Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Ayer, un foro de organizaciones de sociedad civil, A.S.J. convocó a los y a la candidata a la alcaldía de San Pedro a compartir sus análisis de la inseguridad, de los más graves problemas que tiene la ciudad y sus planes y compromiso formal para combatirla.
Compareció Fátima Mena, de la Alianza Si Podemos, Marlon Lara del Partido Liberal, Guillermo Milla que busca volver a ganar con un movimiento independiente. Y los menos conocidos candidatos Pablo Carbajal del PINU y Marvin Barahona, del nuevo PAC de Alvarenga. Toñito Rivera envió a Renán Altamirano a representarlo. La mayoría licenciados, aunque Lara es químico y farmacéutico y Barahona policía retirado. Como suele suceder, varios no se presentaron, Viana de la Patriótica, Calidonio del PN, y otros. No especularé sobre sus razones.
El problema claro es que aunque hay un descenso estadístico en los últimos años en la frecuencia de homicidios, en efecto se ha incrementado la de los femicidios y el 96% de los homicidios registrados quedan en total impunidad. La tasa de más de 106 muertes violentas por cien mil habitantes es veinte veces lo que debería y es el doble del equivalente en el resto de Honduras. San Pedro es la tercera ciudad más violenta del Continente y la quinta del mundo. ¡Difícil leer sus periódicos sin mancharse de sangre!
En un inicio al menos, hubo algunos desacuerdos, el primordial entre los que creen en y los que en el fondo creen que habría que edulcorar la estadística. Barahona y Milla trataron de soslayar el problema, presentándolo como uno de percepción distorsionada.
Luego cada uno de los aspirantes presentó su concepto y variaron ligeramente los análisis de la etiología del fenómeno. Marlon Lara aseguró que la violencia sampedrana derivaba de nuestra condición de eje financiero del narcotráfico, una percepción ciertamente, mientras que Renán Altamirano señalaba la desigualdad como lo fundamental. Otra. Un hecho duro que falta explicar mejor es que, en la base estructural de la delincuencia, esta la falta de ingresos, por la falta de empleos. Fátima si aludió a la violencia estructural. Elemental. Quien está en medio de la gente y no tiene con que comer sufre una violencia y la que comete para conseguir comida a como de lugar es una consecuencia.
Varias de esas causales se complementan para generar la clase de criminalidad que priva aquí. La mayoría de los candidatos y la candidata coincidieron en que la violencia tiene raíces sociales que –en prevención– habría que combatir ofreciendo servicios básicos de calidad en los barrios y colonias mas violentos (hoy desastres ambientales) así como espacios para la recreación y el deporte. Hablaron de más educación, aunque creo que nadie dijo específicamente que se construirían más colegios, que son los que se ocupan. Fátima recordó que hay modelos exitosos de prevención en la región. Y mencionó el ejemplo de Cali que alguna vez fue capital del crimen y hoy día es una ciudad modelo, ejemplar en materia de paz y convivencia. Hay que profundizar.
Agregó Fátima su proyecto de establecer centros de servicios sociales básicos, centros técnico vocacionales y centros de Paz, los llamó, estos para recogimiento de mujeres en situación de riesgo por violencia domestica. Habló asimismo de depurar la policía municipal y restaurar la confianza de la ciudadanía en la autoridad por la vía de adecentar la administración local. Pero la ciudad también puede estimular la creación de más empleos.
Todos coincidieron en que el combate a la inseguridad en San Pedro Sula pasa por una estrategia conjunta de los varios municipios de la Zona Metropolitana del Valle, porque no hay fronteras reales dijo Altamirano, no digamos protectoras entre esos municipios y San Pedro. Y a Marlon Lara se le ocurrió crear un Gabinete de Seguridad de la Zona. Mientras que Altamirano señaló a varias estructuras e instancias ya existentes que se podrían habilitar para operativizar esa estrategia (incluso financiándola dijo, con énfasis) de toda la Zona. Todo eso ayudaría. Una mejor coordinación. Inteligencia compartida.
Altamirano también reclamó la falta de eficiencia de la policía que no procede contra los blancos conocidos, sobre todo de la mara y asimismo la falta de proporcionalidad en la asignación de la Policía Nacional a la ciudad, como reclamaba Milla, quien insistió muchísimo en la planificación como panacea, e indirectamente criticó a muchos políticos de varios partidos que generan precariedad minando la seguridad jurídica y de la propiedad en la ciudad. Todos hablaron de policía comunitaria, aunque con poca claridad. Y todos parecen aceptar sumisamente que la policía municipal sirva solo para el cumplimento de ordenanzas, excepto curioso el ex Comisario de policía Barahona que no esta claro si entiende las limitaciones legales que tendría un alcalde para implementar una policía comunitaria como la que asegura haber dirigido en barrios y colonias. Como tampoco entiende que una policía comunitaria debe ponerse a las órdenes de la comunidad, y no solo acercarse a ella, y dejarse fiscalizar.
Ahí hay un difícil tema crucial que no se termina de desbrozar. En la actual constitución, la jurisdicción municipal no tiene facultad sobre la materia y la ciudad esta limitada a medidas preventivas. Pero estas tienen que ser complementadas, la ciudadanía reclama más. San Pedro y quizás otras ciudades como La Ceiba necesitan mas policías de lo que les puede asignar la Policía Nacional ¿Cómo expander el papel de la policía municipal? ¿Acaso en las ciudades al menos, no seria ese un mejor camino, en vez de formar una policía militar para reemplazar a la nacional en depuración? ¿Por qué va a ser imposible fortalecer la función de la policía de la ciudad para combatir el crimen, infraganti? Para eso también podría servir el conocimiento que tienen del legislativo los futuros munícipes de San Pedro y ojala alcalde o abogada alcaldesa. La ley hay que acatarla y a veces, cambiarla.
Hay que meterle cabeza al asunto y pensar fuera del guacal del barbero. Así como no funcionó el Sanaa, aquí no funcionará una policía centralizada. Si no puede actuar, la ciudad, luce maniatada y será responsable en una materia en que no tiene facultades para incidir. San Pedro Sula necesita disponer de y empoderarse de la atribución precisas para vigilar y proteger a los suyos. Incorporar esas facultades en ley precisa alguna clase de cedula, charter de buen gobierno autónomo. El centralismo se opondrá porque tiene esa vocación nuestra razón práctica debe prevalecer sobre él.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas