La moral disoluta

Orbis Tertius

Por: Julio Raudales

¿Cuál misión del Fondo Monetario Internacional tiene la razón, la de mayo de 2019 o la de septiembre de 2025?

Ambas emitieron sendas declaraciones luego de las respectivas revisiones de los “Acuerdos Stand By” que habían firmado antes y las dos parecen copia al calco. Por cierto, los acuerdos Stand By no son precisamente convenios estándar por parte de ese organismo, sino que son una especie de programa “en espera” de que las cosas cambien para bien en el país.

La de 2019 decía que Honduras estaba enrutado hacia la estabilidad fiscal y monetaria remarcando los “pasos firmes del gobierno para subsanar los problemas del sector energético y alabando el crecimiento del PIB en el orden del 4.1% con una inflación controlada y un adecuado manejo en la regulación financiera que permite el acceso a créditos de los inversionistas y la garantía para los ahorradores.”

Por supuesto que el presidente de entonces y sus turiferarios rebozaban de alegría. A pesar de la inconstitucionalidad en que aquel régimen operaba y no obstante las manifiestas corruptelas de entonces, el FMI acudía obsecuente a inclinarse ante los “logros” de aquella administración hedionda.

Hoy, unos pocos años y muchos cambios políticos después, la misión retorna con una copia de aquella exposición, aduciendo que el país marcha por la senda adecuada y que ese organismo respalda las políticas adoptadas por el país. Los problemas del sector eléctrico no se arreglaron, el crecimiento económico sigue igual, la inflación es casi la misma, pero según los conspicuos técnicos del FMI, el país anda muy bien ¡Igual que en 2019!

¡Y cómo no, si el estado, que es el mismo! Ha tenido en el transcurso de los seis años acontecidos, dos gobiernos diferentes. El actual acusa al de entonces, de haber dejado al país quebrado. Los tres secretarios de finanzas que han calentado esa silla en los últimos 3 años y 8 meses, alegan que el esfuerzo de su administración es solventar los “terribles desafueros de la narcodictadura.”

Por su lado, los que ahora están en la oposición y en 2019 gobernaban, dicen que esta es una administración mediocre, que no avanza nada y nos tiene en la miseria. ¡Pero si las cifras indican que ellos tenían los mismos resultados que ahora! ¿Entonces, qué critican?

¡Y además, la misma misión del FMI respaldó y alabó en 2019 al “narco gobierno, es la misma que dice que ahora las cosas andan de maravilla! ¿Qué pasó entonces? ¿A quién creerle?

Si lo vemos desde las perspectivas de los indicadores de corto plazo que vienen publicando el Banco Central y la Secretaría de Finanzas desde hace décadas y que están aún en sus respectivos sitios web, las cosas parecen ser bastante coherentes con lo dicho por el FMI. Según este organismo, el crecimiento económico es adecuado, la inflación manejable, las tasas de interés consecuentes con las necesidades de ahorro e inversión del país.

Las cosas no cambian mucho. Usted puede o no estar de acuerdo con el FMI, pero resulta que es cierto que ambas administraciones tuvieron un manejo bastante similar. No hay contradicción allí.

Lo que resulta curioso es el análisis que los “expertos” domésticos hacen, según sea su inclinación partidaria: Los nacionalistas dicen que la actual administración está llevando el país a la quiebra con esos números. ¡Pero si esos eran los mismos que ellos exhibían hace 6 años!

Por su lado, los adictos al actual gobierno dicen que los de antes tenían al país quebrado y que ellos lo están rescatando. ¿Pero cómo? ¡Si esos son los mismos números que ellos muestran ahora!

¿De qué nos estamos perdiendo?

El FMI nos alienta y nos dice que estamos bien. Lo dijo hace 6 años y lo repite ahora. ¿Qué hacemos entonces? ¿Seguimos así? ¿O hay algo que cambiar?

La pobreza continúa arraigándose en la mayoría de los hogares, el desempleo sigue siendo el peor látigo del país, el sistema educativo continúa postrado y mantiene a los jóvenes en la ignorancia, el sistema de salud persiste en su vacuidad y solo provoca la muerte y morbilidad de jóvenes y ancianos, 1 de cada 5 niñas y niños menores de 2 años están en desnutrición.

¿Será que debemos creerles a los flamantes técnicos del FMI o nos ponemos a trabajar para que esta terrible realidad deje de asolarnos?

Este es un buen momento, entonces, para entender que vale la pena vernos un poco a nosotros mismos y entender mejor nuestros problemas para buscarles una solución inteligente, más allá de lo que nos vengan a decir quienes desde hace rato no nos dicen nada.

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