La crisis climática también es una crisis sanitaria

Por: Seth Berkley y Werner Hoyer

GINEBRA – El último informe de Lancet Countdown, dedicado a las consecuencias para la salud del cambio climático, destaca que debemos prepararnos para las calamidades que se avecinan. Incluso mientras la COVID-19 sigue difundiéndose, un estudio reciente sugiere que la probabilidad de otra pandemia aumenta el 2 % cada año. En las próximas décadas, la interrelación entre la crisis climática y la salud pública podría crear la tormenta perfecta de devastación y perturbaciones en el mundo.

La buena noticia es que, si actuamos de inmediato para transformar los sistemas sanitarios, podemos evitar otra catástrofe similar a la COVID. Como ocurre con la pandemia actual, los obstáculos para mitigar el cambio climático no son solo científicos o tecnológicos, también están enraizados en la geopolítica y las fuerzas del mercado. El egoísmo puede socavar la salud pública, especialmente cuando se interpone en el acceso equitativo a los recursos. De todas formas, la comunidad internacional se unió para implementar mecanismos innovadores como el Fondo de Acceso Global para Vacunas contra la COVID-19 (COVAX), diseñado para eliminar las barreras financieras que impedían a los países con bajos ingresos obtener vacunas.

Debemos lanzar mecanismos similares para atender al impacto mundial del cambio climático sobre la salud. Aunque ya conocemos muchas de las soluciones posibles, para que sean eficaces hay que implementarlas antes de que se produzcan las catástrofes. No se trata solo de un imperativo moral, es también una decisión económica inteligente que probablemente reduzca el costo total de los brotes y otras catástrofes vinculadas con el clima.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), que tuvo lugar en noviembre en Egipto, resaltó que la sostenibilidad no solo está relacionada con la descarbonización, los vehículos eléctricos y las medidas de adaptación climática, como la defensa contra inundaciones; también tiene que ver con la preparación para las pandemias.

En términos más amplios, se prevé que el cambio climático desplazará los límites del hábitat de agentes patógenos mortales. Esto llevará a que las enfermedades infecciosas que transmiten los mosquitos —como la malaria, la fiebre amarilla y el dengue— se extiendan incluso al norte de Europa y Canadá. Simultáneamente, la crisis climática amenaza con aumentar el grado de difusión de la malaria, el cólera y la esquistosomiasis en todo el mundo desarrollado.

Los países más pobres son los más vulnerables al cambio climático, a pesar de que fueron los menos responsables de sus causas. Por eso la comunidad internacional debe actuar inmediatamente para garantizar que las comunidades empobrecidas y marginadas tengan acceso a vacunas, tratamientos y diagnósticos. Dado el impacto devastador que generó un solo virus en miles de millones de vidas, sus medios de sustento y la economía mundial en los últimos tres años, queda extremadamente claro que debemos actuar con urgencia para contrarrestar las amenazas para la salud del cambio climático.

El esfuerzo mundial para garantizar la distribución equitativa de las vacunas contra la COVID-19 nos brinda un modelo útil. El Compromiso Anticipado de Mercado de Gavi y COVAX, un mecanismo financiero con fondos de donantes y acelerado por el Banco Europeo de Inversiones, permitió que los habitantes de los 92 países más pobres obtengan vacunas gratis. Esos países con menores ingresos representan aproximadamente la mitad de la población mundial y de otro modo hubieran sufrido dificultades para acceder a las vacunas.

Hasta el momento se entregaron más de 1600 millones de dosis a través del COVAX a los países en desarrollo, lo que contribuyó a lograr que el 52 % de sus ciudadanos estén completamente vacunados (el promedio mundial es del 64 %). Se trata de un logro notable, especialmente en el contexto del intenso acaparamiento de vacunas por los países desarrollados, las restricciones a las exportaciones de vacunas y los componentes necesarios para producirlas que implementaron algunos países, y las acciones de algunos fabricantes que parecieron priorizar los beneficios sobre la equidad.

El éxito del modelo del COVAX demuestra que se pueden implementar soluciones financieras innovadoras similares frente a los riesgos para la salud relacionados con el clima. Por ejemplo, varios actores del sector privado están evaluando actualmente un Compromiso Anticipado de Mercado para el Clima que estimule la innovación y la inversión en soluciones climáticas. De manera similar, los mecanismos basados en el modelo del Mecanismo de Financiación Internacional para Vacunas (que usa «bonos para vacunas» para anticipar los fondos comprometidos por los donantes a largo plazo y lograr que estén disponibles inmediatamente) tienen un gran potencial.

El multilateralismo es fundamental para establecer estos mecanismos de redes de seguridad. El COVAX solo fue posible gracias a que unió la capacidad financiera y el conocimiento de más de 190 gobiernos con socios del sector privado, grupos de la sociedad civil y agencias internacionales para una causa que nos benefició a todos.

Pero si el COVAX hubiera existido antes de la pandemia y estado equipado con financiamiento para contingencias de riesgo y capacidad frente a sobrecargas, podría haber preparado la respuesta —la mayor distribución de vacunas del mundo, y la más compleja de la historia— aún más rápidamente, lo que en última instancia hubiera salvado más vidas.

Después de la COP27, los gobiernos donantes y prestamistas multilaterales deben evaluar la manera de adaptar los mecanismos financieros existentes a la lucha contra el cambio climático para garantizar la disponibilidad de fondos en cuanto surjan las emergencias. Para minimizar el costo financiero total de los riesgos para la salud vinculados con el clima no solo es necesaria la prevención, sino también la acción temprana. Hay que diseñar estos mecanismos de redes de seguridad para proteger a la gente más vulnerable del mundo, dondequiera que esté.

Pero lo más importante es actuar ya mismo. Como advierte el informe de The Lancet, la cuenta regresiva de la próxima crisis sanitaria mundial ya comenzó.

Seth Berkley es director ejecutivo de Gavi, la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización. Werner Hoyer es presidente del Banco Europeo de Inversiones.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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