descontento al interior de las FF.AA

No hay general que sobreviva a un cañonazo de varios millones de lempiras

 

Por: Jaime Flores

La suma millonaria asignada a las fuerzas armadas para que se dediquen a la agricultura, no es más que comprar por anticipado a la nueva junta de comandantes; coroneles y generales que  desde antes de ser juramentados en sus puestos tienen el compromiso de garantizarle al narco dictador  su estadía en el poder más allá del 2021.

Este compromiso, porque no es lealtad, tiene precio y le ha costado al pueblo hondureño 4,000 mil millones de lempiras, saqueados de la Secretaría de Agricultura. El narco dictador no tiene alternativa, o el poder o la cárcel, por lo tanto, paga por quedarse en el poder.

Y aquel refrán queda como anillo al dedo: “no hay general que aguante un cañonazo de un millón de pesos”, y juan orlando lo sabe, por eso los compró y los sigue comprando; no por algo lo asesora su hermano en temas militares, un general en la “honrosa” situación de retiro.

Si por pisto baila el perro ¿Por qué no lo van a hacer los sacrificados, impolutos, dignos, valientes y gloriosos militares? Son 4,000 mil millones, no sólo es para bailar, es para poner una fiesta, da para más casi para una vendimia, como aquellas del imperio romano.

Si con anterioridad nuestros “gloriosos” militares exhibían con honor y garbo sus medallas ganadas en combates imaginarios, ahora también exhibirán sus recursos, similar a la década de los 80; haciendas, carros de lujo y bellísimas residencias y se pavonearán en los centros comerciales.

La defensa del narco dictador ahora está más que justificada, si hay 4,000 mil millones de por medio, con mayor razón van a asesinar, torturar, desaparecer y reprimir al pueblo, a ese que les paga sus salarios. De verdad que le muerden la mano a quien les da de comer.

Filosóficamente se explica que el hombre se mueve por tres motivos en la vida: prestigio, poder y dinero. En este caso nuestros “gloriosos” militares tienen dos, y gracias al narco dictador. El prestigio, nunca lo han tenido, ni tampoco les importa; las armas sustituyen esta carencia.

Y pagar y comprar, son manotadas de ahogado, las del narco dictador.  Se termina el poder y empieza el calvario. Sabe que su suerte está echada; una cárcel de máxima seguridad, en Honduras o en New York, no tiene otro futuro y los sigue su círculo familiar y sus serviles, aunque uno de ellos ya les lleva la delantera.

El narco dictador no tiene alternativa; el pueblo le tiene odio y desprecio y en su partido es un estorbo.  Material de sobra tienen sus contrincantes políticos para atacarlo. Sus correligionarios lo codean y lo patean, apesta; empieza a sentir la soledad del poder, solo sus serviles y lo militares lo arrullan, lo consuelan y lo alaban.

Pero la solución encontrada conlleva un problema; el que paga una vez paga dos, tres y hasta el infinito, similar a la extorsión del crimen organizado, y los militares son eso, y los recursos son siempre escasos. El primer pago fue grande ¿Cómo serán los subsiguientes?

El futuro es negro para el pueblo hondureño. Ahora sus asesinos están pagados y por ende dispuestos a matar, a desaparecer y torturar, y con líderes ignorantes y pusilánimes en la oposición como Juan Barahona y Rafael Alegría parece que tendremos narco dictador para rato, aunque siempre existen los quiebres. ¡Amén!

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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