Retos y desafíos del MEU (2-2)

Por: Engels Lopéz

Consideraciones previas

En la primera parte de esta sección (1) reflexionaba sobre la construcción histórica del Movimiento Estudiantil Universitario (MEU), y ofrecía una serie de elementos conceptuales que nos permitan comprender la dinámica del MEU. En esta entrega me detendré a puntualizar los retos y desafíos del movimiento.

Antes de entrar en el debate me gustaría poner en discusión algunos puntos de contexto que permitan ubicarnos en un punto intermedio y comprender algunos hechos suscitados en la universidad y en el MEU:

  1. Las autoridades universitarias se han mostrado intransigentes ante los acuerdos de diálogo firmados con el movimiento estudiantil en julio del 2016. Lo cual recobra sentido si comprendemos la dinámica del actual proceso de reforma impulsada desde las periferias y centros de poder del campo universitario; los intereses de poder que se juegan en la universidad y las tensiones actuales en el marco de la elección de la Junta de Dirección Universitaria (JDU) y el calor electoral del país, vuelven a poner a la UNAH en los ojos de la clase política que ven a la universidad como una institución de prebendas y favores políticos; y un posible agotamiento del ciclo del “Julietismo” con la salida de la Rectora Julieta Castellanos, que vienen a poner en discusión el avance, retroceso o estancamiento de la reforma universitaria.
  2. El MEU sigue sin lograr cohesión organizativa entre sus partes, lo que está conllevando a una fragmentación organizativa que se evidencia en los ataques permanentes que mantienen sus miembros en las redes sociales; la lógica institucional con la que opera el MEU, luego de los acuerdos de diálogo, es evidencia del actual reflujo del movimiento y su estancamiento en la profundización de los procesos de organización y la politización estudiantil; situación que se viene a agravar ante la falta de un posicionamiento político y académico por parte del movimiento estudiantil, el cual repercute en la ausencia de un accionar planificado y estratégico.

Los retos y desafíos son pensados al calor de esas dos disyuntivas que retratan las actuales tensiones políticas en la universidad.

  1. Pensar más allá de las Elecciones Estudiantiles y las Normas Académicas

El diálogo como acción comunicativa, diría Habermas, es el ir venir de los actores que mediante la racionalización reflexiva de sus ideas son capaces de construir desde lo colectivo sistema de ideas, sistemas de acción y sistemas sociales. El diálogo como acción comunicativa es el esfuerzo de los actores por desvelar los problemas estructurales en los momentos de crisis y repensar desde acción comunicativa los esquemas institucionales.

El actual proyecto de universidad, que más que una reforma es una modernización, busca legitimar el orden societal bajo formas de dominación simbólica (culturales, políticas, económicas), mediante la formación profesional de estudiantes consumidores en detrimento de la construcción de ciudadanía.

Las autoridades universitarias defienden “su proyecto” bajo un modelo organizativo burocratizado que posterga el desarrollo académico de la universidad; practicas institucionales enmarcadas en criterios de eficiencia y eficacia que responde a lineamientos de la internacionalización de la educación superior; poder centralizado en manos de rectoría, vice rectorías y direcciones que reproducen prácticas autoritarias y conservadoras; y en donde la universidad es vista como una empresa que presta servicios educativos y que sus resultados son medidos, no por el cumplimiento de sus funciones como institución pública, sino por calidad de sus servicios bajo el enfoque por competencia impulsado en las universidades por los ideólogos del capitalismo académico.

Si bien es cierto que con la firma del acuerdo entramos en un nuevo ciclo de lucha estudiantil el cual se debate por avanzar en los procesos de participación estudiantil (elecciones estudiantiles) y desvelar los problemas estructurales de la universidad (análisis de normas académicas): la apuesta de los sectores estudiantiles debe de ser, la de trascender la institucionalidad y abrir esos espacios autónomos de poder estudiantil como la Federación Estudiantil de Estudiantes Universitarios (FEUH), Juntas de Facultad y Comités Técnicos de Carrera.

El abrir esos espacios autónomos el movimiento estudiantil es capaz de conquistar ese nuevo ciclo de lucha estudiantil. Considero que la reflexión puede girar en las siguientes dimensiones: ¿Cual deberán ser las formas de resistencia?, ¿Bajo qué cimientos deberá de sustentarse la construcción de la utopía estudiantil en la universidad?, ¿A que hay que apostarle en el corto, mediano y largo plazo?, son algunas de las preguntas que pueden dar luces para fortalecer el movimiento.

Pensar más allá de las elecciones y las normas académicas, es tener consciencia de la inquietud intelectual de poner en cuestión y desnudar el actual proceso de reforma para poder darnos cuentas de su génesis, sus apuestas y dinámicas.

