¿Qué está pasando en Honduras?

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Por: Arturo Rendón Pineda

Dios me guió para apartarme de la política partidista en que estuve involucrado por más de 50 años habiéndome retirado hace más de dos décadas. Desde la edad de 15 años la situación imperante en la época nefasta de la dictadura caristia; los frecuentes atropellos a mi familia por pertenecer al partido liberal con la consiguiente vida de zozobra en que vivíamos me hicieron experimentar los rigores de años desventurados a causa de una dictadura implacable  que desde mi adolescencia me tocó sufrir junto a mi familia.

Los desafortunados sucesos que perturbaban la vida familiar por aquellos años, causaron que mi vida que comenzó con la década de los años 30s, justo antes de asumir la Presidencia de Honduras Tiburcio Carías Andino, fueran entre otros los motivos que me llevaron a abrazar con ardor la causa del liberalismo por la que tanto padeció no solo mi familia, sino que en su gran mayoría el pueblo todo de Honduras.

  Fueron más de 50 años en los  que me vi involucrado en la vida pública, no con el  afán mezquino de hacer carrera política— las cosas fueron ocurriendo por espontánea generación— sino con el único propósito de luchar contra  la arbitrariedad y la injusticia de que nos hacía victimas la dictadura tiburciana.  Irrumpimos en la política con la sola intención de poner un granito de arena en procura del retorno de la democracia a Honduras, que por aquellos tiempos como ahora, no pasa de ser más que un sueño irrealizable. Por aquellos años, Honduras estaba sometida a una dictadura férrea e implacable,  victima–como ahora–de  los embates de los poderes facticos y la poderosa oligarquía, que hoy por hoy son quienes imponen los gobiernos.

Durante gran parte de mi vida me ha tocado ser testigo y víctima de las dictaduras que se han sucedido en Honduras, además de nueve golpes de Estado todos ejecutados por los mismos protagonistas  que también  participaron en el último del 28 de Junio del 2009.  Ante el panorama actual, nos atrevemos afirmar que lo que se está viviendo en Honduras, supera con creces a las oprobiosas experiencias vividas en el pasado.  Con suma preocupación durante estos últimos años, me ha tocado ser testigo de la decadencia moral y la ausencia de principios “como práctica normal” de los políticos de turno, indistintamente de su color político.  Una serie de sucesos  que con alarmante frecuencia he visto desfilar por el escenario nacional. Jamás pensé que pudiesen ocurrir en nuestro país con la mayor impunidad reiteradas violaciones constitucionales, escandalosos actos de corrupción, crímenes con sello político con ánimos de provocar temor entre la ciudadanía con inconfesables propósitos que nos tienen sumamente consternados.

Los sucesos bochornosos que a diario se suscitan, nos hacen deducir que algo sumamente grave está ocurriendo en Honduras.  La presente “estrategia refinada y mortal” adoptada como política gubernamental, no  es difícil comprender que detrás de toda esa estrategia perversa hay una concepción enfermiza que con mente perversa ha venido planificando el caos que hoy agobia a los hondureños, con  malévolos propósitos por desestabilizar el país con miras a imponer un nuevo fraude durante el  próximo proceso electoral.  Es incómodo para nosotros comprender que hay una oscuridad invisible “que brilla” con mano oculta, que sin lugar a dudas, está asesorando a los enemigos de Honduras sin el menor escrúpulo en violar una vez más nuestra maltrecha Constitución, para satisfacer  sus propósitos personales de alzarse nuevamente con el poder para continuar explotando a Honduras “siquiera por 50 años más”. De por sí, todos tenemos suficiente drama en nuestras vidas particulares para mantenernos preocupados. 

 Cualquier persona razonablemente correcta y mentalmente equilibrada, jamás pensaría en propiciar conspiraciones como la que han puesto en curso, a no ser que sus ansias incontrolables de poder les  lleven a embarcarse  en esta loca carrera de aventuras criminales,  sin reparar en el enorme daño que están causando a nuestro desventurado país y a su soberanía.  A mi modo de ver, los hondureños que pretendemos ser consecuentes con  lo moral,  lo ético y lo justo,  ya estamos hartos de resistir mentira tras mentira con el mayor cinismo y prepotencia inaudita que es carta de presentación  de muchos de aquellos políticos que equivocadamente elegimos para que nos representaran.  Como ciudadanos,  nos preocupa enormemente la condición deplorable en que malos hondureños están dejando a nuestro país,  y sobre todo,  el mundo que estamos heredando a nuestros hijos y  por ende a nuestros nietos.

La misma prensa que debiera esforzarse por exigir la transparencia a los gobiernos–los medios de comunicación integrados por periodistas honestos y objetivos–ha sido infiltrada, comprometida y  sobornada,  y ahora está actuando como agente de imagen de líderes fuera de control, que pagan sus servicios  por encubrir  y alcahuetear  la inmoralidad de aquellos que ahora se empeñan en irrespetar la majestad de la ley y los derechos humanos. Nuestro pensamiento racional no puede ser superado por la indignación  que nos provocan quienes se empeñan en explotar  el dolor de un pueblo que sufre la marginalidad, la desigualdad social y la falta de una recta justicia.

El destino de nuestra nación y el mundo de nuestros hijos,  depende de que nos revistamos de valor cívico para hacer preguntas y exigir respuestas oponiéndonos férreamente a la impunidad y la corrupción galopante que cunde en nuestra nación.  Si no nos unimos y exigimos rendición de cuentas haciendo caso omiso del menosprecio deliberado con que nuestros políticos vienen tratando al pueblo.  La marginación,  las injusticias  y  la desesperanza son malas consejeras, podría ser que en un futuro próximo se puedan convertir en  la mecha  que  encienda la hoguera de una guerra que todos sabemos cómo comienza, pero nadie imagina como pueda terminar.

Santa Rosa de Copán 8 de Diciembre 2016.

  • Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas

3 respuestas

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