descontento al interior de las FF.AA

JOH y los chacales amenazan de nuevo

Presidente Hernández

Por: Oscar Miguel Marroquín

Bueno es en algunas ocasiones rememorar algunos pasajes de la historia, pasajes en los cuales las fuerzas armadas hondureñas han tenido protagonismo, huelga decir, un protagonismo vergonzoso y humillante; fue aquel 1969 cuando la fuerza aérea salvadoreña bombardeo el aeropuerto de Toncontín y además las tropas enemigas llegaron hasta Nueva Ocotepeque, la contraofensiva del ejercito catracho terminó en fracaso.

En pocas palabras, el nombre del General salvadoreño José Alberto Medrano no es nada agradable a los oídos de los “valientes” militares hondureños, y no es para menos, este los dejo ante los ojos del pueblo como una pandilla de cobardes e ineficientes, al momento de ir al combate.

Suficientes son dos párrafos para poner al desnudo al derrotado ejército hondureño.

Sin embargo, ahora esos mismos que terminaron como chacales con la cola entre las patas, amenazan al pueblo para impedir que este lleve adelante una insurrección pacifica, insurrección que tiene como propósito terminar con la narcodictadura de Juan Orlando Hernández más conocido vulgarmente como JOH, aunque a mi buen entender, los “valientes” militares no solamente quieren defender a JOH, también quieren impedir ser llevados ante la justicia norteamericana por su complicidad con el narcotráfico.

Que amargo papel el que le ha tocado jugar en la historia a los militares «catrachos», pues a la hora de enfrentar a un ejército enemigo, estos se esconden en sus barracas, pero cuando de matar, torturar o perseguir a un pueblo pacífico se trata, ahí si son muy eficaces, dejando entrever una valentía que no tienen, y lo que es peor aún, que nunca tuvieron al momento de defender el territorio nacional.

Coroneles y generales llevan sobre su pecho la medalla de la vergüenza y la cobardía, y ahora hacen ingentes esfuerzos por agregar la medalla de la impunidad, sobre sus trajes manchados de sangre.

Ya hablan de sacar a las calles a sus inmorales tropas, para disparar sobre indefensos ciudadanos cuya única arma es el grito de descontento, descontento ante una situación política por demás decirlo, insostenible desde todo punto de vista; parece que el fuerte de los militares jamás será la inteligencia, pero si la estupidez, la irracionalidad, pues no se dan cuenta que la dictadura caerá más temprano que tarde, y entonces la justicia tocara a las puertas de los cuarteles para interpelar a los que un día ayudaron a matar, torturar o perseguir.

El derecho a la vida es un derecho universal, y si los militares se empecinan en asesinar estarían cometiendo un delito contra la humanidad, esa violación a la humanidad podría colocarlos sin lugar a duda en el banquillo de los acusados, y llevarlos a vivir el resto de sus días encarcelados.

En resumen, si los militares hondureños no pudieron detener aquel 1969 el ejército salvadoreño, menos podrán detener al pueblo «catracho» que a todo pulmón grita: FUERA LA NARCODICTADURA.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas

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13 comentarios

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