Entre líneas
Por: Roger Marín Neda
Hace poco, el prestigioso columnista internacional Carlos Alberto Montaner preguntó a Joaquín Pérez-Rodríguez, experto electoral, quién ganará la próxima elección en EUA.
Tiempo antes, Montaner escribió, con minucioso desagrado, un prolijo recuento de las razones por las que no le gusta Trump. Parece entonces que, si el columnista preguntó, fue más bien por la memoria de las elecciones de 2016, que ganadas por la Sra. Clinton, hicieron presidente al Sr. Trump.
En forma que Montaner califica de “contundente”, el experto le contestó que “hoy Biden aparece ganando en las encuestas en 8 de los 9 estados que ganó Trump, y decidirán, con márgenes sólidos. Además, Trump le cae mal a un 10% más de votantes y nadie vota por un candidato que le caiga mal.” Había ya explicado que, en 2016, “las encuestas se equivocaron en dos estados. En todos los demás acertaron o quedaron en el margen de error.”
Sin embargo, si acaso la aritmética electoral de EUA reitera la sorpresa, Montaner comenta que la fortaleza institucional del país lo protegerá contra daños irreparables a la democracia, cualquiera que gane.
También en Honduras, fuera de unos cuantos inexplicables “trumpistas”, la opinión se divide entre quienes no conciben la reelección, y quienes confían en que siempre quedan las instituciones.
Con su analgésico preventivo, Montaner toca la cuestión crucial de las elecciones: si la institucionalidad – sustancia de la democracia de EUA- podría resistir nuevos y más feroces embates del presidente reelecto, o, en caso que pierda, si es posible reparar las estructuras dañadas, de las que el pilar central es la independencia y apoliticidad partidista del poder judicial; y, una pregunta de segundo orden, impráctica quizás, incómoda sin duda, pero inevitable: si ganara el Sr. Biden, ¿podría resanar la institucionalidad y recuperar la política exterior, que durante cuatro años ha parecido aconsejada por los peores enemigos de EUA?
Según el Pew Reaserch Center, el poder judicial estará dominado durante muchos años por jueces escogidos por el Sr.Trump: cuatro en la Suprema Corte, que queda en un categórico seis a tres, llamado por The Economist de esta semana a “ transformar la Corte Suprema de Justicia de EUA, que enfrenta demandas sobre las reglas de las próximas elecciones”. Trump nombró además 214 jueces federales vitalicios (25% del total). De los jueces nombrados por él, 90% son blancos, 85% son hombres. Y de los 55 jueces de distrito, ninguno es negro, y hay apenas una mujer.
Toda manipulación del sistema judicial es un acto de corrupción política, que deslegitima y arriesga la democracia.
En un comunicado del 23 recién pasado, Transparencia Internacional (TI) denuncia indicios de corrupción en la campaña electoral de EUA. “Una vez más –dice TI- la elección presidencial de 2020 ha expuesto las fallas de las leyes del financiamiento de la campaña. Los candidatos están supuestos a gastar en propaganda política la suma sin precedentes de US $ 7 billones de dólares, y mucho de este dinero viene de grupos de dinero oscuro (dark money), que no informan sobre sus donantes.” Agrega que “unos pocos billonarios donan una parte sustancial de este dinero”, que, por lo demás, no tiene límites.
Contra la tradición de la columna, esta opinión se está poniendo sombría. ¿No habrá otra opción que un buen analgésico? ¿Doña Kamala, tal vez?
Tegucigalpa, 27 de octubre, 2020.
Nota
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Montaner, segun comentarios de hace mas de 10 años, lo enfocaban como cubano exciliado y vinculado a la CIA. Sus comentarios en el fondo son una acomodacion al sistema establecido y antisocialista 100%.
Buena letra y buena “labia” pero que esconden la vision del establisment pro “capital”.