Bajo esa pretensión considero que el análisis debe de orientarse bajo los siguientes puntos:

  1. La falta de claridad en el modelo universitario que determine el ser y el hacer de la universidad y que oriente el desarrollo académico, político, científico y cultural de la universidad. En la UNAH no existe la claridad de la concepción de universidad, las funciones de la universidad y la dinámica del mundo universitario. Eso representa un serio problema al momento de abrir cause a un proceso de reforma universitaria.
  2. Modelo organizativo burocratizado que posterga el desarrollo académico y el poder centralizado en la rectoría, vicerrectorías y direcciones. Las escuelas y los departamentos académicos (lugares donde se genera el conocimiento y el cultivo de la ciencia) están ubicados en el último escaño del modelo organizativo y por encima vemos una serie de instancias controladas por rectoría. Un modelo organizativo, que, a nivel de facultades, escuelas y departamentos, (modelo francés o napoleónico) el desarrollo académico se encuentra fragmentado y no permite la interdisciplinariedad.
  3. Un modelo educativo que entra en contradicción, ya que la universidad no cuenta con las instalaciones adecuadas para un desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje; un modelo educativo que se sustenta en paradigmas (dialectico, constructivismo y humanismo) que entran en contradicción cuando observamos las practicas conservadora, reaccionarias y autoritarias de las autoridades universitarias hacia la criminalización de estudiantes y profesores; un modelo educativo que no define como articular los tres ejes de la reforma: investigación-docencia-vinculación; un modelo educativo que entra en contradicción con las normas académicas.
  4. La ausencia de una reforma curricular integral que se relacione con los componentes arriba mencionados. Se nos presenta una reforma curricular impuesta desde los decanatos, vicerrectoría académica y departamentos de carrera; sin participación de los estudiantes y de los sectores organizados de la sociedad; una reforma curricular que responde más a las estrategias de la Vicerrectoría Academia que a las apuestas académicas y políticas de la universidad; y una reforma curricular que responde más a las presiones de la cooperación internacional que a los problemas de la sociedad hondureña.
  5. Ausencia de reforma universitaria y excesiva modernización mientras que la reforma pretende redefinir el quehacer científico y cultural de la universidad, a fin de convertirla en una institución que colabore activamente en el cambio social. La modernización, por su parte, aspira a elevar el rendimiento académico de la universidad conforme a los criterios de los centros más altos de actividad científica, es, decir, de los países desarrollados. La reforma busca que la universidad sea, desde su propia perspectiva, un centro que ayude a precipitar el cambio revolucionario, en tanto que la modernización tiene como premisa básica la mantención del sistema vigente y, aun mas, fortalecerlo mediante recursos científicos y culturales. De allí que, si la reforma se plantea la incorporación de la ciencia a la universidad, lo hace en el entendido que se orienta a la solución de los problemas que aquejan a las grandes mayorías nacionales, en tanto que la modernización lo hace con el fin de colocarse a la altura del rendimiento de los países desarrollados, apuntando a perfeccionar el sistema vigente.

Y es que precisamente, pensar más allá de las elecciones y normas académicas, es pensar en la posición del MEU ante una dinámica de reforma que avanza. Eso tiene que conllevar al MEU a replantearse sus objetivos y plantear un programa de acción política que sea capaz de ir desvelando los problemas estructurales de la universidad.

Pensar más allá de las normas academias y las elecciones estudiantiles es avanzar en la politización de la universidad y sentar las bases para la creación de una nueva universidad.

  1. La Politización del Espacio Universitario

La politización del espacio universitario es dinamizar el debate en la universidad, es poner en cuestión los rasgos antagónicos de la política universitaria, es pensar desde lo colectivo las pasiones, emociones de los estudiantes, es luchar en contra las amnesias colectivas, es construir las alternativas.

Zygmunt Baumant (2) desarrolla la idea que los puentes entre la vida pública y la vida privada están desmantelados o ni siquiera fueron construidos alguna vez; o, para expresarlo de otro modo, en tanto no existe una forma fácil ni obvia de traducir las preocupaciones privadas en temas públicos e, inversamente, de discernir en las preocupaciones privadas temas de preocupación pública. Y en tanto que, en nuestra clase de sociedad, los puentes brillan por su ausencia y el arte de la traducción rara vez se practica en público.

En el caso de la universidad podemos constatar los efectos políticos sobre la vida pública cuando el MEU desborda la institucionalidad, que se caracteriza por la emergencia de nuevos actores políticos, por la creación de identidades, por generar opinión pública sobre la problemática universitaria, por descontruir desde lo cotidiano la vida privada y traducir las inquietudes personales en un problema público y por hacer de la universidad una preocupación pública.

