Por: Rodil Rivera Rodil
Hace algún tiempo, supe de la existencia de un pueblo declarado maldito por la Iglesia Católica. Se trata del municipio de Trasmoz, en la provincia de Zaragoza, España, cuyos habitantes, actualmente menos de cien, fueron excomulgados en 1511 por el abad de un monasterio con la autorización del papa Julio II. La pena sigue vigente porque únicamente otro pontífice la puede levantar y hasta hoy ninguno lo ha hecho, no obstante, los más de quinientos años transcurridos desde entonces.
¿Por qué, se preguntará el lector, trae Rodil la excomunión de Trasmoz a sus reflexiones sobre la pandemia? Pues bien, desde que esta semana comenzó a salir a luz más podredumbre sobre Invest-H recordé esta curiosa historia y me puse a pensar que pareciera que también sobre Honduras ha caído una terrible maldición. Y no hablo solo del coronavirus, pues este se ha ensañado con todo el planeta, sino del completo desastre en que el presidente Hernández ha sumido a nuestro país. La pandemia no sería más que el escenario donde se representa esta tragedia, digna de la pluma de Sófocles o Esquilo.
Qué otra cosa podría explicar, sino un abominable anatema, el desbarajuste y absurdo de la realidad que estamos viviendo. Como en una película surrealista, el mundo que conocimos se volvió al revés. Un conocido médico es enviado a prisión por diagnosticarle alcoholismo al presidente Hernández. En tanto que notorios políticos encarcelados por atracar el erario público son puestos en libertad porque ahora un nuevo Código Penal considera este delito casi como una falta escolar.
En el reñido concurso de corrupción en el que compiten prácticamente todas las instituciones del gobierno, el primer lugar lo ganó Invest-H con su revolucionaria técnica de saqueo del presupuesto nacional. Anteriormente la “comisión” en los manejos turbios de los burócratas no pasaba de un 10 por ciento y no se cobraba sino hasta el final de la movida. Pero ahora Invest ha elevado este porcentaje al ¡70 por ciento! y se percibe en un máximo de 48 horas.
Con el novedoso sistema, la compra de los hospitales móviles resultó un soberbio negocio. La mordida, de acuerdo con el Consejo Nacional Anticorrupción y con diario El Heraldo, habría sido de alrededor de 33 millones de dólares. El mayor desfalco en una sola operación en toda la historia de Honduras y en el cual, según el expresidente Lobo, el ex director de Invest-H solo sirvió de mandadero. Pero, en sus propias palabras, “Bográn se la va a comer toda”. Agregando que el presidente Hernández se “ha paseado en el Partido Nacional y en las Fuerzas Armadas”.
En igual forma, con estas voraces prácticas de enriquecimiento ilícito no debe extrañarnos que, entre otras mil carencias, nos hayamos quedado sin medios para detectar el virus y menos para que conozcamos la magnitud de su propagación, sobre todo, en estos momentos en que el contagio se está extendiendo con rapidez a las áreas rurales donde la capacidad sanitaria es ínfima. Hasta el mismo vocero de Sinager lleva semanas reclamando en esa letanía que llaman “cadena nacional” que se practiquen, como mínimo, dos mil pruebas diarias. Aunque no estoy tan seguro de cuán honesta sea esta insistencia, pues el gobierno ha manipulado desde el principio estos datos. Porque ya se sabe que cuantas más pruebas más contagiados.
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Y esto acontece justo cuando estamos en pleno retorno “inteligente” a la normalidad, el que, reconozcámoslo, se está efectuando casi sin ningún control. Excepto, no faltaba más, si se considera medida de bioseguridad el uso de bombas lacrimógenas para desinfectar buses con todo y pasajeros. Es triste. Pero lo que se nos viene es el fatídico abrazo de la economía y la muerte.
