Violencia política, falta de propuestas y control partidario en los entes electorales posicionan a Honduras frente al desafío de recuperar la confianza ciudadana
Tegucigalpa, Honduras. – A poco más de dos meses de las elecciones generales en Honduras, un clima de incertidumbre y preocupación marca el panorama preelectoral, advertido por el reciente informe del Instituto Nacional Demócrata (NDI). Violencia política, debilidad institucional y una fuerte polarización emergen como los desafíos más apremiantes en la ruta hacia los comicios del 30 de noviembre y amenazan la credibilidad y transparencia del proceso.
El informe del NDI identifica cinco retos prioritarios, entre ellos la falta de autonomía efectiva del Consejo Nacional Electoral (CNE), el Tribunal de Justicia Electoral y la Unidad de Política Limpia, organismos afectados por presiones partidarias y presupuestarias. El analista en materia electoral Luis León coincide: “Son un sistema de partidos que no es autónomo y que está politizado, una violencia política muy marcada, una intervención de actores políticos que más que ayudar afectan”.
Por su parte, Héctor Soto, analista en temas advierte que el control y autonomía del CNE no pueden resolverse en el corto plazo, pues “el CNE se volvió una extensión de los partidos políticos” y quienes lo integran suelen ser castigados no por tener afinidad partidaria, sino por carecer de ella.
Además, señala que es fundamental que el Ministerio Público y otras instituciones judiciales se mantengan ajenas al proceso electoral, ya que su injerencia distorsiona la legitimidad y la percepción ciudadana del ejercicio democrático.
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SOCIEDAD CIVIL: ENTRE LA POLARIZACIÓN Y EL AUTOCONTROL
EL NDI advierte que la polarización política se ha intensificado peligrosamente en el contexto preelectoral hondureño, generando tensiones que profundizan la desconfianza ciudadana y obstaculizan el diálogo social. El informe destaca la urgencia de construir espacios plurales y seguros para la interacción entre partidos políticos, autoridades y organizaciones civiles, pues en ausencia de consensos mínimos la confrontación amenaza la legitimidad y la paz del proceso electoral de noviembre.
En este ambiente de confrontación, el rol de la sociedad civil es determinante: el NDI subraya que el involucramiento independiente y constructivo de actores sociales puede ayudar a contrarrestar el discurso de odio, la sospecha de fraude y la violencia, además de fortalecer la transparencia y la vigilancia ciudadana sobre el proceso.
Soto considera fundamental que tanto partidos como organizaciones civiles promuevan el autocontrol, especialmente aquellas que se desempeñan como observadores electorales, para evitar profundizar las tensiones sociales. Sólo así Honduras podrá avanzar hacia procesos electorales más íntegros y superadores de la desconfianza acumulada, señala.
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RECOMENDACIONES CONCRETAS
Entre las recomendaciones urgentes planteadas por el NDI destaca la necesidad de fortalecer la gobernanza y la coordinación efectiva entre los organismos electorales, garantizando recursos suficientes y autonomía institucional. El informe propone también consolidar espacios plurales de diálogo entre partidos políticos, autoridades y sociedad civil para erradicar los discursos anticipados de fraude y fomentar la transparencia en todo el proceso.
Además, subraya la importancia de implementar medidas integrales de seguridad electoral y prevención de la violencia, con especial énfasis en la protección de mujeres y periodistas.
En ese sentido, Luis León considera que, aunque el panorama electoral es claro en cuanto a los desafíos, lo que más hace falta es una auténtica voluntad política y un verdadero interés de país. Subraya que la actual campaña está dominada por candidatos sin propuestas serias y un debate centrado en el descrédito mutuo, donde “nadie está diciendo por qué hay que votar por él o por ella”.
El NDI impulsa la observación ciudadana nacional no partidaria y sistemática, así como el acceso pleno a la información pública, y llama a promover campañas orientadas a incentivar el voto libre y consciente, así como la aceptación pacífica de los resultados electorales para preservar la legitimidad democrática.
