Exploración petrolera en La Mosquitia, ¿leyenda o realidad?
Sin que la mayoría de la población lo advierta, el destino de La Mosquitia, considerada como la «Amazonía Centroamericana» dependerá de si la actual exploración de petróleo y gas que se lleva a cabo en su costa tiene éxito comercial o no. En caso de que se encuentre una reserva significativa de hidrocarburos no correspondería al gobierno de Xiomara Castro recibir el beneficio fiscal, pero si negociar las condiciones finales de su explotación.
Por: Manuel Torres Calderón / Ariel Torres Funes
En La Mosquitia una compañía inglesa se juega la que posiblemente sea la última carta en busca de reservas comerciales de petróleo o de gas en Honduras. El resultado puede ser un pozo seco, una acumulación de hidrocarburos sin valor comercial, o un yacimiento que justifique su exploración y que podría cambiar bruscamente el destino de esa extensa y marginada región de Honduras.
Criterio.hn sacó del armario su ropa de explorador para actualizar un tema que tiene 122 años de vagar como una leyenda en el imaginario hondureño, desde que la desaparecida Honduras Petroleum Company realizó en 1920 dos perforaciones de 381 metros de profundidad cerca de Omoa.
Lo primero que actualizó este medio es lo poco que se sabe en el país de las exploraciones realizadas años atrás y en el presente. Una cláusula de «confidencialidad» ampara el mutismo de las compañías, que llegan, hacen sus conclusiones y se marchan dejando rastros, pero no datos concretos.
La secretividad en este negocio es lógica puesto que las empresas invierten millones de dólares para obtener una información privilegiada, con alto potencial de valor comercial, y no están dispuestas a exponerla en manos de autoridades locales poco confiables.
Lo segundo que también se confirmó es que en el subsuelo misquito existen formaciones geológicas que contienen hidrocarburos; la duda, más bien, es de qué calidad y en qué cantidad.
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Entre el desconocimiento y el escepticismo
Si se acude a la web y se pregunta ¿hay petróleo en Honduras?, la respuesta inmediata que se obtiene es la siguiente: «Geólogos del Instituto Ruso para la Exploración e Investigación del Petróleo han determinado que Honduras tiene depósitos comerciales de petróleo de alrededor de 30 mil millones de barriles frente a la Costa de los Mosquitos del Caribe, una afirmación que los lugareños están tratando con cauteloso escepticismo».
Los cálculos rusos, que datan de 1999, no han sido avalados por ninguna de la larga lista de compañías occidentales que han explorado tanto la plataforma continental como la terrestre, pero, precisos o no, la búsqueda persiste, sobre todo desde que en 1973 la Union Oil Company (luego UNOCAL, ahora Chevron) perforó un pozo que arrojó resultados positivos, 30 kilómetros al noreste de la costa de La Mosquitia hondureña.
El pozo bautizado «Main Cape» («Capa principal»), del que se dice produjo entre 300 y 500 barriles de crudo al día, fue posteriormente considerado «no rentable» y sellado, pero dejó abierta la ambición para nuevas indagaciones, producto de lo cual se encontraron otros dos pozos, Coco Marina I y Turqueza I, con materiales sólidos como para producir petróleo a través de destilación, pero sin el resultado esperado.
Casi 50 años después, la compañía inglesa CaribX retomó en 2017 la pista del «Main Cape» y luego de arrancar sus investigaciones con un presupuesto de 20 millones de dólares pidió a sus accionistas inversiones adicionales para acelerar el proceso.
La exploración petrolera es una operación compleja, muy costosa, que se lleva a cabo en medio de grandes dificultades y sin mayores garantías de que resulte productiva, por lo que en círculos técnicos hondureños se considera que si la CaribX redobló su apuesta es porque sus prospecciones justifican el intento.
Se estima que la compañía británica, mediante investigaciones y evaluaciones basadas en estudios geológicos, geofísicos, geoquímicos, sismográficos y de perforación, ha reducido considerablemente el área de posibles yacimientos comerciales, lo que le permitirá concentrar recursos para determinar con certeza si sus previsiones son acertadas o no.
Mientras esas acciones tienen lugar en el subsuelo de La Mosquitia, en Tegucigalpa las nuevas autoridades de las Secretarías de Energía y de Recursos Naturales y Ambiente (MiAmbiente) apenas conocen detalles al respecto, algo comprensible si se toma en cuenta que recién tomaron posesión, sin embargo, el tiempo apremia porque si las reservas comerciales se encuentran el país no estará preparado para afrontar sus consecuencias.
«Si bien es cierto la explotación comercial de hidrocarburos puede representar un beneficio económico considerable, su desarrollo plantea inevitablemente el riesgo de un deterioro gradual del ambiente de la zona pues afecta en forma directa al suelo, agua, aire, a la fauna y la flora», comentó a Criterio.hn el académico e investigador Helmis Cárdenas, presidente del Colegio de Economistas de Honduras.
¿Leyenda o realidad?
Antes de entrar en detalles actuales, conviene repasar el largo rastro de las exploraciones infructuosas de petróleo y gas en La Mosquitia hondureña. De acuerdo con nuestras indagaciones periodísticas, el inventario geológico de la búsqueda acumula más de 120 reportes técnicos y legales, algunos con más de 500 páginas; hay más de un centenar de artículos científicos publicados en revistas anexadas y casi 500 monografías, informes, anuarios, etc.
El primer registro de perforación se remite a 1920 con la ya citada Honduras Petroleum Company. Un año después la empresa Anglo Persian Oil Company abrió un pozo de 152 metros de profundidad al sur de la cuenca de Olancho. Ambos con resultados negativos.
El siguiente intento se registra en 1956, cuando la Compañía Petrolera S.A. perforó unos 194 metros. El pozo, bautizado como Lempira 1, terminó cerrado, pero eso no desalentó a otros buscadores.
El estudio «Territorios en Riesgo II: Minería, tierra y agua en Honduras» (2017), bajo la responsabilidad de la UNAH, FOSDEH y la agencia de cooperación Oxfam, apunta que en 1960 se inició una intensa campaña de investigación que identificó cinco zonas con potencial petrolífero: Amatique (Desde Ocotepeque hasta la Bahía de Honduras, compartida con Belice y Guatemala), Agua Fría (El Paraíso y Olancho, fronterizos con Nicaragua), Ulúa y Olancho (Norte de Comayagua y Francisco Morazán, sur de Yoro y Olancho), la cuenca atlántica de Tela y La Mosquitia, la más extensa y prometedora de todas.
En 1982, ejecutivos de la ARACCA Petroleum Corporation de Nueva York se entrevistaron con el presidente Roberto Suazo Córdova para ver la posibilidad de explorar las costas hondureñas en busca de petróleo. Robert Stephen Haft, vicepresidente de la transnacional, dijo que andaba buscando trabajo en Honduras y esperaba obtener una concesión para iniciar en breve investigaciones, a fin de establecer la existencia de petróleo en este país. «Queremos ver si hay petróleo en Honduras y por eso estamos aquí, para explicarle al presidente hondureño nuestros planes de trabajo y conocer las posibilidades de que nos quedemos explorando».
Así como ARACCA, entre 1960 y 1993, unas 17 empresas petroleras exploraron las costas hondureñas, perforando 24 pozos, sin relevancia comercial. En total, hasta 1993 se habían perforado 31 pozos, incluyendo el «Main Cape» de 1973.
Entre 1996 y 1999 el Japex Geoscience Institute (JGI), subsidiario de la Japan Petroleum Exploration Company, se sumó a la búsqueda y rastreó siete cuencas, perforando 13 pozos y analizando más de 100 muestras. Los japoneses subrayaron que las dos áreas con mayor potencial se ubican en la plataforma profunda de La Mosquitia y en la extensión norte de la Cuenca de Tela.
Coincidiendo con los japoneses, en 1999 geólogos rusos observaron la existencia de una «inmensa cantidad» de petróleo en la zona que va desde Tela hasta La Mosquitia, pero, como se anotó en párrafos anteriores, no trascendió el sustento científico de tal aseveración.
Cuando se pensaba que el interés se había enfriado por los tropiezos acumulados en 80 años de exploraciones, el Siglo XXI dio paso a una competencia internacional por contratos de exploración en el caribe de Honduras y Nicaragua.
Preparándose para los nuevos tiempos, la Secretaría de Recursos Naturales realizó en 2006 una «limpieza» de expedientes de los contratos petroleros, lo que arrojó más de 200 documentos caducados.
En ese mismo año, simultánea con la depuración, se firmó un Contrato de Exploración Sísmica Multicliente en la Costa Afuera (offshore) de Honduras con la empresa Petroleum Geo Services (PGS) que realizó proyectos de digitalización de datos sísmicos históricos de 5,000 km lineales y producción y análisis de nuevos datos sísmicos de 7,000 km lineales.
En 2007, bajo el gobierno presidido por Manuel Zelaya Rosales, no se anotan nuevos intentos y más bien se abrió un debate doméstico orientado a sustituir el esquema de importación y manejo de hidrocarburos en manos de empresas privadas por un mayor control estatal. En ese mismo año, el gobierno tomó el control de las terminales de Exxon Mobil y Chevron, aduciendo que no cumplían con la ley.
El escenario actual
Después del golpe de Estado del 28 de junio de 2009 se descartó el proyecto bolivariano de Zelaya Rosales y en mayo de 2011 el gobierno de Porfirio Lobo oficializó la política de «Honduras is open for bussines», ofreciendo al mejor postor los recursos naturales de su zona marítima exclusiva, calculada en 218,057 kilómetros cuadrados del Mar Caribe.
En los años de la administración de Lobo se mencionó que la transnacional Chevron se interesó en la oferta, pero a la postre el contrato que el Estado de Honduras autorizó en 2013 para explorar y explotar hidrocarburos en un área de 35,246 kilómetros cuadrados fue a favor de la multinacional británica BG Group.
El 8 de abril de 2015, Royal Dutch Shell anunció que había llegado a un acuerdo para adquirir BG Group por $ 70 mil millones. La venta se completó el 15 de febrero de 2016. Con la adquisición cambiaron de dueño las operaciones que BG Group tenía en 25 países, entre ellos Honduras.
En una práctica comercial frecuente en el mundo petrolero, la Royal Dutch Shell transfirió en 2017 parte de sus derechos en Honduras a las empresas AziPetrol Honduras S.A. y CaribX (Uk) Limited, la primera formalmente constituida en Honduras y la segunda, en Inglaterra y Gales.
«There is no problem in this regard» («no hay problema alguno en ese sentido») fue la respuesta oficial hondureña al acuerdo entre las compañías. La transferencia fue aprobada por la Secretaría de Estado en los Despachos de Energía, Recursos Naturales, Ambiente y Minas, mediante la Certificación No. 008-R-2017, publicada en La Gaceta el 3 de junio de 2017.
AziPetrol pasaba a ser el principal operador del proyecto, con 85 % de la titularidad de los derechos del contrato, frente al 15 % operado por Caribx, posteriormente esta última amplió su participación a 55 %.
Además de la exploración y eventual producción dentro del área otorgada para explotación, la Ley de Hidrocarburos vigente y el contrato de AziPetrol/ Caribx puntualiza que ambas tendrán el derecho de transformar o refinar; transportar por oleoductos, poliductos y gasoductos; almacenar y comercializar los hidrocarburos que le correspondan.
CaribX, un peso pesado de la exploración+
Un reportaje publicado en la revista Offshore, considerada una de las principales fuentes de noticias y contenido técnico para las industrias de energía renovable, gas y petróleo en alta mar, destacó en mayo de 2021 que luego de una pausa exploratoria de 48 años, CaribX reinició ese trabajo en las costas de Honduras y Nicaragua.
El área seleccionada se ubica en la placa tectónica denominada «Chortis», un gran segmento de corteza continental en forma de flecha que se proyecta hacia el Caribe occidental desde la costa de Honduras rumbo al este, hacia Jamaica.
En esa zona, tres cuartas partes de los pozos perforados en el pasado registraron rocas generadoras o muestras de hidrocarburos, y cuatro pozos mostraron columnas de hidrocarburos, incluido el ya mencionado Main Cape de Union Oil.
La placa Chortis llamó la atención de Chris Matchette-Downes, geoquímico petrolero y empresario con un extenso historial de búsqueda de oportunidades de exploración comercial en Europa, África Oriental y, más recientemente, el Caribe.
Después de crear y luego vender una empresa enfocada en África Oriental, Matchette-Downes fundó CaribX en 2009 con la misión de «seguir las filtraciones de petróleo y las rocas generadoras» del Caribe. Con esa perspectiva trabajó en Jamaica, Haití y República Dominicana antes de dar seguimiento a las oportunidades disponibles en Honduras y Nicaragua.
