Juan Diego Zelaya

Juan Diego Zelaya, la propuesta reciclada del Partido Nacional para recuperar la alcaldía capitalina

Como en el pasado, su amigo y lazo político, Ricardo Álvarez—prometió un servicio seguro de transporte a través del fallido y corrupto proyecto Trans 450—Juan Diego Zelaya, promete ahora un teleférico.

Además de regidor, durante la cuestionada gestión de Ricardo Álvarez, registra en su historial prácticas oscuras cuando dirigió el Infop y, sobre sus espaldas pesa, además, el apoyo al controversial proyecto de las ZEDE.

Tegucigalpa, Honduras. –Juan Diego Zelaya Aguilar, uno de los personajes más conocidos del conservador Partido Nacional. Ha transitado por distintos cargos como funcionario público. Ahora como aspirante a alcalde del Distrito Central, promete casi lo mismo de sus correligionarios que mantuvieron el poder político de la capital de Honduras durante 24 años consecutivos.

Nacido el 6 de septiembre de 1975, Zelaya pertenece a una generación de políticos que crecieron entre la tecnocracia y la estructura partidaria del nacionalismo. De acuerdo a su perfil en LinkedIn se graduó como licenciado en Administración de Empresas, con énfasis en Finanzas y Marketing, en la Universidad Loyola de Nueva Orleans, Estados Unidos. Además, está casado y tiene tres hijos, a los que describe como “lo más preciado”. 

Su carrera pública inició en 2002, durante la administración del expresidente Ricardo Maduro Joest (2002-2006), cuando fue designado Coordinador Nacional del Programa de Expansión y Modernización de la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones (Hondutel) en alianza con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Ese primer nombramiento lo introdujo en un círculo de decisiones donde el manejo de fondos públicos, la cooperación internacional y los procesos de modernización estatal se volvieron parte de su narrativa política.

Pero fue hasta 2010-2014 cuando obtuvo una verdadera proyección pública al convertirse en vicealcalde del Municipio del Distrito Central bajo el liderazgo de Ricardo Álvarez. Desde ese cargo, integró el equipo que impulsó la recuperación del centro histórico de Tegucigalpa, desalojando a vendedores ambulantes que llevaban más de 30 años en las calles.

Ese proyecto urbano lo impulsa más adelante como un ejemplo de “orden”, palabra que ahora utiliza como eje de su propuesta para ganar la Alcaldía del Distrito Central (AMDC), que durante 24 años consecutivos estuvo en manos de su partido, hasta enero de 2022 con el triunfo de Jorge Aldana, actual alcalde capitalino. 

Actualmente, Juan Diego Zelaya, no menciona que aquella intervención fue criticada por no ofrecer alternativas sostenibles a decenas de vendedores ambulantes que dependían de la economía informal.

El candidato a la alcaldía capitalina del Partido Nacional, Juan Diego Zelaya, promete poner en marcha un teleférico, como opción de transporte seguro y eficiente. Sin embargo, su partido, siendo el rector del gobierno municipal, heredó el Trans 450, un fallido y corrupto proyecto de transporte que hoy representa una deuda pública de 51 millones de dólares. (Video: Criterio.hn-Cristhian Valladares. Edición: Geovanny Canahuati).

EL FANTASMA DEL TRANS 450

Algo que Juan Diego Zelaya no puede soslayar es haber sido parte del gobierno municipal responsable del fallido y corrupto proyecto Trans 450, también conocido como Metrobús. Incluso, fue él quien, en octubre de 2012, siendo alcalde por ley, firmó el acta que contenía el acuerdo municipal para la ejecución de la referida obra.

Posteriormente, el 30 de octubre de 2012 se firmó el acta que contenía el acuerdo municipal para la ejecución del Trans 450, suscrita por Juan Diego Zelaya, alcalde legal en ese momento, junto a los regidores: Mario Enrique Rivera Callejas —actual candidato a la presidencia por el partido Democracia Cristiana—, Elisa María Ramírez, Lorenza Durón López, Santos Eliseo Castro, Julio Romilio Salgado, Doris Gutiérrez —actual designada presidencial—, Douglas Ortega Aguilar, Estela Hernández y Carlos Alberto Andino.

Siendo vicealcalde capitalino, Zelaya acompañó al entonces alcalde Ricardo Álvarez a poner en marcha dicho proyecto que prometía instalar un servicio de transporte rápido y moderno para los capitalinos, pero que quedó en una obra inconclusa erigida en los bulevares Suyapa y Centroamérica de Tegucigalpa, a un costo de 51 millones de lempiras, de los cuales 30 millones corresponden a un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y 10 millones a otro préstamo con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), que hoy es parte de la deuda externa de Honduras.

Desde finales de 2016, el Ministerio Público informó que había abierto una línea de investigación por presunta corrupción, relacionada al Trans, en respuesta a una serie de denuncias interpuestas ante la Fiscalìa Especial de Transparencia Combate a la Corrupción (Fetccop). Han pasado nueve años de ese hecho sin que la investigación haya trascendido más allá de su anuncio.

Frente a estos señalamientos, Zelaya reconoce que el Trans 450 es una deuda pendiente. “Yo no voy a tapar el sol con un dedo. Ese proyecto lo inició mi partido y no se puso a funcionar”, dijo al ser consultado sobre su responsabilidad en el fallido plan para un transporte público, admitiendo que la obra representa una promesa incumplida para el Distrito Central.

Zelaya también recordó que, pese a las críticas hacia el Partido Nacional, el actual alcalde Jorge Aldana—del Partido Libre— tampoco logró poner en marcha el proyecto. “Este alcalde también dijo al principio de esta gestión que lo iba a poner a funcionar y tampoco lo puso a funcionar”, reprochó, señalando que el problema ha trascendido colores políticos.

Pese a la repartición de culpas y la falta de sanciones penales contra quienes iniciaron este proyecto, las estructuras abandonadas del Trans 450 siguen en pie como un recordatorio constante de la falta de continuidad y transparencia en la gestión pública. El fantasma del Trans450 continúa acechando la política capitalina, no sólo por las responsabilidades administrativas pendientes, sino por el enorme costo social que dejó una obra que prometió modernidad y terminó convertida en uno de los monumentos a la corrupción. 

El fallido Trans 450, data de la segunda administración municipal de Ricardo Álvarez (2010-2014) y tuvo un costo de 51 millones de dólares. Este proyecto continúa en el abandono, y en el pasado reciente fue utilizado por los migrantes suramericanos como refugio. (Foto: Criterio.hn-Jorge Burgos).

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SEÑALAMIENTOS DE CORRUPCIÓN EN SU GESTIÓN EN INFOP

Después de su gestión de vicealcalde en la alcaldía capitalina se postuló como candidato a diputado por el departamento de Francisco Morazán, resultando electo, sin embargo, optó por pedir permiso para sumarse al gobierno de Juan Orlando Hernández (2014-2018) y asumir la dirección del Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop), cargo al que renunció, en noviembre de 2015, al verse envuelto en irregularidades administrativas.

Durante su gestión, el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) presentó un informe que estableció supuestas contrataciones irregulares, sobrevaloración de servicios y la compra de un software de 17 millones de lempiras que nunca se implementó. 

Zelaya sostiene que abrió las puertas del Infop al CNA y al mismo Tribunal Superior de Cuentas (TSC) para que esta última institución realizará las investigaciones del caso. Pero las denuncias del ente anticorrupción quedaron registradas, alimentando la percepción de opacidad en su paso por el instituto.

Juan Diego Zelaya
Fue reelegido diputado en 2017 y ocupó la curul hasta enero de 2022, consolidando su imagen como uno de los cuadros visibles del Partido Nacional durante la era del expresidente Juan Orlando Hernández, hoy privado de su libertad en Estados Unidos por delitos ligados al narcotráfico. (Foto: Criterio.hn-Jorge Burgos).

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INVERSIÓN Y GENERACIÓN DE EMPLEO, A CAMBIO DE LA SOBERANÍA

Al dejar la dirección del Infop, Juan Diego Zelaya, asumió la diputación en el Congreso Nacional por el departamento de Francisco Morazán, cargo para el cual fue electo para el periodo 2014-2018. Allí comenzaría una de las etapas más decisivas de su carrera política, la cual continuó al ser reelecto diputado para el periodo 2018-2022.

Durante sus dos períodos legislativos (2014–2022), su voto acompañó las principales iniciativas impulsadas por su partido, incluyendo las reformas que abrieron la puerta para las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE), un proyecto controversial que atenta contra la soberanía y el territorio hondureño, que aún se mantiene vigente, pese a que en septiembre de 2024 fue declarado inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia (CSJ).

Zelaya no solo votó a favor de las ZEDE, si no que defendió públicamente este proyecto, incluso cuando la oposición, organizaciones sociales y juristas advirtieron que implicaba ceder la soberanía a capitales extranjeros.

Su respaldo se mantuvo pese a crecientes manifestaciones ciudadanas en rechazo a la violación constitucional, pues para él, sencillamente las ZEDE eran un mecanismo “moderno” y utilizado en otros países para atraer inversión extranjera. Y aún hoy sostiene ese argumento, incluso después de que el pleno de magistrados las declarara inconstitucionales.

Juan Diego accedió a brindar una entrevista al equipo de Criterio.hn, el pasado 12 de noviembre. Nos recibió en una amplia oficina, con una privilegiada vista desde donde se pueden ver las ciudades gemelas que conforman el Municipio del Distrito Central (Tegucigalpa y Comayagüela), desde donde su equipo de campaña trabaja. Durante la conversación se le consultó si mantiene su postura sobre las ZEDE, su respuesta fue directa: “Yo estoy a favor del empleo. Siempre voy a estar a favor del empleo”. Con esa frase intenta justificar un modelo que ya no tiene sustento jurídico vigente, pero que se sostiene gracias al empecinamiento de sus inversores que guardan sus esperanzas en una demanda internacional pendiente de resolverse en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI).

Para él, el debate sobre soberanía es “relativo”, un concepto que rechaza analizar más allá de la generación de empleos. Sus palabras reflejan una visión profundamente alienada con un modelo anarcocapitalista que ha sido rechazado en varios países del mundo.

Zelaya, en cambio, minimiza, el rechazo de las comunidades adyacentes al proyecto de la ZEDE Próspera en Roatán, donde sus pobladores garífunas, de la comunidad de Crawfish Rock, denuncian la falta de consulta, daños ambientales, entre otras situaciones adversas, para que se desarrolle este ambicioso proyecto en favor del capital transnacional.

Este político del Partido Nacional reduce dicho cuestionamiento a una simple pregunta: “¿Ha existido expropiación?”, cuando el debate no es si ha existido o no expropiación de tierras, si no la forma cómo estas pasaron a manos de extranjeros o, en manos de quiénes se están quedando los dividendos que hoy se están generando en estos territorios o, más profundo aún: ¿qué prácticas se están desarrollando en esta porción del territorio hondureño? y,  ¿por qué el Estado ya no ejerce control? Zelaya insiste únicamente en que las ZEDE representan “más generación de empleo”, y no un riesgo de perder territorio o ceder la soberanía, como alertaron profesionales del derecho y organizaciones de sociedad civil. 

Su voto a favor de las ZEDE, lejos de diluirse con el tiempo, se convirtió en uno de los ejes más polémicos de su expediente político. Y hoy, cuando busca dirigir la capital, este capítulo vuelve a perseguirlo.

OTROS ROLES 

En paralelo a su vida legislativa, en octubre de 2015, fue elegido secretario ejecutivo del Partido Nacional, y reelegido dos años después. Permaneció en ese rol hasta abril de 2018, un período marcado por tensiones internas y crecientes cuestionamientos a la cúpula nacionalista por actos de corrupción y los crecientes señalamientos de vinculos con el narcotráfico. 

Zelaya también ha ocupado puestos diplomáticos. En 2018, tras lograr la reelección como diputado, se desempeñó como Cónsul General de Honduras en Nueva York (Estados Unidos), una posición que le permitió ampliar sus vínculos con sectores económicos y políticos fuera del país.

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ORDEN, INFRAESTRUCTURA Y SEGURIDAD: EJES DE SU PLAN PARA LA AMDC

Su propuesta se estructura en cinco ejes: seguridad integral, empleo y oportunidades, gestión del caos vial, agua y saneamiento, y la recuperación del río Choluteca y otros espacios públicos.

Hoy, como candidato, propone la construcción de un teleférico –como el que se construyó en Medellín, Colombia– “ponerlo a funcionar” y que renunciaría si no lo logra en 27 meses. En su relato, la prioridad es el empleo, incluso si eso implica flexibilizar principios constitucionales como la soberanía o la consulta a comunidades afectadas

Su insistencia en comparar el Distrito Central con Medellín omite que los modelos aplicados en la referida ciudad colombiana, se desarrollaron bajo contextos políticos, legales y económicos radicalmente distintos. Aún así, Zelaya no duda en usar esos ejemplos para justificar sus decisiones pasadas y las que propone para el futuro de la capital.

Reconoce que la población ha perdido la confianza en la clase política y asegura que “debe ganársela”. Pero su discurso enfrenta el terreno resbaladizo de su propio historial.

Como aspirante a alcalde, promete orden, transparencia, movilidad y seguridad. Pero como diputado, su votación favoreció un proyecto [ZEDE] que debilitaba los controles estatales y multiplicó las tensiones territoriales.

En el proyecto municipal que impulsa hoy, Zelaya se presenta como un gestor capaz de “ordenar el caos” vial y aplicar una política de prevención de desastres, que, según él, vive la capital. En entrevista brindada a este medio digital, aseguró que Tegucigalpa es “una ciudad de buen corazón al borde de un infarto”. Esta frase en contraposición al lema del actual alcalde Jorge Aldana que define a Tegucigalpa, bajo su gestión, como “la ciudad de buen corazón”.

Para él, el principal problema es la falta de prioridades en la administración actual. En ese sentido, acusa al actual gobierno municipal de haber incrementado la planilla municipal de 32 a 80 millones de lempiras entre 2021 y 2025, algo que califica como “un desorden deliberado”.

En materia vial, promete recuperar el “sentido de urgencia” que atribuye a la gestión del exalcalde Nasry Asfura. Ofrece construir pasos a desnivel, túneles y obras complementarias en el anillo periférico.

También habla de implementar un sistema integrado de transporte público inspirado en Medellín, que combine teleféricos, metrobuses y rutas alimentadoras.

Sobre seguridad, propone un modelo de intervención directa desde la municipalidad, con videovigilancia, mejor iluminación, presencia de la Policía Municipal y un “botón rosa” para alertar situaciones de riesgo para mujeres.

También contempla la prevención de desastres, ofreciendo para este propósito la  creación de un fondo “intocable” equivalente al 7% de los ingresos tributarios municipales, para financiar obras de mitigación y sistemas de alerta temprana. 

Hoy, Zelaya intenta reconstruir su imagen como un administrador moderno, un político pragmático dispuesto a asumir riesgos, aunque arrastra episodios de su pasado que siguen generando dudas en sectores ciudadanos.

Su aspiración a la alcaldía ocurre en un contexto de desconfianza generalizada hacia la clase política. Y en ese escenario, su historia —entre avances, polémicas, proyectos fallidos de administraciones de su partido y promesas audaces— se convierte en un retrato complejo de la Honduras urbana contemporánea.

  • Amante de la naturaleza, la lectura y la vida, soy una periodista que busca orientar a las personas y contarle de manera sencilla la realidad política y económica del país. El periodismo es la puerta que tiene la sociedad para conocer a los diferentes actores y tomadores de decisiones, es por ello que desde mis escritos le relato a las y los hondureños cuáles son los acontecimientos que marcan la ruta del país.

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