Por: Irma Becerra
El problema fundamental de la historia no es la inmortalidad sino la libertad, así como las formas en que ejercemos resistencia y rebeldía a la opresión, la explotación, la discriminación, las dictaduras, la impunidad y la injusticia. Por eso, son necesarias las revoluciones sociales y políticas iluministas que traigan transformación económica y paz verdaderas y que reafirmen y acentúen, desde su particularidad diversa, el progreso histórico y la refundación indetenibles de la Humanidad en su conjunto.
En este sentido, se precisa resolver el problema de la unidad y la diversidad en la historia, no desde la existencia de un sujeto político colonizador único de la modernidad, y una naturaleza objeto de dominación y explotación, sino desde la perspectiva dialéctica de unos sujetos en relación mutua que desde una nueva relación con el ser en general y consigo mismos o entre sí mismos, se respeten mutuamente en igualdad y equidad y respeten al mundo natural y cultural del que son parte.
Esta nueva ontología relacional lumínica de la historia no habla de que en el ser las relaciones son preexistentes a las cosas que existen, porque eso sería colocar otro sujeto absoluto particular abstracto por encima del todo o la totalidad en lo que, en realidad es, una dialéctica entre sujeto y objeto en la historia. Es decir, la dialéctica entre sujeto humano liberador y que lucha por la libertad es en cualquier parte del mundo unido al objeto natural externo o mundo externo del cual nunca podemos aislarnos o independizarnos y que estamos llamados todos a cuidar y amar.
Por eso, la ontología relacional lumínica que aquí planteamos ve a todos los seres humanos inmersos en relaciones pacíficas y armoniosas, cuyos conflictos se resuelven por la vía del diálogo y la comunicación, así como la autodeterminación de pensamientos, conocimientos, saberes, reflexiones, poderes, emociones y acciones positivas y constructivas para cada individuo, raza, pueblo y cultura en el mundo y no solamente para unos cuantos.
La unidad de la historia reside en la lucha de todas las culturas del mundo desde su resistencia organizada en todos los pueblos de oriente y occidente, norte y sur, y su diversidad en un pluriverso cultural que, desde sus particularidades mutuas enriquecen al mundo en su conjunto, ya que sus múltiples sujetos libertarios comprenden la dialéctica sujeto-objeto en tanto establecen la relación del sujeto unida al objeto y unida al resto de sujetos, por lo que las relaciones no forman en sí o no constituyen en sí una categoría abstracta separada o independizada del mundo externo o preexistente a este sino una comunidad y unión con él, para, de ese modo, constituir un sujeto universal relacional a todos los sujetos individuales, porque no los aleja de la naturaleza y el mundo externo a nosotros, sino que les ayuda a encontrar así la objetividad de la verdad en la historia. Ello al establecerse en relaciones sociales no inventadas o falsificadas por los intereses egoístas individuales o de grupos, sino en las cuales estos intereses mezquinos puedan ser reinterpretados y devenir y materializarse universalmente, o sea en la medida en que las relaciones unidas a la naturaleza y el mundo externo sean universalizables porque llevan en sí interiorizada la ley moral universal.
De ese modo la historia como unidad y diversidad de los aconteceres históricos ya no se observa solo desde la perspectiva de un sujeto colonizador, o de una sola raza blanca, o de un solo partido político o una sola familia dominante, sino como la lucha en resistencia verdadera moral, civil y política de todos los individuos, las familias, los partidos políticos y grupos, todas las culturas, las razas, los pueblos, las sociedades, las comunidades y las naciones por incorporar granos de libertad en diversidad particular a la gran emancipación en unidad de toda la Humanidad porque solo unidos como especie somos y seremos más fuertes y saldremos realmente vencedores de la historia.
Para esta Ontología Relacional Lumínica la unidad y diversidad en la historia desemboca así en una Ontología Política que nos habla de sujetos diversos empoderados relacionalmente como son los partidos políticos, los movimientos indígenas, los movimientos africanos y afrodescendientes, las mujeres, las minorías de géneros diversos, los ecologistas y ambientalistas, los movimientos de resistencia civil contra la xenofobia, el racismo, el neofascismo, las drogas y las guerras en los países industrializados, etc., formando unos sujetos relacionales de nuevo tipo, cuyos derechos y deberes particulares no les impide unirse en la diversidad y negociar legítimamente, conformando una dialéctica emancipatoria del derecho humano universal del sujeto humano en el planeta Tierra, como un derecho inalienable de cada persona más consciente, seria, sensible y respetuosa del mundo.
De ese modo, no hay más un sujeto particular absoluto por encima de los demás, sean éstos los políticos, los indígenas, las mujeres o una raza o individuo en particular, etc., sino una diversidad de sujetos unidos por el lazo común relacional de ser todos seres humanos conscientes y racionales compartiendo una naturaleza y un solo mundo terrícola superable en planetización de la conciencia.
Solo de ese modo las relaciones humanas y sociales pueden realizarse no para dividirnos o separarnos más entre nosotros o respecto al mundo exterior, sino para unirnos entre nosotros y unirnos más al mundo exterior en un solo ideal de libertad y paz perpetua que nos ilumine para siempre. Es lo que diferencia a la Ontología Relacional Lumínica Hondureña del resto de Ontologías Relacionales que están siendo planteadas en la actualidad. ¡No desaprovechemos la oportunidad de realizarla como utopía posible!
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas