El abogado Gautama Fonseca escribió este artìculo en marzo de 1990, hoy gracias a su hijo Emilio, recordamos este escrito que tiene enorme vigencia
Por: Gautama Fonseca
Se han quedado ahí, escondidos detrás del silencio; agazapados en las esquinas más obscuras de la indiferencia ciudadana ocultas en los repliegues de los días
¿Cómo podemos juzgar a los demás no sabemos juzgarnos a nosotros mismos?, ¿Sí Somos capaces de tolerar y con-vivir tranquilamente con nuestros propios errores? ¿Si guardamos silencio frente a nuestras debilidades? ¿Si nos acobardamos cuando tenemos que descender por-que ocupamos una altura que no nos corresponde?
Ser juez o magistrado no es sólo ostentar un título habilitante y contar con el nombramiento requerido No es sólo sentenciar, condenar o absolver. Darle a éste lo suyo y negarle a aquel lo que no le pertenece.
Ser juez o magistrado es medir con nuestros valores y con los valores que nos dan las normas jurídicas la conducta de los demás. De los que riñen: de los que disputan, de los que se confrontar. Es estar uno por encima de los otros por razones morales y técnicas.
Pero es un estar completo, entero, sin reservas, no a medias.
Porque no se puede ser juez de los demás si no podemos ser jueces de nosotros mismos. Si no podemos sancionarnos. Si miramos de soslayo y con ánimo complaciente nuestras propias debilidades.
Quienes hacen de los cargos judiciales un trampolín para darle contenido a un currículo: para ganar un salario, para satisfacer una vanidad, para tener en las manos la llave que abre las oportunidades, podrán ostentar el título de jueces o de magistrados, pero no serio en verdad.
Tampoco lo son aquellos que desempeñan una judicatura o una magistratura por efecto de los azares de nuestra política, como consecuencia de nuestro aventurerismo sectario.
Detrás de todo nombramiento, para que sea merecido y justo, debe haber un hombre: debe estar presente una conducta: debe encontrarse la línea recta de un carácter.
Todo lo demás es charlatanería; ramplonería de la peor clase: tomadura de pelo.
Quien indebidamente ocupa un cargo judicial y no renuncia no es juez ni magistrado. Es tan sólo un oportunista. Alguien que sobrevive gracias a la mentira y a la farsa.
Es una lástima que entre nosotros no se entiendan estas cosas. Que todo lo hayamos llevado a la chocarrería. Que hayamos convertido las cosas serias de la Patria, sus instituciones, en cosas manipuladas y con las que se comercia en los bazares de la ruindad.
Es una lástima.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas