Por: Alicia Paz/conjuri.hn
La era de las nuevas tecnologías está revolucionando el mundo en múltiples ámbitos, tanto desde el punto de vista cultural y social como económico, afectando, igualmente, a todo tipo de disciplinas, como es el caso del Derecho.
La expansión de Internet es, sin duda, una de las características más remarcable, sobre todo por los nuevos conflictos y cuestiones jurídicas que resolver, mismos que están relacionadas con el mundo de internet y las nuevas tecnologías.
La legislación y la profesión de la abogacía están obligados a adaptarse a los nuevos tiempos por los nuevos retos a los que se enfrentan los negocios y, con ellos, también los abogados debido a esta particular revolución tecnológica en materias tan diversas como eCommerce, comunicaciones electrónicas, pasarelas de pago, publicidad, gestores de mercados virtuales, agencia de viajes, líneas aéreas, retail, ingeniería, centros educativos, hostelería, usuarios de servicios on line…
– ¿Qué es el Derecho Digital?
El Derecho Digital es una nueva disciplina que nace como consecuencia de dos circunstancias. En primer lugar, la necesidad de contar con una respuesta jurídica precisa para toda actividad relacionada con los servicios de la sociedad de la información y de la comunicación -que cuenta con su propia regulación, lenguaje y elementos tecnológicos-; y, en segundo lugar, del efecto transversal que las tecnologías, sobre todo Internet, están suponiendo en nuestras vidas y, por ende, en el resto de las “tradicionales” disciplinas del Derecho.
– ¿En qué se diferencia del Derecho ‘tradicional’?
Básicamente, en que ofrece una respuesta especializada en materias propias y en que, a su vez, integra aspectos particulares de otras disciplinas, no obstante, es necesario adaptar y dotarse de otros conocimientos -incluso tecnológicos- para afrontar los nuevos conflictos, relaciones o necesidades que están surgiendo en el entorno TIC.
En este contexto nos referimos a los delitos informáticos, que de por sí ya son parte de muchas legislaciones internacionales y por la naturaleza propia de la transaccionalidad, cada vez es más compleja la persecución y judicialización de los actores delictivos, razón por lo que se creó el primer tratado de ciberdelincuencia Budapest, que busca hacer frente a los delitos Informáticos en Internet, mediante la armonización de leyes entre naciones, la mejora de las técnicas de investigación y el aumento de la cooperación entre las naciones firmantes. Ese tratado fue elaborado por el Consejo de Europa en Estrasburgo con la participación de Canadá, Japón y China como estados observadores.
¿Está la legislación está adaptada al ámbito de la Digitalización?
La digitalización de la justicia es fundamental para que la gestión de los casos pase de carpetas azules y verdes a un sistema que analiza la información.
En lo que respecta al sistema judicial, recién se ha comenzado la implementación y actualización electrónica que lo cual está permitiendo a los abogados, por ejemplo, acceder a las notificaciones electrónicas, expedientes sin moverse de su escritorio.
La digitalización de la justicia también es fundamental para que la gestión de los casos pase de carpetas azules y verdes a un sistema que analiza la información de manera integral y gestiona los trámites y avances de los expedientes de manera rápida, eficiente y dinámica.
La agilización se resuelve con mecanismos que son posibles luego de la implementación de un cambio tecnológico, y por consecuencia, de mentalidad; o en el orden inverso.
A esto se suma, el Programa de Justicia 2020 está trabajando en la optimización de tecnologías, la automatización y la digitalización completa de la justicia en todo.
Hay un compromiso muy fuerte por parte de los Estados, que es la modernización y reducción de trámites presenciales, por citar un ejemplo, Argentina es uno de los países donde en la mayoría de los juzgados, se puede consultar vía Internet el estado de cada expediente.
Sin duda, este nuevo panorama está revolucionando a todos los actores participantes del sistema judicial, empezando por los propios juzgados y tribunales y terminando por los bufetes de abogados, que se han visto abocados a cambiar radicalmente, no sólo la gestión y organización interna de sus sistemas (disponiendo de firmas electrónicas, formando a profesionales en estas tecnologías, planteándose nuevos procedimientos), sino la filosofía y el enfoque de su negocio.
– ¿Y los abogados? ¿Están los despachos bien preparados para afrontar los nuevos retos de la nueva era digital?
Definitivamente el 2018 es el año de la revolución tecnológica para los abogados, gracias a los nuevos desarrollos y herramientas digitales a los cuales acceden hoy pueden optimizar su trabajo radicalmente; lo que les permite abocarse exclusivamente a tareas que agreguen valor a sus funciones y dejar que las máquinas y el software hagan el trabajo operativo propio de la actividad. Por lo tanto, lejos de ser un enemigo, la tecnología viene a reivindicar sus profesiones y a recuperar el valor de ejercerla en su máxima expresión.
Según una encuesta de Price Waterhouse, 8 de cada 10 abogados saben que deben iniciar el camino hacia la digitalización, pero sólo el 23% de ellos lo está haciendo realmente. ¿Nos preguntamos por qué? La respuesta es sencilla, hay una brecha entre el deseo y la realidad, una decisión muy valorada, sin duda.
