Por: Marlin Oscar Avila
No cabe duda que los problemas de salubridad pública persisten y se esconden ante la pandemia del COVID-19.
Las constantes noticias, desinformación y entrega de los medios de toda índole al tema de la pandemia, ennubla los problemas estructurales habidos en el sistema de salud existentes. Solamente se ha colocado frente a un escenario la pandemia del COVID-19, como nunca había ocurrido con otras anteriores. Pareciera algo fraguado internacionalmente para hacer que no pensemos en otros problemas de primera relevancia en nuestra vida como nación.
En Honduras no se puede dejar de lado la exigencia de restablecimiento de un sistema de salud pública fuerte y sólido, que no vuelva a hacer contra la vida de nuestros seres queridos, lo que hace actualmente está pandemia, imponiéndonos un dolor colectivo e individual en nuestra alma para el resto de quienes sobrevivamos.
Se ha evidenciado lo cruel y grotesco de las actuaciones gubernamentales por privatizar todo el sistema de salud, favoreciendo unas pocas empresas, bancos y familias, colocando a la demás ciudadanía frente a esa epidemia genocida.
Según algunas estimaciones, eliminará la vida de unas 20 mil personas, miembros queridos de nuestros núcleos familiares
Solamente una mafia desalmada, hace negocio con nuestro dolor colectivo.
Tener en este empobrecido país a cerca de 10 mil médicos desempleados, no solamente es ofensivo a la dignidad profesional de los galenos, pero indica lo mal que está este cascarón sanitario institucionalizado. Lo mismo se puede decir con los miles de enfermeras sin empleo o con contratos de trabajos temporales, para manipularles al antojo del empleador.
El gobierno piensa darle «atol con el dedo» al pueblo, utilizando el multimillonario presupuesto con medio abastecer de instrumentos protectores a los médicos, enfermeras y personal de aseo, que enfrentan el coronavirus y equipar algunas unidades de emergencias. Obviando lo crucial que es un verdadero sistema público de salud. Instalarán «hospitales de carpa», después de décadas de no construir uno sólido, así los levantan rápidamente para revenderlos.
No olvidamos la insuficiencia de medicamentos y equipos para tratar las demás enfermedades que sufre nuestra población. Que las terapias y medios de atención para otras enfermedades crónicas están privatizadas y que lo único que ofrecen los pocos hospitales públicos del país, son recetas y algunos analgésicos. Sabemos
que hasta para que nazcan las nuevas generaciones, se le exige a las madres llevar todos los insumos y, muchas madres y sus hijos terminan en los pisos de las salas maternales. Pero esto es general en las demás salas de tratamientos especializados, en un sistema sanitario de curación y no de prevención.
Asistir a un centro de salud de este país viene a ser como retroceder medio siglo en su higiene, infraestructura y administración. El que no permitan cámaras y periodistas en los hospitales, es para esconder lo que es ya del público conocimiento. Una completa cochinada, que cualquier país vecino supera con creces.
Acaso, al concluir esta pandemia y se logre una vacuna, no estaremos peor que en febrero del presente año, pues habremos aumentado nuestra enfermedades crónicas y psicológicas. Muchos seremos forzados a llenar los parques, puentes y semáforos mendigando un bocado de comida para la familia. Habrá entonces un ejército de desempleados y enfermos tirados a su suerte.
Desde luego, para los desalmados que gobiernan, mejor sería otra crisis parecida en el 2021 o una catástrofe natural.
Quienes logren someterse a las nuevas modalidades de empresas, estarán en sus apartamentos trabajando en línea. Los empleadores tendrán tres veces más las ofertas de técnicos y profesionales jóvenes desorganizados, novatos e indefensos. La salud será atendida en línea y un mensajero le llevará los medicamentos, siempre que tenga acceso electrónico. Esto ya se está iniciando. Es lo previsto por las grandes empresas. La nueva modernidad.
El asunto es qué pasará con la masa de la clase trabajadora que sobreviva la pandemia SARS-VO2. ¿Si no los someten por las armas, se integrarán comunas de indigentes? . O se robotizan o se mueren de hambre. Eso será secundario para los dueños del poder.
Al obtener la vacuna, ¿se discriminara a quiénes sí y a quienes no se le aplicará? ¿Habrá empleo decente para los miles de galenos y enfermeras, quienes han puesto en alto riesgo su vida por nuestra salud? O, simplemente le damos un pergamino de reconocimiento, les aplaudimos, para luego tirarlos al ejército de desempleo de profesionales, nuevamente? Estas y muchas otra preguntas están sobre la mesa.
Esta sería la despedida a nuestros héroes, si no exigimos resolver los problemas sustanciales en el sistema de salud.
Conque la clase política gobernante devuelva los millones de dólares robados al sistema de salud ahora mismo y en la última década, tenemos los recursos económicos para resolver este problema sustancial.
Los cambios actuales e inmediatos golpearan no sólo a la clase trabajadora, pero a las élites económicas y sociales, los desalmados gobernantes buscan evadirlo, sacando el mejor provecho, simulando actuar para el bien común.
Ni perdón ni olvido.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
4 respuestas
Que horror!
Y nada cambiará mientras sigan las personas encargadas del mismo.
Circo macabro en la Honduras ?? de allá caraJ0H
Muchas gracias estimado Marlin Oscar Ávila, -Una digna y calificada persina-
Es muy ilustrativo su mensaje, ante la bruma de ésta emergencia, muchos hondureños no vemos la lamentable realidad con que es pisoteada nuestra dignidad.
Siempre es un gusto leer y analizar sus escritos.
Le aprecio mucho.