«Un amigo geoquímico me dio una tarjeta de presentación de una conferencia y simplemente me dijo: ‘Necesitarás esto’. Llamé al número y me comuniqué con la agencia del gobierno de Honduras encargada de administrar los minerales, minas e hidrocarburos», cita la revista Offshore. Lo ocurrido a partir de esa llamada es historia viva.
En 2017, CaribX adquirió una participación no operada del 15 % en el área de licencia de Main Cape costa afuera de Honduras y en 2020 aumentó esa participación al 55 %. El área de investigación concesionada a su cargo es de 17 500 kilómetros cuadrados, que abarca la cuenca de aguas poco profundas de La Mosquitia y las cuencas de aguas profundas de Patuca y Niobe.
La tecnología que emplea es de las más modernas en el mundo y luego del paréntesis obligado por la pandemia del coronavirus retomó con intensidad sus investigaciones científicas. Para ello en el 2021 fortaleció su cartera con un consorcio de inversores e integró un equipo técnico de alta calificación internacional, entre ellos el que descubrió el campo petrolero Zama en el Golfo de México, considerado uno de los 10 más grandes en la historia de ese país.
CaribX no duda que hay filtraciones naturales en la zona de La Mosquitia, pero su reto es descubrir qué tan extensas y ricas son. En ese sentido el trabajo de exploración primero intenta descubrir los yacimientos y luego comprender el funcionamiento del sistema de petróleo para determinar su rentabilidad.
Por los antecedentes de su trabajo, CaribX no es de las que pierde mucho tiempo y recursos en el intento. Tiene un enfoque que le permite un abandono temprano de áreas que a raíz de las investigaciones pierden interés.
En este caso la compañía considera que la superficie prioritaria a su cargo es «altamente prospectiva» para la exploración de petróleo, en otras palabras, que vale la pena intentarlo.
Preliminarmente la posibilidad de encontrar yacimientos importantes de hidrocarburos es alta dadas las condiciones geomorfológicas del área, pero, además, en caso de lograrlo hay un incentivo adicional y es su ubicación geográfica en relación a los flujos de comercio globales.
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La geopolítica del petróleo
Si CaribX y sus posibles socios encuentran los ansiados yacimientos y se iniciara hoy la construcción de las plataformas de extracción, el producto tardaría unos ocho años en poder ser comercializado si es que así lo decidieran las transnacionales porque con este tipo de recursos estratégicos la soberanía de los países productores se reduce.
Son las compañías, no los gobiernos, las que controlan tanto las fuentes de extracción como los sistemas de distribución y comercio. Ellas abren o cierran el grifo del petróleo a su conveniencia.
En el caso de Honduras hay una consideración adicional y es que sus eventuales yacimientos se encuentran en una zona estratégica del Mar Caribe sobre la cual recaen intereses crecientes por parte de empresas petroleras y países compradores.
De hecho, el principal interesado en mantener el control geopolítico del Caribe y sus recursos son los Estados Unidos. En caso de que sea productiva la búsqueda actual, la importancia geoestratégica de Honduras para Washington aumentaría notablemente.
El panorama, en una perspectiva política y diplomática, se perfila complicado. El Caribe es un tablero complejo en donde convergen varios territorios insulares y continentales de América (y algunos territorios de ultramar europeos). La tensión por litigios en el trazado de sus fronteras marítimas es permanente.
Helmis Cárdenas apuntó en su conversación con Criterio.hn que dada las características geológicas de la exploración/explotación en las aguas de La Mosquitia, podría anticiparse un foco de tensión con Nicaragua. «Recuérdese que los yacimientos se encuentran en el subsuelo y es difícil precisar hasta dónde se extienden», subrayó Cárdenas.
De hecho, la presunción de que existen reservas comerciales en la zona explica la atracción reciente y un tanto apresurada del gobierno de Daniel Ortega por autorizar el trabajo exploratorio en sus territorios.
Dentro de esa lógica geopolítica, los territorios nacionales son absorbidos por lo que suele llamarse un «capitalismo sin fronteras», para lo cual las transnacionales requieren para su negocio el control no solo de los yacimientos, sino de las comunidades y ecosistemas en los cuales se insertan.
