáculo y en muchos casos no entendieron del porqué del fiasco, por eso de que no haya una comparación de un verdadero auditorio acorde a su función. Por otro lado, la mala imagen que se llevan los artistas que vienen del extranjero -acostumbrados a teatros y auditorios propios- nos muestran como una sociedad de atraso y miseria cultural.
Un teatro para este siglo requiere de varias salas: sala mayor para espectáculos sinfónicos, musicales, y opera, sala para música y espectáculos de cámara, salas de ballet, danza moderna, y artes dramáticas. Sala de ensayos, sala de galería para artes plásticas, lobby para conferencias, sala de talleres, seminarios y estudios especializados, concha acústica para eventos al aire libre de todo tipo, cada sala debe de tener su propio equipo técnico moderno, iluminación, cubiertas acústicas, grabación; audio y visual.
Aquí en esta palestra propongo la creación de un Teatro Nacional de las Artes, al que podríamos llamar en honor a nuestro ilustre poeta; Roberto Sosa (Premio Adonáis y Casa de las Américas). Dejemos a nuestros hijos un monumento de lo mejor de nuestra Honduras. Dejemos estampado que nuestra existencia produjo frutos imperecederos, por la cual se sientan orgullosos nuestros herederos. Luchemos todos con nuestra creatividad e inteligencia y fabriquemos un eslabón perpetuo de nuestra valides en el mundo. Fundemos un teatro moderno que sea un digno punto de referencia de y para nuestra cultura.
*Violinista, compositor y director de orquesta
Atlanta, GA USA
sergio.raulrodriguez@gmail.com
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