Calmando las emociones antes de escribir sobre la relación entre política, medios de comunicación e iglesias.
A los amigos y amigas sociólogos…
Por: Leticia Salomón
Hace muchos años, mientras estudiaba Sociología en Costa Rica, un profesor chileno, cuando supo de mi inclinación a la docencia universitaria, me dio un consejo que me acompañó toda la vida y no sólo mientras fui profesora universitaria: “Cuida el lenguaje y el uso de adjetivos cuando te refieras a temas de extrema sensibilidad política, social o religiosa: los estudiantes no deben ser advertidos sobre tus preferencias específicas porque entonces estarás introduciendo un elemento subjetivo que terminará impregnando el abordaje de múltiples emociones y le quitará la serenidad, rigurosidad y respeto necesarios para sostener una buena argumentación”.
Esas palabras me acompañaron siempre, inclusive cuando aprendíamos sobre la necesaria “objetividad” de las ciencias sociales y abordábamos temas impregnados de mucha subjetividad en los que el objeto de estudio era el mismo ser humano interactuando con otros, terminando convencidos de la obligación de ser objetivos en el análisis, pero firmes en nuestra posición de respeto a la ley, la justicia, la verdad, los derechos humanos, el pluralismo, la tolerancia y el respeto a los que piensan, actúan y son diferentes.
Esa es la actitud que siempre me ha acompañado, aunque no siempre lo he logrado, pues en más de una ocasión me brota la indignación que salpica la pluma, ante el cinismo, la desfachatez y el oportunismo de muchos personajes de la vida política, social y religiosa que aparentan luchar por la democracia pregonando sus intenciones de impedir “a como dé lugar” que el partido de gobierno gane las elecciones (?!); reclaman el derecho a la libertad de expresión y son los primeros en atacar a los que ejercen el mismo derecho sólo porque no piensan igual; pregonan el balance informativo y desde el inicio se definen a favor o en contra de uno u otro; afirman que sus análisis son “objetivos” y desde el inicio se sabe que siempre están “en contra”.
Pese a ello, a menudo recuerdo con una sonrisa la reacción de un estudiante de Sociología general cuando al final de un período asignaba temas de investigación para la elaboración de los trabajos finales y uno de ellos se acercó al terminar la clase y me preguntó, entre preocupado y audaz: Profe… ¿de qué partido es usted?¿por qué pregunta? Es para saber por dónde debo irme para hacer mi trabajo…” ¡Y era el final del período!





