Por: Oscar René Vargas
- La sociedad nicaragüense vive una nueva realidad con la emergencia de nuevas fuerzas políticas cuyo impacto alteró el orden político, aunque sigan siendo subestimadas por los poderes fácticos. Estas fuerzas son atractivas por la inspiración que emanan; poseen una inspiración sociopolítica mucho más poderosa que los partidos tradicionales.
- No se puede hacer política en función de las filias, fobias, o envidias. Es necesario hacer política de forma más racional, estratégica y buscando lo mejor para los intereses de la población, y eso pasa sumando constantemente a otras fuerzas para llegar a ser una alternativa de poder real.
- Hay estar claro que no se puede ganar una batalla política sin estrategia, pero la observación nos indica que es común que diversos actores, sean estos políticos, sociales o económicos, actúen sin racionalidad estratégica para lograr eficiencia y eficacia en la consecución de los objetivos.
- Sin estrategia no es posible aumentar la audacia y la capacidad de lucha individual y colectiva, ni elevar el nivel de conciencia de los ciudadanos autoconvocados. Sin estrategia la posibilidad de ganar cualquier batalla política gira entre lo improbable y lo imposible, tirando más hacia lo segundo.
- ¿Cómo se construye una estrategia? Muchos se quedan en el qué, es decir, lo que se quiere conseguir, pero responder a la pregunta: cómo puedo lograr mis objetivos y con qué medios, es más laborioso.
- Cuando se habla de estrategia se habla de conducción, y la conducción es un proceso de decisión que consiste en convertir ideas en acción, y que las acciones tengan determinada intencionalidad. Sólo se habla de “problemas tácticos” a la hora de enmarcar la acción política con reivindicaciones parciales.
- El esfuerzo estratégico debe dominar cada batalla parcial. Cada batalla, cada evento, cada reivindicación debe ser ubicada en el contexto general de la lucha conjunta que sirva al objetivo de fondo: la conquista del poder para la transformación democrática y sociopolítica del país.
- Para tener ideas claras o menos inexactas, primero hay que partir de diversos análisis que nos acerquen lo más objetivamente posible a una lectura no simple, sino compleja de la realidad sociopolítica, tanto interna como externa, y comprender el ambiente estratégico en el cual nos estamos desenvolviendo.
- Esto va a permitir que la reflexión realizada nos permita: a) concebir una conducción estratégica para comprender el conflicto sociopolítico en toda su dimensión, el conflicto es una estructura de intereses; b) diseñar las acciones a implementar; y, c) elegir las alternativas para la conducción táctica y técnica en pos de los objetivos estratégicos.
- La conducción estratégica no obliga a tomar decisiones que nos aten al largo plazo, tener una estrategia, en cierto sentido, es una hipótesis que resulta válida mientras los hechos no la desvirtúen. Es decir, no hay que perder la libertad de acción y de pensamiento. Por eso, hay que hacer análisis constantemente para evaluar y readecuar la estrategia a nuevos acontecimientos.
- La política se expresa a través tres parámetros básicos: 1) los intereses de los actores; suele ser más común que los sectores populares no tengan clara conciencia de sus intereses, al contrario de lo que sucede con los poderes fácticos; 2) el escenario en que se desarrolla las maniobras políticas; y, 3) la coalición con que se llevará a cabo el esfuerzo para alcanzar el poder. El dilema estratégico por excelencia es el problema del poder.
- El régimen utiliza las “maniobras políticas”, en el sentido de trampas, para imponerse. Es preciso, pues, comprender cada maniobra del régimen. Con maniobras o con ardides el régimen quiere cambiar, a su favor, la correlación de fuerzas.
- También es imprescindible tratar de descifrar la estrategia del adversario y estudiar sus métodos. Estudiar y comprender la estrategia del adversario es fundamental.
- La estrategia implementada por el régimen combina de manera compleja las siguientes tácticas: la táctica psicológica (utilización de las neurociencias), la táctica mediática (fake news o noticias falsas), la táctica judicial (persecución a los líderes populares), la táctica económica y financiera (por ejemplo, la reforma de la Ley de Concertación Tributaria), la táctica sucia (paramilitarismo), la táctica de sanciones (por ejemplo, no entregar el papel periódico a los diarios), la táctica diplomática, etcétera.
- La estrategia es como la “estrella polar” de la lucha política. La táctica es la manera de hacer valer la estrategia en cada uno de los eventos parciales de la lucha. La lucha política está pautada por tiempos diversos: momentos de auge, de defensa, de reflujo y de estancamiento social.
- La estrategia vivifica, pero no suspende la importancia de cada batalla parcial; le da su sentido general. Son esas batallas parciales y sus resultados las que decidirán si nuestra estrategia triunfará o no.
- Sin embargo, sin pasar a la ofensiva en un determinado momento, nunca se podría llevar a efecto la derrota del régimen; sin esta iniciativa no se puede quebrar la inercia del actual estancamiento de la correlación de fuerzas que favorece al régimen.
- Otra característica de la estrategia es la necesidad procesar las lecciones y aprender de ellas. A menudo no se aprende de la historia y de los errores o deficiencias del proceso. En ningún caso exime del análisis concreto de cada situación concreta. La verdad siempre es concreta.
San José/Costa Rica, 05 de septiembre de 2019.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas