Por: Marvin Mendoza
El alto costo del transporte público está llevando a miles de hondureños a la postración económica, lo mínimo que ocupa una persona de ciudad capital para moverse en el día son 60 lempiras para trasporte; el pasaje del taxi colectivo anda en 15 lempiras y del bus colectivo en 13; las rutas están menudiadas o sea por tramos cortos siempre hay que pagar el pasaje completo; muchas personas que ganan el salario mínimo o por debajo de esto, solo trabajan para el pago de trasporte público colectivo, a la par de esto miles de personas que sobreviven como taxistas o motorista de bus, se empobrecen también, porque el alto costo de los combustibles y el tráfico lento, hace que su margen de ganancia sea menor.
Con la precariedad de los ingresos, las personas cada vez van de mal en peor, viendo como sus salarios no ajustan ni para lo mínimo de alimentos de consumo básico, muchos optan por dejar de estudiar y buscar la subsistencia informal, a través de ventas ambulantes y todo tipo de actividad en procura de algo de dinero que les permita obtener la comida diaria.
A la par de este se presenta la proliferación de sectas evangélicas, que ofrecen un bálsamo, para que la gente se refugie en la religión y en Dios, dónde se invita a llorar, orar, cantar, reír y hacer tantas ridiculeces en medio del hambre y la desilusión que produce la escasez y disminución del nivel de vida de y pobreza extrema.
Ha este punto hemos llegado gracias a las políticas económicas implementadas por un capitalismo salvaje, rapaz y voraz, que cada día margina, excluye y mata de hambre y millones de personas de las capaz sociales despojadas de todo.
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Este capitalismo que prioriza en la máxima rentabilidad de la inversión a costa de las condiciones de vida de los asalariados; podemos catalogarlo como un capitalismo cruel y genocida, que ha tenido sus mejores aliados en los políticos corruptos, ignorantes, vulgares, chabacanos y charlatanes; que se han prestado a la aprobación de paquetes económicos, medidas impositivas, y reformas legislativas, que permiten la optimización de las ganancias para el empresariado y conglomerados económicos.
Eso lo debemos “agradecer” a personajes como Porfirio “Pepe” Lobo, que destruyó de raíz todas las conquistas laborales del Código del Trabajo a través de su régimen de empleo por hora, al cual se han acogido todas las empresas de los grupos económicos que hacen fiesta con la necesidad, precariedad y desgracia de la gente.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas