Por: Jaime Flores
La filosofía campesina refiere con claridad meridiana que “no hay buey que aguante a dos puyas” y este refrán parece que fue pensado prospectivamente para la situación por la que atraviesa el pueblo hondureño en tiempos de pandemia. A un costado soporta la puya del COVID-19 y al otro, con la punta más aguda, larga, afilada y hasta envenenada la del coronavirus cachureco; siendo esta la más peligrosa por sus características y por las secuelas a corto, mediano y largo plazo.
Y no es que se pretenda minimizar los que hace y puede llegar a hacer El COVID-19 con este pobre, ignorante y enfermo país, -que todo apunta a su desaparición como Estado-Nación-, lo que sucede con las pandemias es que los estragos, dolorosos y traumáticos, tienen un tiempo límite y la solución está en la ciencia y en las acciones preventivas en torno a la misma.
Contrario a las decisiones políticas, que tienen efectos a corto, mediano y largo plazo y son más perniciosas y devastadoras que los de un fenómeno natural; como es el caso de la corrupción de los políticos tradicionales, cuyo costo lo sufre un 70% de la población que se encuentra en pobreza y un 48% en extrema pobreza, por ende, en la total indefensión y que además, pone en riesgo hasta la sobrevivencia del Estado-Nación.
El coronavirus cachureco es más grave que el COVID-19. La pandemia para estos delincuentes no fue un problema de salud a resolver, fue un pretexto para a saquear las arcas del Estado; una verdadera danza de millones, 80 mil millones, recursos desviados a bolsillos privados, la mayor tajada para el narco dictador, sin lugar a duda.
Lo más grave de este saqueo que es a vista y paciencia del pueblo hondureño, un pueblo que producto del hambre lo ha perdido todo, hasta las energías para defender aguerridamente sus derechos y hacerle frente a la guarida de delincuentes que hoy por hoy desgobiernan esta nación.
De esa enorme cantidad de recursos nada ha llegado a la abandonada red hospitalaria del país; así lo denuncian los médicos y los paramédicos, como a su vez han empezado a hacerse públicos los primeros actos de corrupción, lo cual era de esperarse, los delincuentes siempre actúan como delincuentes ¿Por qué habría de esperarse un cambio?
Y es que el saqueo al sistema de salud por parte del coronavirus cachureco no es nuevo, lo hicieron con el Instituto Hondureño del Seguro Social (IHSS), pero lo que saquearon allí (L7,500 millones), no será nada en comparación a lo que se robarán ahora con la pandemia, 80 mil millones o más.
A este pueblo le costará más recuperarse del coronavirus cachureco que del COVID-19. Las secuelas perduran por años y lo más grave que el tiempo se le acaba, 30 años como Estado- Nación. No lloren si se pierde antes la soberanía y el estatus de ciudadanos; la esclavitud ha vuelto, Libia es un ejemplo y los gringos no tienen alma.
Lo más grave es que el narco dictador seguirá robando, está cómodo; tiene a su pandilla de delincuentes, tiene a la embajada americana, tiene un ejército con una bala para cada hondureña/o que se salga del redil y a su favor; una oposición política inexistente, un pueblo hambriento que con una bolsa solidaria se muestra agradecido, por esto y más este dictadorzuelo planifica para los próximos 20 años y no es irreal que se salga con la suya.
Esperemos que la filosofía campesina se cumpla y que las dos puyas que hoy por hoy lastiman el famélico cuerpo de las y los hondureños, en masa, como pueblo, lo hagan reaccionar de lo contrario; su suerte está echada, la muerte de un Estado-Nación y todo por culpa del coronavirus cachureco.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
2 respuestas
Brillantes, brillantes, se los van a llevar los rusos y los van hacer jabón de pelota.
El cahureconavirus