La gestión de los asuntos judiciales, la relación con los clientes, la organización del despacho y la presencia de la firma de abogados, han sido influenciados por la aparición de las herramientas digitales. Ahora, no sólo es imprescindible una computadora, sino la conexión a un módem para tener acceso a todas las posibilidades que nos brinda la gran red de redes (Internet).
Los abogados y estudiosos del derecho no pueden estancarse en la defensa de procedimientos caducos, sino más bien convertirse en sujetos dinámicos y cambiantes de acuerdo con las demandas sociales que imperan en estos tiempos.
Indudablemente, las grandes firmas llevan tiempo preparándose para este reto, pero los pequeños y medianos despachos, en su gran mayoría, van aún a remolque de estas necesidades de adaptación, lo que supone en parte dejar pasar una oportunidad de posicionamiento frente a la demanda cada vez mayor de asuntos relacionados con el Derecho Digital.
Los despachos de abogados han de ser conscientes de que la era digital afecta a los intereses de sus clientes, que plantean cuestiones legales tales como sus derechos frente a las imágenes captadas por un Drone, medidas de seguridad en sistemas de Cloud Computing, Estados Unidos y su sistema safeharbor en materia de transferencia de datos personales o la validez como prueba en juicio de un mensaje por WhatsApp. Pero también a su propia organización, lo que les exige un reto de adaptación, protección de la información, formación y, en definitiva, de cambio de mentalidad con respecto a lo que todos conocemos por despachos, digamos, “tradicionales”.
Lo “tradicional” será contar con todas las herramientas tecnológicas y digitales necesarias para nuestra actividad profesional (como en su día lo fue el fax o la máquina de escribir eléctrica) y ofrecer a nuestros clientes nuestro asesoramiento en Derecho Digital, no como una disciplina independiente, sino como un enfoque más a incluir, teniendo en cuenta el impacto que en su negocio, actividad o disciplina suponga Internet o los medios de comunicaciones digitales.
– ¿Cuáles son los principales casos o escenarios a los que se enfrentarán los profesionales del Derecho en un mundo cada vez más dominado por las nuevas tecnologías?
El profesional del Derecho se verá cada vez más afectado por las tecnologías de la información. Por un lado, asesorará a sus clientes en temas digamos “tradicionales”, pero contando con el añadido digital. Un ejemplo: las relaciones con las distintas administraciones públicas (presentación electrónica de libros de empresarios ante el Registro Mercantil, ventanilla electrónica de la Agencia Tributaria y Fiscal para comercio electrónico o telecomunicaciones, factura electrónica, Contratos electrónicos, licenciamiento para productos y servicios informáticos, licitaciones, etc.
Por otro lado, también asesorarán respecto a los nuevos retos y escenarios que nos rodearán. Uno de los principales es el uso de los datos “el oro del Siglo XXI” en Internet, de manera que cada vez será más requerida la intervención de abogados en la implantación de políticas y programas de seguridad y buen gobierno (“Compliance Oficcer”, “Data Protection Officer”, “Privacy by Design”). También serán más comunes los conflictos en materia de ciberataques y delitos informáticos.
El otro gran reto es lo que ya se conoce como la “Cuarta Revolución Industrial”. Las nuevas tecnologías de la información permitirán -están permitiendo ya- la interconectividad de los objetos cotidianos (Internet of Things), y el análisis de esos datos (Big data) permitirá obtener patrones de comportamiento de gran valor para gobiernos, empresas y negocios de todo tipo de sectores (salud, consumo, educación, entretenimiento), o la transformación en los sistemas de producción, distribución o consumo. Y todo ello, requerirá, sin duda, respuestas legales en la que deberán estar involucrados abogados con conocimientos digitales.
– ¿Está llamado el Derecho Digital a protagonizar un papel tan importante como otras ramas del Derecho (Penal, Civil, etc.)?
Las instituciones clásicas del derecho civil o penal que todos hemos estudiado no las vamos a reinventar ahora con Internet. La venta a distancia no es nueva, por mucho que ahora hablemos de eCommerce, ni el delito de estafa, de injurias o de revelación de secretos, pese a que ahora se puedan llevar a cabo por medio de redes sociales.
Con esto quiero decir que la disciplina de Derecho Digital lo que viene es a ser protagonista de una nueva realidad, una nueva necesidad por todo lo comentado anteriormente, pero, indudablemente, contará con un importante peso específico que se verá con el tiempo reflejado en la específica formación en facultades y escuelas de postgrado.
– ¿Deberían, por tanto, los abogados formarse mejor en el ámbito del Derecho Digital?
Hoy por hoy, la disciplina de Derecho Digital no existe como tal en las facultades y, por desgracia, no son muchos los postgrados de especialización en esta materia. Pero, por ser una necesidad para sus clientes y por suponer un impacto en sus propios negocios, los abogados necesitan, sin duda alguna, especializarse y adaptarse a esta nueva realidad, al igual que han hecho otros muchos sectores, como las agencias de viaje, la prensa, el comercio tradicional…
Desafortunadamente, en nuestro sector todavía hay una gran carencia formativa en esta disciplina. Hacen falta especialistas en iCloud computing, contratación electrónica, marketing digital, ciberseguridad, juego on line, prácticas -BYOD- (Bring Your Own Device), IVA en operaciones de Internet, etc.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas