Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
A mis amigos y también a mis enemigos
Platicábamos ayer aquí, en esta columna, amigo, acerca del frente externo, de las relaciones exteriores del fraude. Y supongo que Ud. lector amable y paciente, se percataba que tengo menos esperanzas en ese flanco, exterior, que otros amigos incluso muy cercanos. (No estoy seguro si porque entiendo mejor o porque soy más viejo.) Sé que hay una solidaridad importante de civiles, políticos incluso en EUA que exigen una solución y quizás un anhelo de cooperación en algunos de los países libres del continente. La OEA insiste. Inclusive ahora advierte que hay un peligro dice, en dejar pasar el fraude…para la región. Pero también entiendo –porque lo he estudiado exhaustivamente– que por encima de las buenas intenciones está el designio brutal del hegemón. De la potencia que dispone de incontables recursos. En ese sentido entiendo incluso a Salvador, que se acobarde. Solo que no estoy de acuerdo. En entregarme…al sacrificador. Nadie vendrá de afuera a salvarnos. Odio que me arranquen el corazón.
Platiquemos ahora del frente interno, al que ya nos introdujimos. Advirtiendo la estrategia del gringo. La antigua. De divide y vencerás. Anotando que -aquí hay quien se presta a eso, efectivamente, se está prestando a ese juego y quien trata de impedir la división, pero no puede, porque las células se dividen. Y concentrémonos en esta esquina, quienes entendemos que, aunque pueda haber sorpresas, dolorosamente este proceso cursara su camino… y nos vamos a quedar un poco más solos los dispuestos a continuar resistiendo. Si no hay diálogo. Y a pelear.
No es para nada que el diálogo sea imposible. Incluso acepto que sea sin condiciones. Es decir sin exclusión de las genuinas posibilidades de solución, y por supuesto sin la condición, que sería tonto aceptar, de que ese Señor ahí, vestido de frac con una banda bordada en el pecho, fue electo (no fue) presidente. Y por tanto puede hablarnos desde la solemnidad del poder y nosotros tenemos que escucharlo en la llanura de la derrota. Tampoco es cierto que se pueda partir, como alguna vez aseguro aquel amigo voluble, de la posición de que Salvador es el Presidente electo. Tampoco es. Panamá y Costa Rica y otros que piden diálogo están pensando en un diálogo genuino, dice Costa Rica un diálogo, inclusivo, de las partes opuestas. Se puede, dialogar.
Un dialogo, repito, solo se puede dar entre dos iguales, es decir dialogantes que están en igualdad de condiciones, en un sitio neutro. Solo puede ser moderado por una parte confiable para ambos. No sé si es el que contemplan Nasralla y Luis Z. No sé si lo que proponen los estadounidenses desde el día mismo de la elección es de verdad un dialogo genuino. Veremos. No es el que se propone realizar JOH. Que es que es un encore. Un deja vu. (Ya lo hizo antes JOH. Dijo diálogo y organizó un teatro de sombras, una conversación entre sordos, una pantomima absurda, entre mareros que solo se comunican con musarañas.)Y ¿quién lo va a culpar si se sale con la suya, y se lo pasan?
El dialogo es siempre entre dos partes Juan, te lo deberían haber enseñado de joven, eso es lo que significa la palabra, dos partes iguales, en este caso el gobierno todavía en funciones y la oposición, en un punto fijo. Es decir tiene que convenirse, tomar lugar y fructificar antes de que ninguna de esas partes deje de ser lo que es y busque convertirse en otra cosa. Es decir antes que el gobierno vigente quiera convertirse en el próximo gobierno o de que se formen nuevos opositores, lo que a la larga también es inevitable. Al gobierno lo debes representar tú, con los otros dos poderes del estado, tus designados. A la oposición lo tienen representar, coordinados entre ellos, los representantes legales de los partidos que te disputaron la contienda.
¿Quiénes serán entonces los legítimos convocantes, y quienes los moderadores externos confiables? Podría convocar el Sica con un acompañamiento de NNUU, y podrían moderar por ejemplo los miembros del Sica que no se han pronunciado a favor ni en contra, solo quedan ya Nicaragua, Belice y Republica Dominicana. Y aun así y sin condiciones, un dialogo requiere una agenda y un juego de reglas y un compromiso para llevar a cabo los acuerdos y garantizarlos.
La primera regla es la de que el dialogo sea público, no porque una infinidad de observadores legítimos podrán interferir y descarrilar la discusión entre las partes afectadas… dos… el gobierno y su oposición, sí no porque todas las organizaciones civiles podrán estar presentes y escuchar y observar a los dialogantes… en todo momento. Y no habrá secretos ni misas negras ni sorpresas. Otras reglas pueden plantear por ejemplo un Desarme general sí, pero de verdad, es decir también de la policía militar y de los escuadrones de la muerte, y reclusión de los soldados en los cuarteles de la frontera. Tienen que incluir las reglas una comunicación abierta y transparente. Nadie acapara el tiempo, porque se publicara del Dialogo, en iguales espacios de tiempo aire e impreso, lo que vayan reportando por partes iguales los relatores nombrados por ambas partes como voceros. Tomará lugar el encuentro en un espacio asegurado, custodiado por cascos blancos o azules de NNUU. No por la PMOP. Sin acceso a las turbas azules ni doradas.
Nota relacionada “Solo habrá diálogo si JOH acepta que yo gané”: Salvador Nasralla
La agenda tiene que ser sencilla. Puesto que lo que se objeta es la legitimidad de la sucesión… se discute. ¿Cuál es el camino para una nueva elección o un cambio de régimen? 2. ¿Cuáles son los pasos y requisitos para organizar la elección de una Constituyente originaria? 3. ¿Cuáles son las garantías que las partes se pueden ofrecer mutuamente para deponer sus posiciones, una y otra?
Si se emprende el dialogo con esas circunstancias de ahí, podría salir la señal de humo de un acuerdo. Lo demás es guerra.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas