Estados Unidos ayuda fiscalía Guatemala

Los Estados Unidos en su violento laberinto, interpretándolo

Efemérides de julio

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

 

                   A oídos del nuevo encargado de negocios

Obama lo regaña. Pero ¡no porque apoye a JOH! porque a él tampoco Honduras nunca le importó un bledo. ¿La esperanza es que Crazy Bernie, que representa la consumación del ideal americano, podría ganarle, si lo dejaran? Todo puede suceder. Peor ahora que empezaron a flaquear los índices económicos mientras su mejor amigo -el déspota norcoreano- se burla de él ensayando sus cohetes transoceánicos y Putin avisa que va a construir los suyos propios, en represalia. Sorpresivamente, se habla mucho de guerra en Asia, África, en nuestra Tierra Firme.

No es segura esa deriva. Hay señales contradictorias. Por ejemplo, esfuerzos bipartitos para promulgar una contención de las facultades bélicas de Trump, con el fin de frenar su impulso primario de agresión contra Irán. A sabiendas de que una guerra más en Medio Oriente, en la cual no todos sus aliados se alinearán, es lo que menos necesitan los Estado Unidos en este momento, como advierten sus propios generales. Mientras que la guerra comercial que le ha declarado a los chinos -a quienes amenazaba antier incluso con nuevas represalias– viene de tener su primera repercusión negativa real, cuando cayó antier el índice del  Dow Jones, creo que ¡900 puntos en el día! una mayor caída que cualquiera en el último año, en respuesta al mero anuncio Chino de una simple devaluación de su moneda, la primera salva en su defensa. Y el Fed declara que eso ¿es manipulación? Vale.

Pero parece que todavía, aunque con alguna vergüenza, la base del Partido Republicano está en disposición de proteger al menos en el Senado las ejecutorias radicales de Trump, incluso adoptando medidas radicales de procedimiento. Mientras que en El Congreso, la presentación ayer de los términos de referencia para entablar un juicio político contra el Presidente de Estados Unidos, por expresiones que sus opositores consideran racistas y xenofóbicas, supone ya un  nuevo peldaño de enfrentamiento. Antes, N. Pelossi, Vocera y candidata puntera Demócrata se oponía a ese transe, por considerarlo simplemente poco práctico. Ahí está, a la vista al menos, un boxing match legislativo, o quizás algo peor. En un par de los Comités del Congreso se argumenta que el bucloso intentó obstruir las investigaciones fiscales en su contra y se proponen obligarlo a revelar sus declaraciones de impuesto sobre la renta, que ofrecen fresco pasto de escándalo. O, ¿por qué insistiría en esconderlas?

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Ese conflicto legislativo y luego el electoral se van a escenificar de inmediato –además- en el contexto de una nueva dramatización aguda, ejecutada por medio de las redadas sistemáticas, ordenadas por Trump, o sea una persecución violenta de los sospechosos de ser migrantes ilegales, por parte la policía migratoria y de ICE, apoyadas ahora por fuerzas regulares del ejército e irregulares de grupos de tipo vigilante, voluntarios que asisten a la guardia fronteriza. Ha trascendido ya a los medios masivos, la historia de los maltratos a los cautivos, con separación de las familias y denegación de derechos básicos de los detenidos civiles en la frontera, abusos grotescos de los niños, al tiempo que el gobierno procura -en El Congreso- limitar el derecho de asilo y extender las atribuciones represivas de las autoridades fronterizas.

Y en las ciudades del interior se escenifican matanzas de latinos como la que acabamos de atestiguar en El Paso con  una veintena o más de víctimas fatales. De cuya locura no se puede culpar a Trump no, dice su vocero, quien está en contra del odio, es todo peace and love… Pero ahí están los hechos. Dentro de la historia americana, a lo que más se asemejan estas nuevas redadas es a la persecución durante la Segunda Guerra, otra vez guerra, y la reclusión de los alemanes y japoneses americanos, despojados de sus pertenencias y recluidos en campamentos infamantes, en efecto, campos de concentración, en que disminuyó su población.

¿Se perfila un genuino drama humano de dimensiones épicas, semejante a la persecución de los cristianos en la Roma Imperial o a la expulsión de los moros de la Península Ibérica? Y después ahí de los judíos sefarditas o más tarde el acoso de los asquenazí expulsados desde la Europa Central a la que habían llegado invitados a cumplir con tareas específicas. En todos los casos, tragedias de grupos satanizados a los que el poder, para su conveniencia, e ilustración de su propia pureza cultural, quiso culpar de males sociales complejos, desde los económicos hasta los epidémicos. ¡Trump lloroso dice ¡Que no hay lugar en Estados Unidos para el odio racial, thank God for small favors, y para la ideología de la supremacía blanca o la xenofobia! Que los demócratas exigen que se ponga en la agenda. O sea ¿bienvenidas sean sus masas hambrientas y deseosas de libertad?

Pero ya no es creíble ni para quienes le exigen disculpas puntuales ni para los rallys en que le gritan, con su complacencia, send them  back, refiriéndose a las legisladoras de color y ascendencia  árabe o latina que lo cuestionaron. Y a las que les ripostó que si no les gustaba, que se regresaran a los países de origen.

A medida que se acerca el nuevo ciclo electoral, en EUA se agitan las aguas y los vientos de esta aparente tormenta política inédita, de polarización y fraccionamiento sin precedentes, ¿en que el ejecutivo populista consigue movilizar territorialmente una base de electores fanáticos y fieles, la escoria blanca? ¿Suficiente para catapultarlo a un segundo mandato de gobierno, con la ayuda Rusa que Muller dice que desde ya se moviliza? Mientras que el Partido Demócrata, dividido entre progresistas y tradicionales, los conservadores y los libertarios que se parecen pero son distintos abren nuevos espacios de diferencias, sin atreverse a enfrentar conjuntamente la amenaza común, su contradicción principal.

Sería peligrosísimo negar el poderío inmenso que aún tienen los Estados Unidos de América, y seguirán teniendo por otra generación también sobre nosotros. Igualmente desastroso sería dejar de reconocer que está perdido ese pobre país. Que no sabe para dónde va, que ha confundido la democracia -vinculada a la defensa de los derechos de todos, que se esfumaron- con la ignición de la demagogia populista pirotécnica. Poco ayuda el vetusto discurso antiimperialista que los latinoamericanos quieren importar desde el siglo antepasado. Hace falta ser más fino y comprensivo en el análisis. Y es imperativo entender lo que ocurre en ese horizonte lejano de la decadencia, la degradación lenta que, cual indigestión espantosa, congestiona al gigante obeso, ahíto de coca y la energía barata, proveniente del fracking. Un país dominado hoy por los súper ricos, cuyo emblemático representante es Trump, epitome y vergüenza de su raza como decía el tío Poli. Un penco urbano heredero de las pandillas que dice combatir, con dinero de sobra para pagar al sastre judío y al diseñador dago, cuando el hábito no hace al monje, Pero huérfano del arte de gobernar a tus iguales, que principia y termina en el respeto al otro, adentro y afuera. Ignorante y despreciativo de su mejor tradición  y dispuesto igual que JOH a cualquier cosa por el poder, resorte de la acumulación de la riqueza, aunque sea a costa de todos y de las condiciones de sobrevivencia colectiva.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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