Dada la experiencia de otras comunidades, como la lenca, la expansión de las industrias extractivas suele ir de la mano con una creciente militarización en los territorios y con un inevitable riesgo en materia de derechos humanos. Con ello, volverse un país petrolero «podría ser un confite endemoniado», remarcó Cárdenas.
La Mosquitia, un pulmón verde en riesgo
«De ocurrir hallazgos comerciales de petróleo o gas toda la vida en La Mosquitia se vería afectada», advirtió Roberto Bussi, director de país de la agencia de cooperación española Ayuda en Acción, que desde hace varios años impulsa proyectos de desarrollo sustentable en esa región.
Bussi es testigo de las huellas que deja la exploración, «Yo conocí tres pozos sellados en tierra y se habla de la existencia de unos 17», dijo a Criterio.hn.
El principal temor de Bussi es el previsible impacto ambiental de la industria petrolera; una amenaza siempre latente pese a que la CaribX tiene el compromiso de emplear todo su esfuerzo por evitarlo.
La Mosquitia, enfatizó Bussi, ya es una zona en peligro por el avance de la frontera agrícola ganadera y el narcotráfico. En ese sentido recordó que hay dos carreteras en construcción, lo que podría generar un fuerte impacto ambiental, sin que haya previsto ningún plan de mitigación al respecto.
No es poco lo que se pondría en riesgo. La Mosquitia representa 15 % del territorio hondureño, posee un tercio de los recursos naturales del país y es una región de gran diversidad cultural, con una población general estimada en 94,450 personas (Censo 2013), más de la mitad de la cual se encuentra bajo la línea de la pobreza, es decir, que vive con menos de un dólar al día.
En La Mosquitia se encuentra la Biosfera del Río Plátano que, por su riqueza natural e importancia, fue declarada Patrimonio de La Humanidad por la UNESCO en 1996, y en general todo el departamento constituye un pulmón natural de Centroamérica.
¿Será posible detener la expansión de las industrias extractivas en la zona? Bussi reconoce que el nivel comunitario es «muy frágil» y que se debe fortalecer más la organización social e institucional.
Pese a ello, los pueblos que habitan La Mosquitia posen sus propios mecanismos de defensa ante las adversidades. El aprendizaje deviene de que siempre han resistido desde las inclemencias desmesuradas de la naturaleza, como los huracanes, hasta los intentos de «nacionalizarlo», «aculturarlo», «someterlo», «castellanizarlo», «evangelizarlo», «colonizarlo» o «reprimirlo».
¿Cuál será su actitud si el petróleo fluye de las entrañas de su tierra y de su mar? Eso no se anticipa con exactitud. Una de sus organizaciones étnicas ya ha aceptado algunos proyectos sociales financiados por CaribX, pero en la idiosincrasia misquita eso no significa que haya acuerdo.
Lo más probable es que haya división de opiniones entre los pobladores, a favor o en contra, aunque, según la ley vigente de hidrocarburos, las transnacionales no están obligadas a realizar consultas comunitarias, como sí ocurre en otras industrias extractivas.
Un gran desafío para el nuevo gobierno
El contexto jurídico e institucional de Honduras respecto al tema de la explotación de hidrocarburos se encuentra muy atrasado y su fortalecimiento es el primer reto que enfrenta el nuevo gobierno encabezado por la presidenta Xiomara Castro.
El contrato con que operan AziPetrol y CaribX, por ejemplo, se basa en la Ley de Hidrocarburos de 1984, ya obsoleta pese a que fue reformada en 1985, en 1990 («Ley para la Regulación de las Operaciones de Explotación Petrolera y Minera») y en 1991.
De hecho, la última reforma, aprobada en 1991, únicamente tiene seis artículos en los cuales se amplían los beneficios fiscales para «las inversiones que se efectúen en las actividades de exploración petrolera y de gas natural por personas naturales o jurídicas».
Comentando al respecto, la licenciada Sarahí Silva, directora de la Asociación Hondureña de Distribuidores de Productos del Petróleo (Ahdippe), mencionó a Criterio.hn que en el país existen varios anteproyectos de ley en materia de hidrocarburos, sin que ninguno haya sido aprobado por el Congreso Nacional.
¿Qué los frena?, se le preguntó: «hay muchos intereses de por medio y cuando no hay el debido ordenamiento las reglas de explotación no son claras», respondió Silva.