En una sociedad liquida menciona Baumant (3) las relaciones sociales son liquidas y la gente está más preocupa por abrir un ciclo que por cerrarlo, la posibilidad de cambiar este estado de cosas reside en el ágora, un espacio que no es ni público ni privado sino, más exactamente, público y privado a la vez. El espacio en el que los problemas privados se reúnen de manera significativa, es decir, no solo para provocar placeres narcisistas ni en procura de lograr alguna terapia mediante la exhibición pública, sino para buscar palancas que. colectivamente aplicadas, resulten suficientemente poderosas como para elevar a los individuos de sus desdichas individuales; el espacio donde pueden nacer y cobrar forma ideas tales como el «bien público», la «sociedad justa» o los «valores comunes».

Para Juan Carlos Monedero (4) en ese espacio denominado “ágora”, hoy fragmentado a nivel de sociedad y a nivel de individuos, es precisamente donde se lucha contra el sentido común neoliberal, contra la hegemonía de la economía sobre la política, contra la hegemonía de la gobernanza sobre la legitimidad. Ese espacio denomina ágora es donde se politiza el espacio público.

Siguiendo a Monedero, politizar algo es hacer consiente el conflicto inevitable entre los intereses de los individuos y grupos, y los del resto del colectivo; politizar es positivo para la emancipación para el cambio social y para el activismo político que trata de reconquistar aquellos espacios públicos arrebatados por el mercado y las burocracias; politizar es estar despiertos es estar en vigilia; y politizar no es enjaularse en los valores de la democracia[1].

La politización impulsada desde MEU puede ser vista como mecanismo para avanzar en la democracia deliberativa y conquista del espacio como el mecanismo por el cual se puede avanzar en los procesos de identidad y cohesión; y el aspecto que permite construir desde lo cotidiano los problemas del estudiante.

La politización puede construir ciudanía estudiantil y es el espacio por el cual se construye el poder estudiantil comprendido como una manifestación de lo político que se consuma en los esfuerzos de construir la nueva universidad. Esta politización en el caso del MEU, es un proceso aún incipiente, pero con emergencias propositivas que se notan en los planteamientos académicos y políticos para una nueva universidad.

  • La Nueva Universidad

Podemos puntualizar la nueva universidad en las siguientes dimensiones:

  1. Universidad pública, gratuita y laica: recogen el sentido tradición de concebir la universidad y manifiesta que la universidad tiene que estar abierta todos los sectores de la sociedad; la gratuidad es vista como ese sentido de lo público que se contrapone al mercado; y lo laico, como la separación de la universidad de las órdenes religiosas como elemento para practicar el libre pensamiento.
  2. Universidad democrática: como el espacio deliberativo para tocar los problemas de país y los problemas de la universidad. También resalta la idea de la democratización de la investigación donde los estudiantes puedan ser gestores del conocimiento científico desde la libertad académica y no desde las restricciones que impone la universidad; la democratización de la cultura en donde el pueblo hondureño y la comunidad universitaria sea conocedor del acervo cultura de la universidad, en su mayoría de los casos restringida y poco difundida; y la democratización de los espacios de participación como instrumentos de conquista del poder estudiantil y espacios para impulsar la construcción de la nueva universidad.
  3. Universidad multicultural: que sea capaz de reconocer las diferentes culturas del país en el espacio universitario y que desde la universidad se reconocen sus prácticas interculturales ya sea como pueblos indígenas, de la diversidad sexual y la inserción del enfoque de género, con el objetivo de que la universidad establezca un vínculo directo con estos actores, organizaciones y sus comunidades.
  4. Universidad de alternativas: como ese desarrollo de la ecología de saberes que la universidad tiene que potencializar con el objetivo de dar cuenta de la problemática nacional desde todas las áreas de conocimiento a través reconocimiento la diversidad cultural del país. Se perfila a la universidad como espacio de descolonizar el pensamiento y abrir espacios para la formación de estudiantes comprometidos con la transformación del país.

Esos cuatro puntos que son de suma importancia al momento de avanzar en la construcción de un proyecto de reforma universitaria desde abajo. La aspiración seria que con el avance de la construcción y consolidación del movimiento esta idea se vaya desarrollando y poder construir desde los estudiantes una nueva universidad.

  1. Hacia una Acción Programática del MEU

El MEU como todo movimiento estudiantil que comparte características con los nuevos movimientos sociales y los movimientos sociales red, tiene que superar obstáculos que le son propios por su naturaleza y composición.

