Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Hay que rectificar porque pensé que no había ya nadie pensante en ese Partido, después de su reciente suicidio en la vía pública y a la luz del día, rechazo de la alianza que lo hubiera devuelto al poder, exigencia de renuncias a los candidatos a diputados electos para acomodar figuras prófugas de los partidos pitufos. Y luego con la negación de una colocación análoga para Gabriela ¡con el argumento de que era ilegal cederle una posición en que otro fuera electo! Cinco de cincuenta lectores para los que me ufano de escribir piden que diga una palabra sobre el programa de gobierno que anoche anunció Luis Zelaya. Ni modo. Es obvio.
Con este hechizo de ventriloquia –pensar en voz alta, un difunto- el candidato oculto casi olvidado quiere reaparecer como el más calificado, cuando ya se ha dicho con sencillez en reggaeton cual es el mejor y se sabe cual tiene oportunidad. Difícil hablar mal del plan. Ha mejorado mucho aquella retahíla de cien propósitos dispersos y disconexos, condensados ahora en cinco conceptos conocidos, integrales, aun si un pelito cortos de lo que harían falta en este país ¡tan falto de tanto! Quizás habría que explicar más el cómo y con quienes. Pero lo que esta ahí me gusta y da morriña.
Porque debo empezar por decir que estoy de acuerdo con todos y cada uno de los cinco y que los primeros cuatro puntos responden a otros tantos de los mas profundos problemas que tiene este país, aun si dejan afuera la desigualdad, la profunda injusticia social y la perversión del sistema político en que se ampara lo demás, problemas sobre los cuales no dice una palabra el plan de Luis. Aunque le sobra espacio para ponerse el moño de moda y color del gobierno electrónico. Estoy de acuerdo en eso incluso, cuando terminen de alfabetizar y de conseguirle a los ciudadanos los medios electrónicos de que no todos disponen. Y aunque después me salte a la vista la abismal contradicción que supone y refleja la propuesta del otrora insigne P.L. que ahora quiere cambiar el sentido de las palabras para que nada cambie.
No quiero olvidar esa condición, de insigne. Aunque luzca hoy tan vacío el estrado, ese partido tiene historia. Llegó a la práctica del poder después del previo reformista, a principios del siglo XX y marcó el devenir político del país por todo un siglo. Analicemos sin prejuicios, uno por uno, los cuatro puntos sustanciales del programa de Luis Zelaya. ¿Cómo discordar cuando los liberales se proponen dar al pueblo educación y salud gratuita y asistencia, ojala también historia y cultura, que nadie menciona, y circo?
El primer punto es toral. Reconstruir el estado de derecho, respetar la constitución y luchar por la legalidad del estado, por la independencia de los poderes y contra la corrupción. Quizás hay que afinar conceptos, pero en el fondo, impecable. Solo falto recordar el pacto roto. El problema es entender ¿Por qué hay que reconstruir el estado de derecho? Porque lo rompieron -junto con la constitución- el Partido Liberal de Carlos Flores y Roberto Micheletti y los capos corruptos que el Piche representa cuando dieron el golpe de 2009. Los cachos eran comparsa feliz. Y aunque ha pedido perdón a medias, don Luis -que no estaba ahí en lo personal, ni dijo nada entonces- no manifiestan arrepentimiento quienes manejan sus hilos y ponen palabras en su boca. Y las palabras hay que tomarlas de donde vienen. ¿Cómo van a restaurar el equilibrio entre poderes, los liberales que declinaron la presidencia del Congreso que les ofreció unida la oposición mayoritaria? ¿Cómo van a luchar por la legalidad, si después del golpe y de legalizar los multimillonarios contratos pandos del régimen, aprobaron al unísono la ilegal elección del TSE y la elección ilegal del Fiscal y de la Corte Suprema? ¿Se arrepienten? ¿Hay propósito de enmienda y de penitencia? ¡Yo estoy dispuesto a impartirla! ¿A que hora? Pero entonces ¿por qué se oponen a la reformas para empezar a desfacer el entuerto?
Igual de paradójico resulta el segundo más práctico propósito o punto del plan Proporcionar Seguridad. Humana agregan, por aquello de que pudieran reclamarla otras especies, supongo. El P.L. hace bien en desenmascarar al actual gobierno, que finge haber resuelto la situación de la inseguridad. Y todos entendemos que es distinta mentira. Que han mejorado unas estadísticas y empeorado otras. El problema esta en la contradicción entre la intención y los hechos consumados. Fue bajo el régimen de esos golpistas –que improvisaron al candidato– que las cifras de la inseguridad, del delito común, como de las operaciones del crimen organizado y del crimen político llegaron a peor. Y eso sucedió por la atonía institucional que el golpe provocó. Después que se le había ordenado golpear y dispararle al pueblo -al que debía custodiar- la policía se terminó de extraviar en escuadrones. ¿Cuándo van a pedir perdón por nuestros muertos? Fue entonces bajo el régimen de Flores y Micheletti, que se ejecutaron los magnicidios de policías corruptos contra Landaverde y González, que recién han salido a la luz pública. Fue la fiscalía sometida y luego reemplazada a su conveniencia la que no pudo superar las actuaciones que congelaron la impunidad. ¡4% de judicialización del homicidio! Y fueron las cortes pervertidas en el golpe y recambiadas a voluntad del tirano con la complicidad liberal que sellaron esta condición de anarquía virtual e ingobernabilidad y permitieron la degradación del derecho y del delito.
El tercer punto del plan es fundamental. Y también estoy de acuerdo. ¡También es mentira de JOH que la economía marche bien! Y es cierto que hay que reactivarla. ¡Es mentira el 4% de crecimiento que fuera -en todo caso- poco más de la mitad de lo que logró Mel en tres años y menos de la mitad de lo que se ocupa para despegar! Esta muy bien hablar de derogar el 1.5% como proponemos todos y magnifico democratizar el acceso al crédito. Vital. En un país de pequeños productores que eso es lo que no tienen. Así lo ha propuesto el mismo JOH porque la banca prefiere financiar las tarjetas a las que no puede bajarles el interés. Es bueno -claro- apoyar a las empresas para que vuelvan a ser competitivas y suena bien la ocurrencia de los grandes parques agroindustriales, porque hay que probar de todo. Pero sin olvidar que la solución no esta en los mercados neoliberales, ni puede alcanzarse sin respetar a las comunidades y dinamizar los sectores sociales de la economía (las cooperativas, y proyectos comunales) de los que no habla el plan liberal, como tampoco de las medidas que ante tanta desigualdad, se ocupan para impulsar un crecimiento mas sostenible y compartido, ni menciona la inversión estatal crucial en esta etapa de nuestro desarrollo, para complementar la tímida inversión privada local. Y de nuevo sin olvidar que su golpe el 2009 puso de rodillas y dejó postrada a la economía, porque si no, si oculta lo sucedido ¿quién le va a creer? o ¿cómo podrá entender?
-
Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
4 respuestas
Pobre Luis .
Ese da risa con su paja
Primero define qué es «neoliberal». El concenso de Washington nunca se ha aplicado en América Latina. Entonces existe el neonazismo, neosocialismo o neomarxismo. Término mal empleado con mucho sesgo.
YO NOOOOOOOOOO,,NUNCA