Por: Adrienne Pine
Washington, D.C.-No es que sea un desconocido, como otros, el actual embajador de Honduras ante la OEA, Roberto Quesada. Hace décadas que en su país natal se le reconoce como bolo patero y violento. Y se le ha calificado como un “patán”. Ya había sido denunciado por sus ataques sexistas y clasistas en contra de figuras destacadas de La Resistencia como la cantante y comunicadora Karla Lara, y delatado por asaltar a una escritora internacional en Honduras durante el tiempo de la lucha contra los sucesores del golpe. El colectivo de La Resistencia y de Libre, del D-19, lo acusa públicamente en manifestación pública de atacar a sus conciudadanos en situaciones de extrema vulnerabilidad, a raíz de sus situaciones migratorias (entre las últimas Monserrat Murillo, hija de la mártir Margarita Murillo). Y abundan en contra suya denuncias de asalto sexual, racismo, violencia, misoginia, ataques homofóbicos, acoso contra inmigrantes, difamación, coacción y abuso del cargo oficial). Pero hasta ahora no se han terminado de examinar a fondo los logros y cualidades que ¿justificarían su nombramiento como embajador?
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“Claro, vivaz y muy talentoso escritor, completamente divertido y con ideas muy provocativas” son las palabras con las que el reconocido escritor estadounidense Kurt Vonnegut (1922-2007) habría descrito a Roberto Quesada, según Roberto Quesada. Estos elogios aparecen citados en el currículum del Embajador, y en varias otras publicaciones, así como en la contraportada de su libro autopublicado en 2018, “Un gringo y un ruso y un latino en Nueva York”.
Según narra Quesada en su libro “Vonnegut’s Heaven” —autopublicado— su amistad con el famoso escritor nace de su gusto compartido por la bebida y la misoginia. Ambos cruzaron caminos por primera vez durante un evento en Nueva York en 1989, donde Quesada ofreció a Vonnegut compartir una botella de whiskey que llevaba oculta. Entre el alcohol y las risas, Vonnegut le confesó su atracción sexual por la talentosa poeta hondureña Aida Sabonge, a la sazón casada con Quesada. De esa unión nacida de la embriaguez y el filomachismo, habría surgido la célebre cita que pidió a Vonnegut, para adornar la cubierta de uno de sus primeros libros. Una frase no muy sustancial que, a partir de ese momento, ha sido reimpresa infinidad de veces.
En la construcción publicitaria del su auto elogio, Quesada no desaprovecha ocasión para destacar su lazo con Vonnegut, de igual forma que suele mostrar en sus videos un busto dorado de Francisco Morazán, alardeando un más bien remoto y difuso parentesco con el héroe libertador centroamericano. Utiliza esas tenues conexiones como testimonio de su propio talento y validez. Alega en foros públicos que fue alumno de Vonnegut en The Learning Annex. Pero de acuerdo a la Secretaría de Educación del gobierno de EE.UU. ese era en aquel momento un centro privado neoyorkino dedicado a proporcionar talleres educativos de alrededor de tres horas de duración por una módica tarifa de entre USD30 y USD50 dólares. Si bien, es cierto, que Vonnegut impartió alguna vez una conferencia allí, nunca ocupó una posición docente y no tuvo alumnos puesto que no era un centro de docencia. No obstante el anuncio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en su página de Facebook, celebrando el nombramiento de Quesada como embajador ante la OEA, pregona que: “[l]uego de estudiar la Carrera de Letras en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), también en Nueva York, tuvo formación en The Learning Annex, con el maestro y uno de los más grandes escritores …Kurt Vonnegut”.
Para disipar cualquier impresión de que sus tres horas pagadas, escuchando al afamado novelista, pudieran constituir algún tipo de estudio de posgrado, es obligado aclarar que Quesada no ostenta un título universitario. Si acaso se matriculó en algunas clases en la UNAH, su participación fue tan tenue e insignificante ahí que ninguno de los egresados contemporáneos de la carrera de letras de la UNAH (en Tegucigalpa y Valle de Sula) entrevistados para este artículo, lo recuerda como compañero de estudios, y ninguno de los profesores lo identifica como su exalumno.
Ahora, la buena escritura no depende de una carrera ni se desprende de un título universitario, sino de la amplitud de la imaginación, de la capacidad de generar ideas valiosas y la habilidad para la escritura.
Ergo Quesada se presenta como modelo de éxito editorial, y alardea de sus numerosos libros, supuestamente publicados por grandes editoriales prestigiosas. No obstante, al examinar estas afirmaciones, se pone de manifiesto que son tan exageradas como los demás aspectos de la trayectoria imaginaria del diplomático.
Tres obras de Quesada fueron publicadas por editoriales comerciales (Seix Barral, Mondadori y Alfaguara) y fueron pronto descontinuadas, y retiradas del mercado. Es decir, fracasaron. También cuenta el autor con dos libros bajo el signo editorial de la pequeña Arte Público Press. Los demás libros de su autoría son auto publicaciones, utilizando plataformas como “CreateSpace Independent Publishing Platform” o a través de su propia editorial “Big Banana”, que no parece tener otros autores en su catálogo.
Todos sus currículos resaltan que sus libros han sido objeto de reseñas en publicaciones destacadas como The New York Times, El País, (Babelia) y Enciclopedia Británica. Si bien es cierto que un par de sus libros han recibido atención en dichas publicaciones, en particular por la sensibilidad con la migración de que se ocupan, pocas de esas menciones han tenido un tono favorable. Por ejemplo, en una reseña publicada en The New York Times, la autora no sólo critica la misoginia extrema en su prosa, sino también la falta de una trama sólida en su libro y de talento narrativo. De modo que el aclamo critico también es impostura.
Como también son imposturas sus premios. Entre otros logros que Quesada presume en sus currículos se encuentran varios premios, incluyendo “The American Institute Award of Writers in the United States”, el Premio Nacional de Periodismo “Jacobo Cárcamo” y el Premio El Quijote.
Empecemos por el “The American Institute Award of Writers in the United States.” Tal cual ese premio no existe, y si bien podría tratarse de un error de escritura y Quesada pudo haber recibido algún tipo de reconocimiento de una organización con un nombre similar, es evidente que su importancia sería mínima, en tanto que no se sabe cuál y no hay rastro digital al respecto. En otros sitios, Quesada presume este premio como otorgado por “El Instituto Latinoamericano de Escritores en Los Estados Unidos”, pero, tras búsquedas exhaustivas, de esta investigación tampoco aparece ninguna organización con dicho nombre.
Respecto al segundo premio mencionado, el Premio Nacional de Periodismo “Jacobo Cárcamo”, es importante apuntar que fue una creación del expresidente Manuel Zelaya en 2009 (previo al golpe de Estado) con el propósito de felicitar a su compadre, el Sr. Quesada. Este reconocimiento nunca se otorgó antes ni después, y no contó con ningún proceso de selección. Acá se puede leer el autoelogio de Quesada sobre el hecho.
En relación al premio Quijote, cabe destacar que en 2013, tres años antes de que el ahora embajador ante la OEA lo recibiera, la gran Mariscal del desfile de la Hispanidad, organización que otorga ese premio, fue la primera dama de Honduras, Rosa Elena de Lobo, quien actualmente se encuentra con la medida de casa por cárcel por corrupción. Anualmente, el premio se otorga a entre 15 y 20 personas de la comunidad hispana, y el año que lo recibió Quesada (2016) también fue galardonado con el mismo honor cuestionable el cónsul de Honduras Héctor Manuel Monroy Chavarría, abogado y a la sazón representante del gobierno de Juan Orlando Hernández.
Quesada nunca ha trabajado como periodista, pero presume, en todas sus autodescripciones, de haber sido analista internacional para HispanTV y RT. Eso simplemente significa que lo entrevistaron en algunas ocasiones, cosa que un profesional no presenta de ordinario como elemento destacable de su currículo. Las personas con hazañas notables no suelen presumir sus entrevistas televisivas como grandes logros, o para dar la ilusión de que sean periodistas.
Por mucho que el Sr. Quesada emule a K. Vonnegut, al exhibir su alcoholismo y misoginia, resulta difícil evitar la conclusión de que el embajador carece del tercer y más importante elemento que define a su ídolo literario: talento con oficio. Aunque Vonnegut pudo elogiarlo en algún momento como favor de amigo de juerga, en los círculos académicos y literarios hondureños Quesada es más conocido por el apodo de Triple Z (acuñado por el reconocido filósofo y novelista hondureño Roberto Castillo, 1950-2008): a saber, zafío, zamarro y zopenco.
Al final, el único logro indiscutible repetido del Sr. Quesada es haber sido diplomático en representación de Honduras durante 14 años en las Naciones Unidas. Lo cual deja sin responder la pregunta ¿Por qué—habiendo tantos hondureñas y hondureños realmente preparados, con licenciaturas, maestrías y doctorados en carreras como letras, sociología, o política internacional; con libros y artículos publicados en prestigiosas editoriales y revistas; y/o con experiencias laborales que podrían prepararles no sólo adecuadamente sino con niveles de verdadera excelencia para el servicio exterior—habrá sido seleccionado para formar parte del cuerpo diplomático que representa Honduras ante una institución tan importante a nivel mundial como la ONU? Y ¿por qué ahora, sin haber acumulado méritos más allá de los años que fue empleado injustificablemente como secretario de la misión hondureña ante la ONU, habrá sido nombrado embajador ante un organismo con tanto poder directo sobre el futuro de Honduras y de Latinoamérica como lo es la OEA?
Al analizar las numerosas falsedades y exageraciones consignadas en el currículum del Sr. Quesada, resulta claro que su permanencia al frente de la misión hondureña de la OEA perjudica la reputación del cuerpo diplomático de Honduras en su conjunto. A los escandalosos hallazgos que aparecen en el presente artículo, se suman el cúmulo de graves acusaciones en su contra sobre abusos sexuales, ataques homofóbicos y antiinmigrantes, ampliamente documentados y publicados en medios de prensa. Así, la pregunta se cae de madura, ¿Por qué el gobierno liderado por la presidenta Xiomara Castro mantiene como funcionario a un personaje con estas credenciales?
Adrienne Pine, doctora en antropología egresada de la Universidad de California en Berkeley, autora del libro Sobrevivir Honduras y co-editora del libro Asilo a la venta: Lucro y protesta en la industria de la migración. La doctora Pine ha sido profesora universitaria durante muchos años, e impartió clases en la carrera de antropología de la UNAH como becaria Fulbright durante el año escolar 2013-2014.
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