La acción programática del MEU tiene que pasar por considerar los siguientes elementos:

  1. Trascender la lógica institucional: los nuevos movimientos estudiantiles en Latinoamérica se caracterizan por trascender las lógicas de poder de la universidad, es decir, que su accionar no gira alrededor de lo que dicen las autoridades, sino que su accionar es propio de los movimientos que se disputan el poder en la universidad. En el caso del MEU esto es de suma importancia, ya que los valores de la universidad en su sentido público, gratuito, crítico y autónomo solo es posible con una posición crítica y de alternativas, que permita al MEU ser la vanguardia en los procesos de trasformación de la universidad.
  2. La democratización de los espacios internos: la cultura política de los movimientos estudiantiles se caracteriza por innovar las formas de organizaciones y participación estudiantil. El MEU abandera esta idea de organización, pero en la medida que vaya avanzando le permitirá ir generando cohesión, identidad y los procesos de autocrítica tan necesarios en el seno de los movimientos sociales.
  3. La formación de liderazgos: el movimiento estudiantil se caracteriza por ser sus miembros pasantes de la universidad y la condición de ser jóvenes estudiantes universitarios. El MEU a lo largo de su evolución ha demostrado ser un movimiento generacional que se nutre de la experiencia y voluntad de sus miembros. Pero en este nuevo ciclo de lucha estudiantil y la oportunidad de ser parte de los procesos de transformación universitaria se requiere de una sucesión de liderazgos capaces de pensar académicamente y actuar políticamente con el objetivo de darle continuidad a los procesos.
  4. El pensar en colectivo para crear alternativas: los movimientos estudiantiles se caracterizan por su innovación y creación permanente ya sea de formas de resistencia o su habilidad para poner en agenda el tema de la educación pública. Y es que, si partimos considerando la “ecología de saberes” que caracteriza al MEU, pensar en colectivo se torna un tanto difícil como complejo y crear alternativas es un tanto alucinador. El MEU tiene que empezar por reconocer la diversidad ideológica del movimiento y la pluralidad de sus organizaciones, lo cual conllevara a un auto reconocimiento organizativo que sea capaz de estar unidos en la diversidad. Este elemento es de suma importancia para la generación de debate y la creación de alternativas, la cual pasar por considerar la esencia del pensamiento colectivo y la pluralidad de métodos y prácticas para alcanzar los objetivos.

Esos elementos son de suma importancia para comprender los retos del MEU y sus desafíos a lo interno que le permitan avanzar en su consolidación como movimiento y posicionarse ante el actual conflicto que atraviesa la universidad.

A lo externo la acción programática del movimiento tiene que permitirte moverse entre la arena de lo civil y la arena de la política. Esto es de suma importancia para comprender que los movimientos estudiantiles tienen que ser capaces de salir de sus lógicas territoriales y abrirse a los entramados de relaciones políticas que componen el mundo de las organizaciones sociales. Esto pasa por considerar algunos elementos:

  1. La definición de un proyecto estudiantil: el MEU debe lo más pronto posible plantear sus grandes objetivos y definir sus estrategias. Las amenazas de las autoridades universitarias son permanentes y persistentes hegemónicamente y las oportunidades del MEU son potencializadoras al momento de pensar en un cambio en la universidad. El proyecto tiene que ir enmarcado en el reconocimiento del ser y hacer de la universidad como elemento de disputa para conquistar el modelo de universidad y su proyecto académico;  la lucha por una reforma universitaria que se plantee el tema de la transformación de la educación universitaria; rescatar la noción de autonomía universitaria como el mecanismo que le permite a la universidad su reinvención académica- científica y su posicionamiento político en la orientación de la reforma y sus aportes a la transformación social; la construcción de ciudadanía estudiantil como mecanismo para generar practicas deliberativas y responsabilidad social en el estudiante universitario; la relación de la universidad con las organizaciones sociales y los movimientos sociales como aspecto que le permita a la universidad definir y orientar su política en términos de investigación, profesionalización y vinculación. Todo lo anterior enmarcado en la lucha por la educación pública, gratuita y laica y el desarrollo de una universidad con acceso universal.
  2. La articulación en red: las apuestas que se trazan en los proyectos estudiantiles tiene que ser una apuesta articulada con los sectores sociales organizados. La universidad contemporánea tiene retos y desafíos que enfrentar y no será posible si no somos capaces de pensar las alternativas desde la colectividad. La articulación en red tiene que permitir la movilización social y posicionamiento político sobre el problema de la educación pública y ser esa red el espacio que permita la cohesión entre los sectores que le apuestan a la transformación del sistema educativo. La articulación también tiene que ser pensada como elemento de solidaridad entre movimientos y organizaciones sociales en momentos de crisis y resistencia popular.

*Engels López Estudiante de Sociología y Trabajo Social

Referencias

  1. Véase: Retos y desafíos del MEU (1-2) http://criterio.hn/2016/09/05/21749-2/
  2. Zygmunt Bauman. En búsqueda de la política. FCE, 2001
  3. Zygmunt Baumant. La sociedad liquidad. Paidos, 2013
  4. Juan Carlos Monedero. Curso urgente de política para gente decente. Paidos, 2013. Juan Carlos Monedero. El gobierno de las palabras: política para tiempos de confusión. FCE, 2013

 

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