Por: Jorge Miralda*
«Colarse» en Honduras, es entrar en una reunión, ubicarse a escondidas en algún sitio con engaños, asistir a una fiesta o acto social sin pagar la entrada o sin tener invitación.
En nuestra niñez, nos colamos infinidad de veces al estadio, en el circo y/o al cine aun sabiendo que nos podían pescar en el acto y recibir como recompensa coscorrones, manotadas, fajazos o patadas en el trasero; pero lo hacíamos por no tener dinero para pagar la entrada a dichos actos y porque la aventura nos llamaba con su dedo índice y ante ese llamado no nos podíamos negar.
Quien no se coló nunca en un acto de esta naturaleza en sus años de infancia, no tuvo niñez.
Actualmente en Honduras existen muchos colados en política, en el Estado, en los partidos políticos y en organizaciones populares pero se conocen como infiltrados, espías, elefagentes secretos, orejas, guazalos, sapos, roba cámaras, etc., pero es la misma mica en diferente rama.
En la edad adulta cuando un colado es atrapado infraganti es de lo más vergonzoso que pueda existir en la vida, ya que pone en evidencia su escasa formación, la total ausencia de valores, de principios y va más allá su vil acción, ya que cuando ese colado dice representar a un conglomerado este hecho imbécil se convierte en soberana payasada rayando en la locura, puesto que por su malévola culpa, sus dizque representados serán tildados de ahora en adelante y en forma general de honducolados.
Eso le ocurrió al gobernador de Honduras o mejor conocido ahora como “fashionboy”, un pinche plebeyo de marca mayor y venido a menos, quien con ínfulas de realeza trató de colarse en la elegante semana de la moda en Dinamarca, queriendo respirar aires nobles y codearse de tú a tú con la alta alcurnia de sangre azul dinamarquesa ―pero aquí se equivocó el tal señor de marras porque pensó que lo de “azul” era por ser nacionalista y se dejó ir sin invitación pues en su demencia esquinera dice como la canción de José Alfredo Jiménez: sigo siendo el rey―; pero fue descubierto en ese acto bochornoso por la princesa Mary de ese mismo país al preguntarse ¿Quién invitó a JHO a la cena de la moda?
Es una vergüenza y una bofetada internacional en pleno rostro la que sufrió Honduras en ese evento de moda y no el “fashionboy”, ya que este sujeto no la tiene ni la conoce y regresó como Pedro por su casa sonriendo con sorna como acostumbra a hacerlo, diciendo aquí no pasó nada para tratar de rumiar y ocultar su gran fracaso como aspirante a noble de las pavorosas alturas de sangre azul y que esa aventura ridícula de rufián trasnochado le costó al pueblo hondureño más de 20 millones de lempiras.
*Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Honduras (UEAH)
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas