De este país y de estas gentes

Maria eugenia ramos

 

 

 

 

 

Por: María Eugenia Ramos

Como un norte helado y cruel,
el dolor ha caído brutal
sobre este tiempo
y estas gentes.

Las tierras ávidas
las mesas de trabajo,
las mujeres encinta
han desaparecido bajo una lluvia sucia
de hojas disecadas y animales muertos.

En todos los pasillos
cientos de espejos rotos
reproducen el polvo.
A juzgar por la imagen que devuelven,
ningún hombre está sano.

Sólo aparecen rostros incompletos,
ojos llenos de furia
de tanto repetirse,
bocas incapacitadas
para el beso,
frentes donde todos los pensamientos
mueren sin pasar de embriones.

El odio se distribuye en panes por las mesas.
No hay sitio para la sal
y el café de las mañanas
tiene un sedimento amargo.

Son los pobres de luna,
los mendigos del ojo solitario,
los impotentes,
los maniáticos,
los que hoy deciden
sobre la restauración de catedrales,
el curso de los ríos
y la conveniencia del amor.

Estar vivo
y ser de este país
y de estas gentes
no es alegre o triste,
sino necesario.

Ser fiel a las raíces,
seguir creyendo
en la posibilidad de la esperanza,
es el único modo de sobrevivir
a la miseria de este tiempo.

 

Un comentario

  1. Este para mí es un poema de muerte y desolación en una tierra donde nada es fértil, porque todo en consumido por el abandono.

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