Por: Redacción CRITERIO
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Tegucigalpa.- CARITAS, la Pastoral Social de la Iglesia en su editorial del pasado 9 de marzo, titulado “CAMINO A LA ESPERANZA”, donde hace un análisis de la situación que vive Honduras en los últimos 6 meses, comenzando con la salida a flote de la conciencia nacional ante una espuria reelección, pasando por un fraude electoral, donde la población ha dejado de ser pasiva y se ha manifestado con diferentes fuerzas, mostrando que no está dispuesta a más imposiciones.
Ante este giro de la historia, señala Caritas, los grupos de poder -políticos y económicos- cubiertos por el manto de la impunidad, tiemblan al pensar que las instituciones del país puedan tener la fortaleza, los recursos y la convicción para combatir sin arreglos, sin componendas ni negociaciones el cáncer de la corrupción y de la impunidad.
De manera contundente señalan que la corrupción no comienza con el saqueo de las arcas públicas. Arranca con el establecimiento de un Estado patrimonial en donde los políticos han utilizado a sus anchas el erario público como si fuera de su propiedad.
De manera directa apunta que cuando los corruptos saquean los fondos del Estado están robando las medicinas de los hospitales, el salario de los maestros, la construcción de escuelas, canchas deportivas y cierran oportunidades para desarrollar talentos, capacidades y ejercer acciones creativas.
CAMINO A LA ESPERANZA
«Si Jesús ha vencido al mundo, es capaz de vencer en nosotros todo lo que se opone al bien. Si Dios está con nosotros, nadie nos robará esa virtud de la cual tenemos absolutamente necesidad para vivir. Nadie nos robará la esperanza. ¡Vayamos adelante!» (Papa Francisco, 27 de septiembre, 2017).
La historia de Honduras, empezó a moverse en el último semestre a mucha velocidad y para muestra lo siguiente: la conciencia ciudadana salió a flote con el supuesto fraude electoral. La población dejó de ser pasiva, permisiva y se manifestó con fuerza de distintas maneras y está lista para no aceptar más imposiciones de los grupos políticos acostumbrados a engañar la conciencia de los ciudadanos.
Muchos pensaron que se había iniciado el camino para erradicar la corrupción con las últimas acciones requeridas por la Misión de Apoyo Contra la Corrupción e Impunidad (MACCIH) y la Unidad Fiscal Especial contra la Corrupción y la Impunidad (UFECIC) ante los hechos de corrupción de altos funcionarios del gobierno de Pepe Lobo. Otros, todavía escépticos tras la captura del Gerente General de DESA -supuesto autor intelectual de la muerte de Berta Cáceres- consideraron que la impunidad empezaba a llegar a su fin.
Ante este giro de la historia los grupos de poder -políticos y económicos- cubiertos por el manto de la impunidad, tiemblan al pensar que las instituciones del país puedan tener la fortaleza, los recursos y la convicción para combatir sin arreglos, sin componendas ni negociaciones el cáncer de la corrupción y de la impunidad que tanto daño ha provocado al país y que es una de las causas de la pobreza y miseria en que se debaten grandes sectores de la población.
La corrupción no comienza con el saqueo de las arcas públicas. Arranca con el establecimiento de un Estado patrimonial en donde los políticos han utilizado a sus anchas el erario público como si fuera de su propiedad. Y para mantener este sistema han violentado las leyes, destruido la Constitución, debilitado las instituciones y han utilizado mil artimañas para quedarse en el poder político y afianzar su poder económico. El interés nacional desapareció del horizonte de la administración pública para trasladarse al interés personal, familiar o del correligionario.
En el país la corrupción e impunidad tiene rostro de políticos, empresarios, empleados públicos escondidos en las instituciones estatales y que se amparan en un aparato legal diseñado por ellos mismos. La corrupción tiene tanto poder que cruza fronteras y sus largos tentáculos permean instituciones y organizaciones.
Por eso, no extraña la crisis provocada en la MACCIH para minar su credibilidad y hacer fracasar este intento por sanear al país del mal de la impunidad
Cuando los corruptos saquean los fondos del Estado están robando las medicinas de los hospitales, el salario de los maestros, la construcción de escuelas, canchas deportivas y cierran oportunidades para desarrollar talentos, capacidades y ejercer acciones creativas. También se roban las esperanzas, las aspiraciones de los jóvenes y los sueños de justicia y democracia de todo un pueblo. ¡Se roban la vida!
Paulatinamente aparecen iniciativas en todas partes de la nación: se pide a gritos hacer reformas profundas al aparato estatal, luchar efectivamente contra la corrupción, se hacen reclamos para que los aparatos de justicia Fiscalía y Corte Suprema de Justicia sean eficaces e independientes del poder político, se exige diálogo entre los políticos y con toda la ciudadanía para rehacer el país, la democracia, la política y el Estado de derecho.