Sin duda, la vigencia de la Ley de Hidrocarburos de 1984 (que sustituyó a la de 1962) conviene a las compañías que andan en busca de yacimientos petroleros. Esa normativa es tan desactualizada que no incluye consultas comunitarias, zonas exentas, compensación por tierras y pagos de mitigación ambiental.
Por si fuera poco, es sumamente amplia en la asignación de áreas en concesión, con cánones mínimos para los beneficiarios.
Esa «apertura», que otros sectores prefieren denominar «entreguismo», se consolidó con la Ley para la regulación de las operaciones de exploración y explotación petrolera y minera de 1991 que declaró «de necesidad y utilidad pública, la explotación técnica y racional de los recursos naturales de la nación».
Aquellos eran los tiempos del expresidente Rafael Leonardo Callejas, cuando la política gubernamental priorizó el neoliberalismo como «instrumento de desarrollo». De acuerdo con ese enfoque, la llegada de la inversión extranjera permitiría multiplicar las exportaciones, generar un flujo creciente y positivo de divisas, generar empleo, producción, desarrollo de las regiones productoras y un crecimiento de la producción nacional de bienes, servicios y tecnología.
En 2013 y 2016 se retomó el tema de aprobar una nueva Ley de Hidrocarburos, pero a las empresas petroleras y el oficialismo les pareció de riesgo abrir un debate nacional al respecto y hacer concesiones a la demanda social opuesta al modelo extractivista, así que las iniciativas fueron congeladas.
¿Se interesará el Congreso encabezado por Luis Redondo en corregir el vacío histórico de la Ley de Hidrocarburos? Para las fuentes consultadas, eso es impredecible y mucho dependerá del resultado de las prospecciones que realiza CaribX.
Sarahí Silva añadió otro punto y es la necesidad que la institucionalidad pública, en especial las Secretarías de Energía y Ambiente, cuenten con técnicos especializados en la materia. Su contratación, búsqueda o formación debe ser prioritaria. Sin ellos el país está en desventaja ante cualquier negociación con las transnacionales.
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La última gran reserva
No se hace mucho tiempo, la Comisión Europea anunciaba que el fin de la era de los combustibles fósiles ya tiene fecha: año 2050, sin embargo, las reservas probadas de consumo acumulan para 52 años más de consumo, sin contar los avances tecnológicos que permiten fracturar la profundidad de la tierra para «liberar» combustibles y la búsqueda renovada de nuevos yacimientos.
En otras palabras, pese a la contaminación y el calentamiento global, la competencia y las guerras por el control de los hidrocarburos, especialmente petróleo y gas, sigue abierta. Y en ese contexto resulta que el Caribe, que incluye la costa atlántica de Centroamérica, es, probablemente, la última región por explorar y explotar, al margen de Venezuela y México que son productores gigantes.
Durante su reciente visita a Tegucigalpa, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, se comprometió ante su homóloga Xiomara Castro, en apoyar a Honduras en la exploración y explotación petrolera en la Mosquitia y Mar Caribe.
Centroamérica, que con frecuencia olvida ser parte del Caribe, ha sido una «india dormida» en materia de combustibles fósiles. Salvo una pequeña producción que se explota y exporta en Guatemala y Belice, todo el istmo es básicamente un consumidor neto.
Dependientes casi al cien por ciento de sus importaciones de hidrocarburos, las economías de estos países sufren el impacto cíclico del mercado petrolero, como ocurre en la actualidad a raíz de la guerra que libran Rusia y Ucrania.
La actual alza desmesurada, sin precedentes en el mercado nacional, en los precios de los hidrocarburos impacta directamente en los costos del sector transporte y este incremento se transmite, en primer lugar, a todas las actividades productivas como la agricultura, la industria, servicios, y comercio, lo que afecta los ingresos, y en consecuencia el consumo, de la mayor parte de la población.
¿Alentará, el gobierno de la presidenta Castro, las licencias y concesiones para detectar zonas potencialmente activas o se limitará a cumplir los compromisos suscritos por los anteriores gobiernos? ¿Priorizará la preservación de los ecosistemas en La Mosquitia o el fortalecimiento de los ingresos fiscales?… son preguntas que por ahora no tienen respuesta, pero que urge tenerlas.