Por: Leticia Salomón
El título no alude a los entrenamientos propios del mes de la patria y mucho menos a los entrenamientos de la tropa en el ámbito militar. Es una referencia a los deslizamientos o vaivenes dentro del sistema político hondureño que nos presenta los acomodos y reacomodos individuales al interior de un partido, sistema de partidos, en el Congreso Nacional o en la carrera electoral, con el surgimiento de nuevos movimientos políticos con intereses explícitos o encubiertos.
Resulta interesante, y a la vez preocupante, ver cómo se produce el desdibujamiento ideológico y ético de personas, movimientos y partidos que un día enarbolaron argumentos de centro o de izquierda y se presentaron como críticos, cuestionadores, reformistas, progresistas y hasta revolucionarios, y al otro se mimetizan adoptando discursos, actitudes y compromisos con la derecha más recalcitrante del país que se muestra conservadora, acomodada, reaccionaria, cínica y, a la vez, salpicada de corrupción y narcotráfico.
La primera pregunta que surge se refiere a los factores que provocan esos deslizamientos: ¿es ignorancia, falta de lectura o escasa experiencia? ¿es deformación de la cultura política, rencores personales, reacciones temperamentales, síndrome del excluido, traicionado o “ninguneado”? ¿es una crisis de la edad, muy corta o muy larga? ¿es una alteración del sentido del olfato (político) que les impide percibir que “algo huele a podrido en Dinamarca”? ¿es una insuficiencia del sentido de la vista que les impide ver de lejos? ¿es un problema de la memoria corta o memoria larga al olvidar de dónde vienen y con quienes han andado? ¿es un problema del oído que les impide escuchar las voces correctas? ¿es vedetismo tropical o transfuguismo tardío o es que “las ideas se les subieron a la cabeza” y creen que son los salvadores de la patria, los que tienen todas las respuestas, los que se sienten una especie de Espartaco moderno, un Moisés de siglo XXI y ¿por qué no? la reencarnación pagana del mismo redentor?
La otra pregunta es ¿con quiénes se juntan? La sabiduría popular nos da algunas respuestas con el dicho: “dime con quien andas y te diré quién eres” y es que solos van buscando sus nichos, los espacios en los que se sienten seguros y los colchones donde se acomodan mejor con sus nuevas posturas, lo que viene a complementar el otro dicho popular: Dios los crea (también los cría) y ellos terminan juntándose.
Lo expresado anteriormente es una reflexión introductoria para el planteamiento central de este artículo, referido a que el sistema político partidario hondureño presenta una profunda crisis de identidad, legitimidad e integridad expresada en los siguientes hechos:
1. El PARTIDO NACIONAL, con precandidatos de liderazgo cuestionado o minimizado, con severos rasgos de continuidad del “Juanorlandismo” cuyo líder fue condenado por un Tribunal de Nueva York; líderes sin ninguna evidencia de vergüenza o arrepentimiento; sin el manto de cómplices vergonzantes; dirigentes, funcionarios o militantes que sabían lo que pasaba y se hicieron los disimulados, todos ellos salpicados de la corrupción y el narcotráfico de su mentor; fuerza política que apoyó incondicionalmente a su maestro desde el Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia, el Ministerio Público, el Tribunal Superior de Cuentas, el Tribunal Supremo Electoral y todos los que se necesitaron y en su momento se hicieron presentes ante los requerimientos del “Jefe”.
Todos ellos aparecen ahora como los más firmes defensores de la democracia, del “mundo libre” y del sistema occidental y cristiano con el mayor cinismo y la más descarada convicción y, para cerrar con broche de oro, suena la candidatura de la esposa y cómplice del narcotraficante condenado, en una cruzada cuasi religiosa para convertir lo negro en blanco, lo malo en bueno y el pecador en santo.
2. El PARTIDO LIBERAL, en proceso acelerado de desintegración ética y carrera veloz a su conversión en mini partido con apariencia de “bonsái” arrepentido (que creció y volvió a ser pequeño); con ausencia de líderes verdaderamente liberales y otros que se autoproclaman libertarios sin saber lo que significa y menos su desprestigio; con líderes que se lucen en su degradación ideológica; con precandidatos presidenciales visibles que rayan con lo absurdo: un expresidiario que purgó condena en Estados Unidos por lavador de activos de narcotraficantes amigos; un empresario de la comunicación de cuestionado desempeño ético, incoherencia discursiva y habilidad para manejar el chantaje desde el periodismo; y el tercero “que aún no ha llegado”, es un tránsfuga ideológico, un advenedizo partidario, una vedete desangelada y un personaje de la farándula de pensamiento confuso, conducta errática, vanidad extrema y una gran predisposición a crear caos en los partidos, coaliciones o bloques en donde se cuela. Otro partido que, al igual que el Nacional, no da señales de arrepentimiento por haber propiciado un golpe de Estado a un presidente de su propio partido y por haber sido cómplice del partido Nacional en los doce años en que el país descendió a la condición de narcoestado y Estado fallido.
3. El PARTIDO SALVADOR DE HONDURAS, novato en las lides partidarias y en la mayoría de las actuaciones de sus diputados en el Congreso Nacional, que perdieron el norte, si es que alguna vez lo tuvieron; que no entendieron el juego político de fieras con colmillos afilados y que perdieron la prudencia al realizar coqueteos vergonzantes con la derecha y ultraderecha representada por el partido Nacional y un sector del partido Liberal, todos ellos resentidos, acomplejados y despojados de los beneficios de ser aliados incondicionales de un partido que hizo de la corrupción un estilo de gobierno; personas que provenían de luchas gremiales que se dejaron envolver por la locura de su máximo líder; que se mimetizaron con lo más desprestigiado de la clase política y terminaron adoptando su lenguaje y gritando a viva voz su defensa de la “democracia y el mundo libre” y su rechazo al “monstruo comunista” que les alteraba su visión correcta de la realidad.