El largo, lento pero esperanzador camino del diálogo como instrumento para encontrar salida a la crisis política y social del país ha comenzado. Sin duda, este es un canal idóneo para que los ciudadanos expresen su sentir y pensar en estos momentos difíciles que vive la patria. Por esa razón es oportuno proponer a la mesa de diálogo que incorpore en la agenda las conclusiones que la Comisión de la Verdad expone en su informe «Para que los hechos no se repitan», que en el capítulo 2: «Honduras en su Historia reciente» presenta cuatro factores que han impedido que el país se consolide como un Estado moderno:
- Inestabilidad sociopolítica 2. Gobiernos autoritarios 3. Escaso crecimiento económico y 4. Bajos niveles de participación ciudadana.
Factores que en el momento actual ubican a Honduras en los primeros lugares de pobreza, inequidad y exclusión social en Latinoamérica.
La pobreza sigue siendo el principal desafío del país y estamos plenamente convencidos que permanecerán en el escenario nacional si no se resuelven las causas de atraso, pobreza y crisis política.
- Un segundo desafío es recuperar el Estado de derecho para que la población recobre la confianza en sus instituciones y en sus leyes.
Un tercer desafío es la renovación y purificación de la clase política que debe orientarse al bien común como tarea y valor fundamental.
- Un cuarto desafío es salir de la crisis actual por medio del diálogo con decisiones reales, racionales, congruentes y que los acuerdos sean de obligatorio cumplimiento para todos.
Ciertamente los acuerdos del 2001 para reformar el sistema político y apuntalar la democracia con una nueva Ley Electoral nunca se realizó, las recomendaciones de la Comisión de la Verdad no se hicieron efectivas y la totalidad de los acuerdos de Cartagena para superar la crisis del 2009 quedaron en la mente de la población.
Por todas esas aristas y la historia de los acuerdos firmados por la clase política, es necesario que el diálogo se rija por algunos criterios que ayuden a crear confianza y legitimidad como lo afirmaba la Conferencia Episcopal de Honduras: debe ser incluyente, franco y los acuerdos deberán ser vinculantes a todos los actores, debe conducirnos a 00 00000 pacto social distinto a los pactos entre Partidos y toda la ciudadanía debe participar ya sea para analizar los temas y hacer propuestas o para validar los acuerdos tomados.
El país requiere un nuevo pacto social que sea asumido por todos los sectores, que permita superar los penosos índices de pobreza, inequidad y exclusión social resultado de la aplicación manipulada de la actual Constitución de la República que ha concentrado, por un lado, beneficios y por otros niveles de miseria que avergüenza a los hondureños y puede ser el origen de males mayores y que hoy se pueden corregir.
Esperamos que la clase política actúe con sensatez y buen juicio, recoja los intereses, necesidades y sueños de los grandes sectores de ciudadanos que aspiran a un país justo, sin hambre y sin miseria, con asistencia en salud, con educación de calidad, con fuentes de trabajo digno y bien remunerado. Esa es la Honduras que todos soñamos, por la que trabajamos y apostamos.
Es responsabilidad primaria de la clase política crear las condiciones para que el diálogo sea una realidad y tenga el éxito que los hondureños esperan. ¡¡Esta es la hora del pueblo! Es el momento para que ricos, pobres, sin distinción de Partido Político y religión expresen nuevamente sus demandas para que sus derechos sean respetados y luchen abiertamente contra la corrupción y los corruptos que perpetúan la pobreza y mantienen a la población en la indigencia.
Reflexión comunitaria:
- ¿Qué conocen sobre la mesa de diálogo que se instalará en el país? • ¿Qué problemas les afectan más y quisieran que fueran tratados en la mesa de diálogo? • ¿Confían en que el diálogo ayudará a resolver los problemas del país?
Caritas de Honduras
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
4 respuestas
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Cuando interviene mucha gente en el «dialogo» se convierte en relajo y esto es precisamente es lo que quiere el gobierno corrupto o sea «JOH», por favor no sean tan infantiles!!!
Sacramento como dice el hno Francisco alejandro es un relajo en este paso no Hay orden esta tomado x la Mara HERNANDEZ, que devuelvan loss millions que se Han robado para construir hospitLes y escuelas, insumos hosputalarios estos delincuentes se Han apoderado de nuestro pais y estan matndo nuestra genre: HASTA CUANDO DIOS DE MISERICORDIA ESTABLECE JUICIO SOBRE ESTOS CORRUPTOS estamos cansados nuestro pueblo perece.