La nueva realidad migratoria en Honduras para el año 2025

Por: Edgardo Molina

Con la llegada de Trump 2.0 el fenómeno de la migración irregular cambió drásticamente, por lo que en este artículo describiremos las principales aristas de esta manifestación social de hondureños hacia Estados Unidos y, sobre todo, haré eco de las nuevas vicisitudes en términos de los derechos humanos de esta población dentro y fuera del territorio nacional que, aunque los datos han bajado –en términos de cantidad— sus retornos, esto no implica la migración no siga siendo un fenómenos de múltiples complejidades no atendidas:  

Separación familiar con el retorno de adultos retornados

Cada semana retornan a Honduras al menos dos o tres vuelos de personas procedentes de Estados Unidos, entre 300 a 500 personas que fueron capturadas en los trabajos, en las calles, en sus casas o apartamentos y hasta en las escuelas de sus hijos, asimismo, personas que estaban cumpliendo o cumplieron pena en las cárceles del país del norte. Como es natural, cada una de estas personas tienen hijos que quedaron bajo el cuidado de un familiar tras su retorno, esto implica la precarización de las condiciones de vida de la niñez que queda sin el cuidado parental o bajo el cuidado del gobierno de Estados Unidos.

Los padres y madres claman por la reunificación familiar, es decir, la migración al revés de sus familiares que quedaron sin apoyo económico y cuidado de ambos o uno de sus progenitores.

Por otro lado, están las niñas y niños que han nacido en Estados Unidos y que han sido devueltos al país de origen de sus padres, el cual ellos nunca conocieron y ni siquiera, en algunos casos, hablan el idioma español, por lo que esto es un golpe cultural, simbólico y económico terrible para estas niñas y niños. En este sentido, la protección de la niñez con origen norteamericano por parte de su estado no se está cumpliendo ya que al llegar a Honduras no se tiene ningún registro de hacia dónde se dirigen en el territorio nacional.

La mayoría de los adultos retornados expresan al venir de retorno al país: “Yo no pienso volver, todo está muy caro allá, nos persiguen y uno no puede ni trabajar a gusto, creo que mejor me reuniré con mi familia en México, pero antes vamos a probar suerte acá en Honduras con algún negocito”.

Existen casos, también, de personas que deciden esperar en México por algún cambio en las políticas de Estados Unidos, por lo que desde el año 2023 Honduras es de los principales solicitantes de asilo en México, según datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).  

Es decir, miles de hondureños aguardan en México para poder entrar a Estados Unidos o trabajan de manera estacionaria para sobrevivir y en el momento que México no les presta las condiciones necesarias para su desarrollo, nuestros compatriotas retornan por la vía regular y pasan desapercibos en las cifras oficiales de retorno. Por lo anterior, el fenómeno de la migración irregular de hondureños no debe ser medido solo por las atenciones o retornos irregulares, sino también por la situación de los connacionales en el extranjero, por ejemplo: nuestros compatriotas son perseguidos en sus trabajos, centros educativos y hasta en sus hogares en Estados Unidos e incluso en las antes llamadas “ciudades santuarios” en los cuales podían desarrollarse libremente sin tener un estatus regular, ha generado la criminalización de los migrantes y complejiza el retorno, ya que muchas de las personas no cuentan con documentos que le sean útiles en Honduras tales como: identificación, documentos de estudios, o recetas de medicamentos. Por último y no menos importante, retornan sin acceso al patrimonio que por años construyó en Estados Unidos en términos financieros.

Cancelación del TPS y sus implicaciones

Desde el 8 de septiembre de 2025, los hondureños que estaban bajo el Estatus de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) ya no cuentan con esa protección de la no-deportación ni la autorización de trabajo, salvo que tengan otro estatus migratorio. Las nuevas solicitudes para TPS bajo la designación de Honduras ya no se aceptan desde antes de su terminación.

Las personas beneficiarias deben buscar vías alternativas de estatus migratorio, si las hay, o prepararse para posibles consecuencias de pérdida de estatus y, en consecuencia, el retorno de estas personas que dejarían de enviar remesas al país y volverían a formar las largas filas de desempleados en Honduras.

Entre enero y diciembre de 2024, los migrantes hondureños enviaron aproximadamente 9,743 millones de dólares en remesas, según datos del Banco Central de Honduras (BCH) y se proyecta que al finalizar 2025, el total de remesas recibidas supere los $10,259 millones, consolidándose como la principal fuente de divisas de Honduras, la gravedad de la situación podría tornarse en la falta de estas divisas que son las que cubren las necesidades diarias de nuestros compatriotas como, por ejemplo en: salud, educación, vivienda, mismas que son responsabilidades incumplidas del Estado.

 La congelación de los fondos de La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), los cuales ascendieron Entre 2001 y 2024 aproximadamente a $1 903.9 millones, es decir, unos 47,078.33 millones de lempiras en ayuda para Honduras en términos de: educación, salud pública, infraestructura, democracia y gobernanza y desde luego atenciones a las personas migrantes; se estima que con la salida de estos fondos al menos el 60% de las atenciones se perdieron o dejaron de hacer en términos de atención, recepción y reintegración y seguimiento. Esto sin mencionar los entre 15000 a 20000 empleos y derrame económico que estos fondos generaban en los trabajadores del sector social en Honduras. 

El Programa hermano, hermana vuelve a casa es un aliciente que el gobierno ha preparado para mitigar los efectos del retorno de nuestros compatriotas al país. Sin duda es un esfuerzo importante que ha atendido al menos a unos 35000 compatriotas brindándoles un apoyo económico de 100 dólares, alimentación y apoyo para la reinserción laboral o emprendimientos. Desde luego que al comparar las condiciones laborales, culturales, sociales y económicas de Estados Unidos de donde retornan habrá discrepancia, misma que posiblemente se vea materializada en un nuevo intento de migración.  

Finalmente, en un año político, la migración sigue siendo un fenómeno multidimensional que afecta a toda nuestra sociedad y Honduras sigue sin una planificación clara para el posible retorno de nuestros compatriotas, por ejemplo: en la actualidad, hay al menos 400 niñas y niños no acompañados en albergues de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados que esperan por su regreso a Honduras sin saber si habrá familiares que puedan recibirlos y permitir su desarrollo integral.

 Por otro lado, tenemos la situación de nuestros hermanos venezolanos que están esperando por un vuelo humanitario que los llevé hasta su país o esperan por su condición de refugiados en Honduras y permanecen en la mendicidad por las calles de las principales ciudades del país.

La migración sigue y seguirá cambiando y, como sociedad debemos estar listos para estos nuevos desafíos en toda la región que, de un momento a otro, podrían cambiar el rumbo del desarrollo de nuestro país en todas las esferas de nuestra nacional.  

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