Por: Edgar Soriano Ortiz
Este 26 de noviembre de 2017 se llevarán a cabo las elecciones generales luego de 8 años de gobierno del partido Nacional facilitado por las argucias post golpe de 2009. El régimen engrandecido por su autoritarismo bajo la dirección de JOH es el principal instrumento de las élites, mientras que el Partido Liberal como aliado natural del tradicionalismo dominante es un disuasivo estratégico, pero la actitud de su alta dirigencia está divorciada en gran medida de su base regional y local. Al otro lado está la Alianza de Oposición contra la Dictadura, liderada principalmente por el partido Libertad y Refundación quienes postulan a Salvador Nasrralla quien goza de amplias simpatías de sectores no ligados a la tradición política y la militancia convirtiéndose en un fuerte opción para enfrentar la maquinaria de un poder cohesionado por sus fantasmas y temores de perder sus privilegios.
Desde 2009 las estrategias de fuerzas internas y externas por dispersar a la resistencia y disciplinar a distintos sectores fácticos en el territorio han estado presente junto a un Estado con fuertes tintes autoritarios que constantemente ha violentado los derechos de la ciudadanía. El Estado hondureño controlado por una casta de familias y oportunistas al servicio de intereses quienes asumen a cual mejor actor teatral su personalidad inmaculada legitimando toda acción en nombre de la “patria” y el “Estado de derecho”. A veces casi al mejor estilo del cinismo iluminado de personajes como Mussolini, como sucedió el 16 de mayo de 1925 en el parlamento italiano en el que el dictador enfrentaba con soberbia y sonrisas burlescas los argumentos estructurados del pensador Antonio Gramsci, encarcelado años después por su régimen. Entre frenéticas intervenciones acusatorias de los seguidores de Mussolini Gramsci le simplificó que su régimen no se sostenía en el poder legitímate: “vosotros no contáis con más consenso que el obtenido a palos” (Gramsci, Antología, 1970).
Con el ejemplo anterior se puede emular las formas de hacer política en Honduras de parte de las castas familiares-grupales que representan una gran minoría de la población y que con cinismo absoluto asumen su papel teatral de “padres de la patria”. A continuación desgloso este gran reflujo conservador que vive Honduras y que impone en el actual escenario electoral el miedo:
- El conservadurismo de privilegios: Desde el periodo de la administración colonial española reducidos grupos familiares asumieron el control de los territorios y durante la construcción institucional republicana la desigualdad se profundizó, generando pobreza y tensión social. Ante ello las elites han mostrado su preferencia por los golpes de Estado para evitar reformas políticas que encaminen a la política participativa y de esa manera mantener esos viejos privilegios.
- Cúpulas religiosas: soñolientos de épocas fundamentalistas y abiertos a privilegios contemporáneos los líderes de las iglesias se han aliado fácilmente al golpismo y las formas autoritarias imperantes. Cabe destacar que hay una minoría de líderes a nivel de base religiosa que han asumido posturas más democráticas y resistentes ante la injusticia.
- Los medios de comunicación: Las élites en las últimas décadas tomaron el control de los medios de comunicación y monopolizaron sus capacidades institucionales convirtiéndolos como plataformas ideológicas al servicio de los intereses financieros.
- El partidismo tradicional: para mantener los viejos privilegios de un orden gravitando entre formas cuasi-feudales y capitalismo corporativo el Partido Nacional y el Partido Liberal se convirtieron en instrumentos claves de las relaciones políticas durante el siglo XX y principios de la presente centuria.
- Los intelectuales de derechas: en Honduras muchas personas que escriben en el nivel de articulistas, ente ellos militares retirados, abogados y de otras profesiones apelan a un discurso republicano partiendo idílicamente desde la “polis” griega con fin de argumentar que hay que defender las “instituciones democráticas” frente a las amenazas foráneas. Vaya contradicciones apelan a dogmas liberales y cuestionan argumentos de construcción de una democracias participativas, defienden el orden establecido mientras a su alrededor hay casi un 70% de sus conciudadanos que viven bajo la línea de la pobreza. Se discierne en sus escritos limitaciones teóricas, resentimientos y para algunos intereses concretos.
- Los imaginarios, entre el hartazgo y el miedo: tomando en consideración los anteriores elementos de dominio y de difusión ideológica la población está entre la incertidumbre, el cansancio y el miedo. Pero no todo es tan dócil, hay amplios sectores que por décadas han protestado y organizado formas de resistir a las imposiciones, han sido duramente reprimidos. La militarización está presente en muchos sentidos, el actual régimen le apuesta a ese orden armado, pero hay una conciencia que comprende que la situación es lesiva a los intereses ciudadanos y constantemente están retando a las lógicas autoritarias.
Las elecciones llegan con estrategias de miedo, manipulación mediática y corrupción al utilizar millones para controlar mesas y comprar votos, pese a ello y a los elementos expuestos anteriormente se siente como las élites y sus resonancias cierran filas temerosos de perder las elecciones. La población tiene una enorme responsabilidad frente al miedo manipulado.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
2 respuestas
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