Por: Irma Becerra
Asistimos en Honduras a una ideología de degradación del magisterio, en la que la profesión del maestro y la maestra se ve marginalizada y reducida a un trabajo mercantil con la conciencia de los profesores, los alumnos, los estudiantes y los padres de familia. De hecho, en estos tiempos de dictadura, la infraestructura de las escuelas se cae a pedazos; los profesores son reducidos a meros orientadores del saber que tienen prohibido tomar postura de conscientización; los alumnos y estudiantes sufren el acoso de las maras y pandillas y permea junto al asesinato de estudiantes, la tecnología por encima de los contenidos con sentido y función creadoras. Atrás quedaron la vocación, la función forjadora del ejemplo de la persona del maestro, la concentración abnegada de los alumnos y estudiantes y el interés e iniciativa de los padres de familia. En tiempos de ideología neoliberal de la educación ya no hay tiempo y espacio para la corrección pedagógica de la historia ya que prevalecen individuos que pasan toda su vida defendiéndose porque algo ocultan, ya que si sus vidas fueran verdaderas no tendrían que defenderse tanto, como les pasa a algunos políticos y a los que han ejecutado labores paramilitares en el pasado y presente del terrorismo de Estado en Honduras, actitud que niega la enseñanza pedagógica en la historia y su comprensión para dejar esa enseñanza con sentido de autoridad ganada por esfuerzo genuino.
La incapacidad correctora de la historia nos quita posibilidades de trascender la enseñanza memorista, dogmática, autoritaria y escolástica que ha caracterizado durante siglos el sistema de enseñanza de Honduras, tanto público como privado. Ya no hay espacio tampoco para el respeto mutuo entre profesor y dicente porque se han perdido los valores y principios morales que deben caracterizar toda relación amistosa y sincera entre enseñantes y aprendientes, ya que todos podemos ser pedagogos.
Los desafíos de la sociedad del conocimiento exigen, de otra parte, iniciativa individual, capacidad crítica y teórica estratégica y no solo técnica al proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que tanto docentes como estudiantes afrontan una situación de sobre exigencia porque el medio no es educativo como soñaba el maestro hondureño, Miguel Morazán, sino sumamente destructivo y agresivo para la profesión docente.
Nos encontramos ante problemas y dificultades de un sistema de enseñanza que sigue careciendo de una concepción filosófica que determine el tipo de hondureño y hondureña que debemos formar para nuestro tiempo; y que ve a la Ética solo como un tema transversal del currículo. Las consecuencias saltan a la vista: niños, adolescentes y jóvenes desorientados y confundidos; maestros cansados; padres de familia indiferentes y, en fin, personas aburridas que están desperdiciando su potencial creador y que sucumben a la violencia y la indiferencia estatal por formar e instruir al pueblo.
Ante lo anterior, debemos empezar a plantear que no son las técnicas ni modelos extremistas copiados del exterior lo que nos posibilitará aprender a pensar sino el esfuerzo reactivado de los docentes por volver a hacer de la profesión pedagógica una reflexión crítico-comprensiva de nuestra historia y de lo que verdaderamente necesitamos como país, nación y sociedad.
El ser humano está dotado de razón y tiene la necesidad inherente de pensar y sentir. Si éstas necesidades no se ven satisfechas sobre todo de manera explicativa y racional, el ser humano sucumbe al aburrimiento que es el caldo de cultivo de la depresión, la ansiedad, el alcoholismo, la drogadicción, los vicios y la violencia autoinfligida o el suicidio. Estamos pues, en la obligación ciudadana de rebelarnos ante dicha ausencia de derechos y de revivir los conceptos fundamentales de una pedagogía de la historia que nos faculte para entender la alternancia de los tiempos históricos (pasado, presente y futuro), para interrelacionarlos activamente y de tal forma en la vida personal que podamos asegurar y dejar enseñanza positiva, propositiva y constructiva al continuo devenir histórico, ya que el pasado si ha sido antihumano pasará factura a aquellos individuos que se presentan como inocentes siendo que todos conocemos su transcurrir antipedagógico en la historia y esto puede traer sorpresas no esperadas de reivindicación de la justicia. La historia, para que sea un aprendizaje verdadero de lo bueno y del Bien debe basarse en la persona del Maestro y su obra, a la que nada puede sustituir, y no meramente en proposiciones y lenguaje retórico acerca de lo que se es como persona.
Los siguientes aspectos de la pedagogía de la historia como teoría comprensiva nos reflejan la necesidad de actuar humanísticamente al:
- Comprender del pasado los pensamientos de educación y crianza democráticas que hayan sido desarrollados para profundizar el arte de vivir los valores y la cultura de la vida contra todo culto a la muerte.
- Actualizar el presente con el aprendizaje de un liderazgo participativo sujeto a reglas de conducta incorruptible para que los educandos puedan enfrentar y afrontar la vida con coraje, decisión y voluntad, y como un reto que es posible de lograr con carácter, corazón y cabeza.
- Comprender y visualizar el futuro para descubrir contenidos de ejemplos formativos basados en la persona del docente y el dicente que puedan servir de orientación progresista y de avanzada de la vida, que se espera completar con el esfuerzo histórico de aprender a denunciar la mentira; aprender a saber relacionar los tiempos de la vida (pasado, presente, futuro y el ahora) como un almacenamiento de experiencias logradas con éxito porque no dañaron a otros seres humanos; experiencias que puedan pasar de generación en generación como una tradición cualitativa que sí sea preciso proteger porque la formación de hippie o de vaquero ya es insuficiente para gobernar en el siglo XXI ya que se queda anclada en un solo tiempo histórico, por lo general, el pasado.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas
Un comentario
Magnífica relación de lo que debe de ser docencia, para que lo sea. Ya ratos, no leía una visión clara de la labor. Pueblo que privilegia la docencia como su quehacer primario, es pueblo que progresa. Las dictaduras, por eso, son enemigas del saber y la educación.