En su edición del pasado viernes, diario El Heraldo denunció lo que sigue: “El gobierno se llama a silencio ante los últimos escándalos en Invest-H. Este pasotismo estatal contrasta con la ligereza con que mandaron a borrar el letrero que apareció de la noche a la mañana sobre un puente a desnivel en esta capital donde se le preguntaba al gobierno ¿Dónde está el dinero?”. Para los que lo desconocen, el vocablo “pasotismo” es definido por la Real Academia de la Lengua como: “Indiferencia ante las cuestiones que importan o se debaten en la vida social”.
“Dónde está el dinero”. Esta popular consigna que ya recorre toda Honduras resume genialmente la tremenda indignación de la ciudadanía por el inhumano asalto a los recursos que debieron haber servido para la pandemia, al igual que la exigencia de que se proporcione el nombre del o los principales responsables y beneficiarios y, por supuesto, que el dinero sea recuperado cuanto antes.
Y mientras el país sigue hundiéndose, el presidente Hernández se dedica, sin ningún pudor, a pregonar a todos los vientos que él es el sexto mejor presidente de toda América. Y, el colmo, que es uno de los que más eficazmente está enfrentando la emergencia. ¡Qué tal! Lo único que aquí supera la incapacidad y la corrupción es el cinismo. Pero olvida el mandatario que su perfil no ha pasado desapercibido en el exterior.
En una carta enviada hace pocos días por 28 congresistas de los Estados Unidos a la Corporación de Desarrollo Internacional (DFC), estos expresan su total rechazo al apoyo financiero de mil millones de dólares que la institución anunció el pasado 21 de julio para el sector privado de Honduras y, en particular, para la compañía Ingelsa, dueña del proyecto hidroeléctrico Jilamito, ubicado en el municipio de Arizona, Departamento de Atlántida.
La conocida congresista demócrata de origen nigeriano, Ilhan Omar, encabeza la lista de firmantes de la nota, en la que invocan las “creíbles” acusaciones de los líderes de Arizona contra Ingelsa por corrupción, intimidación, violencia y contaminación de la principal fuente de agua de sus moradores. Se cita en ella, además, el asesinato de varios organizadores de las protestas contra la represa, incluyendo a su apoderado legal, el joven profesional del derecho Carlos Hernández.
Los congresistas denuncian directamente al presidente de la República por su historial de graves violaciones de derechos humanos y laborales, fraude electoral, corrupción, así como de “profundas” implicaciones con el narcotráfico y el crimen organizado, de las que ha conocido la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York. Cabe mencionar que copia de la misiva fue remitida a Mike Pompeo, Secretario de Estado, y a Claver-Carone, candidato de Trump a la presidencia del BID.
En fin. Por las inéditas dimensiones de la catástrofe que experimenta el país, es que se me ha ocurrido que su causa, como en el caso de Trasmoz, en España, no puede ser otra que alguna maldición que alguien nos lanzó. De repente, por no haber sido capaces de impedir que don Juan Orlando se entronizara en el poder durante más de diez largos años.
Pero tal vez al estimado lector le interese saber que Trasmoz finalmente se rebeló contra la condena y no solo logró conjurarla, sino que terminó beneficiándose de ella. La convirtió en una excelente atracción para turistas con un “Museo de la Brujería” y la celebración de carnavales de “noches terroríficas” con derroche de ritos de magia, brujería y religión. Al grado que en una ocasión el propio pueblo votó en contra de pedir al Vaticano que lo absolviera de la excomunión.
Cuando nosotros hagamos lo mismo que Trasmoz y nos libremos de la dictadura -que lo vamos a hacer- este negro capítulo de nuestra historia deberá ser registrado en el Museo para la Identidad Nacional. No sé si será de interés turístico. Pero sí que servirá de recordatorio y advertencia para las generaciones futuras.
Tegucigalpa, 17 de agosto de 2020.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Excelente enfoque de la realidad que estamos sufriendo los hondureños, y ojalá la maldición no nos dure quinientos años como al pueblo de Trasmoz, Dios no lo quiera.!!