Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
(a Jerónimo, para que lo ponga a prueba, en 30 años)
No es eterna, la plaga, su mortalidad va a bajar y se va a ir acotando hasta que mate normalmente. Salvo yerro, tendrá que corregirse aun. Pero luce espuria, aun hechiza, la alegría matutina de los mercados, que antier se precipitó a anticipar un fin próximo de la crisis álgida. En oleadas por un par de años el virus seguirá siendo mortífero, hasta que se aplique la vacuna. Y será tarde, para muchos. Y para muchas empresas y redes económicas.
Espero no impostarme de internacionalista, al decir que habrá una depresión global, lo dice J.P. Morgan, y cambios profundos. No soy especialista, y no hace falta. Aunque nadie pueda aun anticiparnos exactamente como, tampoco imagino que nadie-que-entienda negará que la repercusión será prolongada y el mundo distinto, y que al inicio, la diferencia será negativa, a saber, de pérdidas. Pierden recursos los países pobres, pierden tiempo los países emergentes, y activos y mercados. Pierden su fuerza los polos del planeta, sin que se vislumbre aun una nueva articulación magnética. Varios patrones geopolíticos saltan a la vista.
Alrededor del mundo, las mejores democracias, periféricas, la de Islandia y de Suecia, la de Finlandia y de Los Países Bajos se han desempeñado tan bien que ni siquiera salen en varios cuadros comparativos, aunque ahí el desarrollo es superlativo y el distanciamiento es estructural y cultural. Hay un glaciar, un dique o un fiordo entre un hogar y el próximo. Y en eso son inimitables.
Con ricos recursos naturales y mayor extensión, América Latina pareciera haber perdido otra oportunidad de erguirse y ha hecho un triste papel que acaso no llega aun a su peor desenlace. Mientras explota la calamidad social en el Perú, se incineran cadáveres en las calles de Guayaquil y se construyen fosas comunes en Ecuador, la derecha regional, saldrá debilitada, con arias de Añez, Moreno y Bolsonaro como la voz que canta que a los brasileños no les entra polilla. Tampoco la izquierda parece alentadora. Ortega ha desaparecido, no luce claro el panorama en Cuba que envía médicos al exterior, cargados de interferón, pero tiene la misma tasa de contagio que Honduras. Y todavía no sabemos como le va a ir a Venezuela con 5% de mortalidad, aunque le estén dando un pretexto. ¿O a México, en donde AMLO tardó en reaccionar, aunque ya se mueve mas rápido? y ¿a la Argentina? los países mas desarrollados, que suman la izquierda que queda, alguna vez prevalente en América Latina. Sobre África hay poca información. ¿No habría contagio? O ¿no hay registro? Conste el tema no es solo contagio y muerte (si no hay, habrá), si no su contención y la tasa de recuperados.
Dejando afuera a Corea del Norte que ha estado jugando a potencia nuclear, oculta el brote, mas admite no tener un sistema de salud a la altura del reto, la brújula parece apuntar al Extremo Oriente y al Pacifico. Allá se escribe una historia de éxito.
Nueve de los doce países que se contagiaron pero contuvieron el brote y aplacaron la mortandad son de la Cuenca del Pacifico. Rusia, Australia y Canadá incluidos. Con muy distintos enfoques y estrategias, y aunque superpoblados, China, Corea del Sur, Japón, Taiwán, Vietnam y Singapur -ellos si- tienen bajo control el virus. La mitad de ellos funcionaron mucho mejor sin cuarentena ni medidas drásticas dañinas. Viet Nam recurrió a la cuarentena aunque ya transita hacia las pruebas extensivas. Todos recuperaron a sus pacientes. Quienes logran eso llevaran una ventaja y se recuperaran primero, anímica y materialmente.
En el futuro, ese éxito podría fortalecer la articulación del Oriente extremo con sus socios potenciales en America Latina y con California y otros estados ribereños del Oeste de EUA. [1] Hace tiempo que es muy importante, la Cuenca del Pacifico, inmensa, ¿desde El Indico hasta Galápagos? Pasaría a ser la primordial, privilegiada por el comercio mundial. Las medidas contracíclicas serán mas eficaces ahí donde se hay contenido el virus mas pronto. El Atlántico va a sufrir más.
Acullá, lo mas importante no es que, de cabeza del Mundo Libre y amigo de todo déspota, haya pasado Trump a ser el hazmerreír del planeta, si no que los Estados Unidos, que hace un par de años presumía de superpotencia sin par, salen no solo mas aislados si no también mas divididos que desde la Guerra Civil, entre partidos, regiones y ciudades, poderes e intereses, faltos de competitividad y de liderazgo creíble. El virus que el Dr. Fauci dice esta descontrolado, había provocado hasta antier 363 mil confirmados y 10,700 muertos, la mayor parte en el Noreste. Para distraer, dice Newsweek, Trump ensaya ¡un circo! ¡una ronda marítima para un hipotético bloqueo para intervenir a Venezuela! Igual, practica el corso para copar empresas de biotecnología, interceptar insumos que compran otros e introduce una nueva tensión en la OTAN. Pese a Trump, EUA seguirá siendo una gran potencia. Pero no culminará el aclamado segundo siglo americano. La Doctrina Monroe ha muerto, Trump fue su enterrador y sic transit gloria mundi.
Alemania y Austria han recuperado muchos enfermos, y saldrán fortalecidos y la situación solo puede ya mejorar pronto en el resto del Continente. Pero el daño esta hecho, la soberbia Unión Europea que también desmanteló sus sistemas de salud pública, atendiendo a la consigna de la privatización, va saliendo de una tragedia inimaginable otra vez mas dividida, como con Brexit. Nadie se explica que la Francia, la libre, la heroica, como reza el himno de Honduras, y que hace pocas semanas ponía de rodillas a Macron, ahora con 9 mil muertos se hinca sin protesta frente a su despotismo inepto. Ya que con Italia y España, tienen tasas de infección y tasas de mortalidad casi tan elevadas ¡como las de Honduras! El dogma de la privatización ha muerto. ¡La Socialización inminente! Y algún fundamento tiene el nuevo dictum de que una pandemia global con efectos tan dispares, pone en entredicho el paradigma de la globalización. Las interdependencias podrían más bien disminuir. También ha salido a flote la seguridad alimentaria, vis. a vis. la globalización de las cadenas de valor alimenticio.
Nadie estará tranquilo dependiendo de otro para sus alimentos esenciales. Uno puede depender de quienes tienen la ventaja climática para la fruta tropical o la de clima templado, para el salmón y el caviar, importar por supuesto las trufas. Nadie querrá depender de otro para conseguir el maíz, el arroz o el sorgo, y la proteína básica de su dieta. Y eso podría inducir una nueva combinación de políticas de seguridad y articulaciones regionales más integrales y sostenibles que las interdependencias globales de ayer. En general, se podría pensar que la producción de alimentos volverá a ser prioritaria en todas las geografías y el banquero tendrá que conformarse con un poquito menos porque el retorno del agricultor es menor. Ese es otro mundo.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas