Por: Arturo Rendón Pineda
Para los parámetros del ser humano hace ratos pase a ser oficialmente un anciano, o sea, viviendo otra etapa de la existencia humana, LA POSTRERA.
La vejez es sólo otro momento de la vida, la última etapa del crecimiento humano donde uno se da cuenta de que todo es efímero y fugaz. En esta etapa solo vivimos para pensar, meditar, proyectar imaginarios horizontes. La vejez, es solo un momento de la vida y hay que vivirlo con mente sana y con renovada intensidad. Lamentarse por envejecer nos aleja de todo lo bueno que tiene este momento de la vida para darnos. No pretendo en ningún momento adoptar actitudes egoístas ni mezquinos afanes publicitarios. Mis momentos de político extrovertido y exhibicionista hace tiempo quedaron en el olvido. Solo me anima el deseo de transmitir algunas de las experiencias vividas en los días postreros de mi existencia. Confieso que nunca creí que viviría tanto, (90 años), como para estar presente en el escenario profético que se describe en los compendios bíblicos como “Los tiempos del fin”..
Una pandemia catastrófica que asola al mundo y la obligatoria cuarentena a que estamos sometidos, ha provocado que quienes ahora peinamos canas nos sintamos totalmente olvidados por la sociedad y mucho menos imaginar que mundialmente existen grupos elitistas que pretenden eliminarnos: “The Times” dijo en 1.977: «… una camarilla elitista formada por los hombres más ricos poderosos e influyentes, planean la muerte de los ancianos — 4.000 millones de personas—a los que denominan «estómagos inservibles», que pretenden eliminar por medio de guerras bacteriológicas y el hambre hacia el año 2.050”.¿acaso no es esto lo que estamos viviendo?.
Este 24 de Diciembre en que por sincretismo pagano se asume la natividad de Jesús que según varios escritos no ocurrió en diciembre. En nuestro hogar hace algún tiempo lo celebrábamos con gran jolgorio familiar juntamente con mi esposa, con nuestros hijos, familiares y amigos. La casa lucia hermosamente decorada con luces de colores. El árbol de navidad con regalos navideños, adornos alusivos por todas partes como era costumbre. En las calles aledañas y patios vecinos mis hijos con los vecinos reventaban cohetes, chisperos y luces resplandecientes, toda una celebración que duraba la noche entera. Para estas fechas del siglo XXl, nuestros hijos han formado sus propios hogares en otras latitudes. Habiendo muerto mi adorada esposa Elsa hace más de 20 años, me quede solo y ahora totalmente aislado por la pandemia. Once meses encerrado en nuestra casa solamente asistido por Evita, una fiel asistente que con más de 50 años de servicio, literalmente forma parte integrante de nuestra familia.
Esta “Noche Buena” Al filo de las 5 de la tarde antes acostarme temprano de la noche, mediante los recursos que ahora nos provee la tecnología, concertamos entrevístanos en forma audio-visual con nuestros hijos mediante el zoom—A la hora convenida virtualmente nos reunimos todos en un mismo escenario, nos abrazamos espiritualmente con mis hij@s, yernos, nietos y bisnietos y brindamos por la salud y felicidad de toda la familia. Como una ocurrencia oportuna cada familia nos dio un recorrido fotográfico para mostramos los arreglos navideños interiores y exteriores de sus respectivas viviendas y desde luego, no queriendo quedarme atrás, se me ocurrió hacer lo mismo.
Como acostumbrábamos en el pasado se había decorado nuestra casa en Santa Rosa al igual y como se hacía todos los años, aun y cuando el árbol como es lógico suponer carecía de regalos y las salas donde años atrás había fiesta y algarabía lucían ahora totalmente desoladas. Mientras solitario hacía con la cámara un “paneo general” sentía un nudo en la garganta, la sala estaba totalmente vacía, solo ESTABA YO CON MI CAMARA Y MIS RECUERDOS, cuando en otros tiempos en el ámbito hogareño se celebraba con gran regocijo y calor familiar. Me invadió una enorme tristeza. Con los ojos humedecidos por el dolor de tan gratos recuerdos, no pude menos que reflexionar que la vida es solo un sueño, un suspiro, una obra de teatro donde cuando se cierra el telón…ya no hay aplausos, solo remembranzas y tristezas, pero nunca olvido…y pensé para mi mismo: «Yo sólo querría nacer de nuevo para enseñarme a vivir».
Fue entonces cuando como nunca Sentí tan palpable y hasta congelante la soledad que irremediablemente implica la vejez! y desde adentro de mi ser surgieron en mi mente las estrofas de una vieja melodía que siendo yo apenas un niño, escuchaba cantar a mi padre:…””La juventud se va, y se va de prisa como el viento….hay que gozarla más, y después, vivir de sus recuerdos”….
Y concluyo diciendo que lo único que importa a la hora de partir es preparar “El gran Encuentro”, porque la vida no está estructurada para terminar en la muerte, sino para transformarse a través de la muerte para sumergirnos en la eternidad.
“Envejecer, es la única forma que encontré de vivir más tiempo”
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
4 respuestas
Ok es así la vida un cuento que si tenemos la oportunidad de contar En nuestra vejez debe de servir de reflexión Para los que empiezan a vivir el cuento que le llamamos vida y que debe de servir para poder contribuir a que se forme una sociedad digna De que disfrute ese cuento tan hermoso que dios nos da la oportunidad de disfrutar.
Esas experiencias son las que vale la pena leer, que nos dejan un conocimiento de lo que nos espera cuando lleguemos a la avanzada edad.
Inevitablemente un excelente texto que le hace brotar suspiros a los que andamos cerquita de la vejez y que todo el pasado de nuestras vidas no ha sido precioso pero si, ¡¡¡.ahora considerado valioso…!!!.
Gracias Doctor por tan acertadas palabras que calan hasta el tuetano y llegan alla donde se parte el alma y el espiritu.
DIOS LE BENDIGA DOCTOR.
Que palabras Don Arturo Rendon. La verdad que nos está dejando una tremenda enseñanza para los que vamos atrás, la vida es fugaz y hay que saber vivir, muchas gracias por compartir con nosotros tan bonitas experiencias le bendigo.