El análisis “Honduras bajo asedio” sostiene que omitir la injerencia de Estados Unidos impide comprender el proceso electoral y debilita el análisis de su legitimidad democrática.

Tegucigalpa, Honduras. – Omitir la injerencia de Estados Unidos en los comicios de Honduras dentro de un informe de una misión de observación electoral (MOE) impide comprender de manera integral el proceso electoral, debilita el análisis sobre su legitimidad democrática y reduce la observación a un ejercicio meramente formal.
Esta es una de las principales conclusiones del análisis “Honduras bajo asedio: anatomía de una intervención electoral y el camino hacia la resistencia democrática”, publicado por el Centro de Estudio para la Democracia (Cespad) y Global Exchange el lunes 15 de diciembre.
El señalamiento no es antojadizo. Si bien el análisis no alude a una misión en particular, este se produce en el marco de la presentación del informe de la MOE ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), el cual se caracterizó por omitir la intervención de Estados Unidos, en un proceso electoral, que además estuvo marcado por múltiples irregularidades.
Durante su exposición ante el Consejo Permanente, Eladio Loizaga, jefe de la MOE en Honduras, sostuvo que “no han observado dolo ni manipulación evidente del material electoral ni en los sistemas informáticos”.
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EL PESO DE LA INJERENCIA EN EL VOTO
Criterio.hn consultó a Lucía Vijil, analista del Cespad, y a Pedro Mejía, abogado de la Plataforma Agraria, si es posible evaluar la legitimidad de una elección sin analizar las presiones externas que moldearon el clima político en las que estas se desarrollaron.
Vijil sostuvo que no es posible y advirtió que “quienes sacan el factor de la injerencia de Estados Unidos del análisis están cometiendo un error histórico de interpretación”, debido a que su influencia ha sido constante en distintas etapas de la historia de Honduras, moldeando tanto el sistema económico como las políticas que hoy inciden en la configuración de la sociedad hondureña.
En el caso de Honduras, compartió la analista del Cespad, la injerencia de Estados Unidos operó como un mecanismo de coacción, especialmente por el peso de la migración hondureña y la incertidumbre sobre el impacto que un eventual cambio de gobierno podría tener en las familias que viven entre ambos países.

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El abogado Pedro Mejía coincidió con Vijil en que no es posible evaluar la legitimidad de un proceso electoral sin analizar la capacidad de tuvo la ciudadanía en emitir su voto libre y voluntariamente sin ninguna coacción externa. Agregó que es necesario también analizar si esa presión externa fue determinante en los resultados.
SILENCIO DE LA OEA ES UNA DESICIÓN GEOPOLÍTICA
Durante una entrevista exclusiva con Criterio.hn, Nelson Ávila, presidenciable por el Partido Innovación y Unidad Social (PINU-SD) afirmó que el silencio de la OEA frente a la injerencia de Estados Unidos responde a una decisión geopolítica y no a una omisión occidental.

Sostuvo que la intervención no se limitó a declaraciones externas, sino que incidió en el desarrollo del proceso electoral, incluyendo posibles manipulaciones del sistema informático y otras irregularidades no investigadas, como actas con inconsistencias, traslado de credenciales y un gasto propagandístico desproporcionado.
A juicio de Ávila, la falta de observación de estos elementos por parte de la OEA y otros organismos internacionales compromete la evaluación de la legitimidad del proceso, razón por la cual presentó recursos ante el Ministerio Público y las autoridades electorales del 8 de diciembre.
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