Por: Redacción CRITERIO
Entre las ansias por un cambio y el miedo a la incertidumbre, los españoles debatían este sábado su voto en las elecciones legislativas del domingo 26 de junio que se plantean como un pulso entre los conservadores de Mariano Rajoy y la izquierda radical.
Los comicios llegan tras varios meses de parálisis política y duras peleas entre los diferentes partidos que, tras las igualadas elecciones de diciembre, fueron incapaces de pactar un gobierno y arrastraron a los ciudadanos de nuevo a las urnas, menos de 200 días más tarde.
Celebrados a comienzos del verano, con algunos españoles y sus hijos ya de vacaciones, algunos sondeos apuntan a una notable abstención de los electores, cansados de las luchas partidistas de sus representantes.
“Esta vez no votaré. Lo hice en diciembre y ellos [los políticos] no hicieron sus deberes”, dice Mónica Aranda, una economista de 27 años de Bilbao (norte) que disfruta de una semana de reposo en la costa mediterránea de Alicante (sureste).
En la orilla, aparece otro abstencionista de vacaciones, Fernando Calero. “Todos piensan únicamente en tener poder, poder… Y en nosotros nadie”, se justifica este administrativo de 53 años, residente en Madrid.
Históricamente, la abstención benefició al Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy, con un electorado muy fiel que ve amenazada su permanencia por el ascenso de la coalición Unidos Podemos. El PP lideraba los últimos sondeos, pero sin llegar a la mayoría absoluta.
Por otra parte, las encuestas vaticinan que Unidos Podemos, encabezada por el partido antiausteridad Podemos, podría también desbancar a los socialistas del PSOE como líderes de la izquierda.
En ellos confiará Antonio Pérez, que regenta un quiosco justo al lado de la playa de Alicante. Sentado junto a su negocio, observa los ríos de bañistas que se dirigen hacia la arena.
“Necesitamos una nueva forma de hacer política, con más sentido común y atención a los ciudadanos, no sólo a los peces gordos”, explica.
EVITAR VELEIDADES
Entre los bañistas, hay numerosos de otras partes de España, que ya votaron por correo. Es el caso de Pilar Román, funcionaria de 47 años de Zaragoza (centro), que toma el sol en una tumbona mientras sus dos hijos juegan con la arena.
Apostó por el Partido Popular aunque “quería cambio”. “Siempre los he votado y aunque no me gusta Rajoy, no me fío de los partidos nuevos, no tienen experiencia para gobernar”.
En esa misma playa abarrotada de bañistas se levantaba hace dos días una enorme hoguera. Alicante celebraba las fiestas de San Juan, una tradición de origen pagano de numerosas regiones españolas coincidente con el solsticio de verano para quemar el mal y conservar el bien.
En cierto modo, es la tarea que le tocará desarrollar al próximo gobierno español: mantener el ritmo actual de crecimiento económico superior al 3% al tiempo que sana las heridas dejadas por seis años de crisis, duros recortes y aumento de la desigualdad.
“A mi me va bien pero alrededor todo está fatal. La gente esta en el paro, haciendo prácticas sin cobrar o yendo al extranjero”, lamenta Juan José Beltri, un administrativo de 22 años que votará por el partido socialista.
Presumiblemente, tercera fuerza tras los comicios, el PSOE puede encontrarse en la difícil tesitura de ayudar a Podemos a llegar al gobierno mediante una alianza de sus diputados o facilitar la continuidad de Rajoy. De momento, descartan ambas opciones pero eso podría bloquear la situación como en diciembre.
En diciembre, Rajoy ganó las elecciones pero se quedó sin aliados. El líder socialista Pedro Sánchez (segundo) tampoco consiguió una mayoría suficiente para ser investido y el rey Felipe VI se vio obligado a convocar nuevas elecciones para el 26 de junio.
Durante toda la campaña, el líder conservador se erigió en garante de la estabilidad y el viernes, coincidiendo con el cierre de campaña y el maremoto generado por el Brexit, recomendó evitar experimentos votando a Podemos, aliado del partido griego Syriza.
“Es simplemente una campaña del miedo”, protesta el quiosquero Antonio. Pero surge efecto entre el votante más conservador.
“En un momento de cambios tan bruscos en el mundo, mira ahora con el Reino Unido, me decanto por la derecha que tiende menos a hacer veleidades”, afirma Vicente Serrano, un jubilado de 74 años con su esposa mientras abandonan la playa andando parsimoniosos de la mano.
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