El PSH es otro partido de dudoso futuro, con un líder que busca otros espacios para lanzar su precandidatura luego del fracaso del bloque de partidos, grupos y personas de derecha y ultraderecha que quiso presidir; con diputadas que declaran pertenecer a otro partido y que van a volver a él; con diputados que rechazan las amenazas internas y aceptan integrar la Junta Directiva del Congreso; y con otros que se declaran independientes de su partido y deciden votar con criterio individual y no partidario. Otro partido deslizándose peligrosamente a la condición de bonsái arrepentido con la diferencia que este prometía crecer y terminó desintegrándose.
4. El PARTIDO LIBERTAD Y REFUNDACIÓN, que por primera vez ganó la presidencia del poder Ejecutivo y la mayoría partidaria en el Congreso, aunque no la mayoría simple y menos la mayoría calificada, y que le tocó la ingrata tarea de recibir los escombros de país que dejó el partido Nacional luego de doce años de montaje de la estructura de corrupción, narcotráfico e impunidad que arrasó con lo que quedaba del sistema de justicia, de la integridad ética de los partidos políticos y sus representantes en instituciones clave del país.
Un partido que enfrentó desde el primer día de gobierno el ataque frontal de todos los desplazados del usufructo cínico y desvergonzado del poder político autoritario, cómplice, corrupto y sin control por parte del partido Nacional, partido Liberal, militares disfrazados de políticos, medios de comunicación corporativos, iglesias evangélicas y cúpula católica, grandes empresarios, y en los últimos tiempos algunos diputados del PSH, y los aliados internacionales de estos sectores desplazados, particularmente la derecha y ultraderecha de Estados Unidos a quienes han asustado, lo cual no ha sido difícil, con el estribillo de la amenaza de “Cuba, Venezuela y Nicaragua”.
El partido LIBRE encabezó un gobierno dentro de la necesaria transición hacia el desmontaje de la estructura institucional deformada impulsada por el gobierno anterior. Y como todo partido que llega al poder, aunque sea en las condiciones en que este llegó, desea mantenerse en él y ganar las próximas elecciones para darle continuidad a un proceso de desmontaje y recuperación que va para largo, contabilizando el tiempo político.
Pero aquí tiene que enfrentar varios desafíos y el más importante es cómo manejar las aspiraciones de un militante del partido que desde el inicio del gobierno evidenció sus ambiciones personales y no tuvo ningún escrúpulo en aliarse con los partidos Nacional y Liberal que recibieron el repudio ciudadano en las elecciones de 2021 bajo el señalamiento de ser los responsables del descalabro de país que dejaron. Un punto clave en el análisis es que este aspirante a “presidente bonsái” dejó de ser LIBRE desde el momento en que traicionó a su partido y, para colmo, no ha sacado las correspondientes lecciones de la historia, en particular de los tumbos del partido Liberal por un desempeño igual al suyo, y ha iniciado su actividad electoral presentándose como un político inmaculado a punto de declararse santo, atacando al gobierno de su supuesto partido, tratando de ganar las elecciones primarias en un partido que en buena medida ya no lo reconoce como uno de sus líderes. Y de atacar al gobierno de forma feroz, en la línea del discurso derechista y ultraderechista de todos los que están preparándose para impedir que LIBRE gane de nuevo las elecciones, pasará a atacar con la misma saña a la otra precandidata que se perfila como favorita de los movimientos más fuertes dentro de ese partido, con lo cual pretende provocar una grieta que le reste votos para que se reduzca la posibilidad de un nuevo triunfo electoral. Este aspirante no tiene posibilidades de salir victorioso en las elecciones primarias de su partido, pero puede intentar obtener una cantidad de votos que le permitan venderse como el candidato idóneo de esa ultraderecha que no atina con sus precandidatos, concretándose así lo que indicamos al inicio de este artículo:
“Resulta interesante, y a la vez preocupante, ver cómo se produce el desdibujamiento ideológico y ético de personas, movimientos y partidos que un día enarbolaron argumentos de centro o de izquierda y se presentaron como críticos, cuestionadores, reformistas, progresistas y hasta revolucionarios, y al otro se mimetizan adoptando discursos, actitudes y compromisos con la derecha más recalcitrante del país que se muestra conservadora, acomodada, reaccionaria, cínica y, a la vez, salpicada de corrupción y narcotráfico”.
Es importante colocar la mirada observadora y analítica en el surgimiento de movimientos dentro de los partidos, lo cual es normal en las elecciones primarias no tanto para ganar sino para negociar cuotas de poder con quien resulte favorecido por las preferencias partidarias. Lo importante es escudriñar el discurso, la intención, el tono y su disposición al ataque para deducir sus verdaderas intenciones (“dime con quien andas y te diré quién eres”). De igual manera, podrá verse el surgimiento de movimientos, plataformas, bloques o partidos cuyo giro prioritario será conservador (derecha, ultraderecha, centro derecha) y tratará de aglutinar a los que no se reconocen en sus líderes, buscando alternativas con posibilidades de triunfo y de obtener una importante cuota de diputados dentro del Congreso Nacional
Es indudable que la próxima contienda electoral vendrá intensa en confrontación, ataques y polarización. La ciudadanía tendrá la oportunidad de ver hasta dónde será capaz de llegar esa ultraderecha rancia, anquilosada y antidemocrática para impedir que LIBRE gane las elecciones y tendrá la oportunidad de ver abundantes deslizamientos y vaivenes dentro del sistema político partidario que cada vez se desdibuja en sus diferencias y se reconoce en sus similitudes y coincidencias.
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