Los Reyes Desnudos

El oscuro encanto de la inacción

Entre líneas

Por: Roger Marín Neda

Sentencia la Real Academia Española de la Lengua que la palabra acción es “ejercicio de la posibilidad de hacer”. La inacción imposibilita el progreso, con actitud conservadora que mantiene la ignorancia, los prejuicios, las inseguridades, las costumbres de la tradición. Deng Xiaoping escogió el gato blanco -cazador activo- para reformar la economía china, abriendo las puertas a la acción y a la creatividad, cerrándolas a la visión conservadora de la cultura rural.

Un repaso de algunas oportunidades perdidas por nuestra inacción -las hay muchas más-, pondrá en mejor perspectiva estas apreciaciones. No es que nos haya faltado oportunidades; es que nos han sobrado miedos, inseguridades, desconfianzas en nosotros mismos y en nuestros compatriotas.

Primeros años 70. Un consorcio de universidades del Estado de Florida, EUA, propuso al gobierno de Honduras una modernización de la educación pública, con enseñanza bilingüe, financiada por EUA y dirigida por las universidades. Días después liderazgos populares, encabezados por los magisteriales, desataron estruendosa campaña callejera contra esa reforma profunda de la educación pública. Preguntaban: ¿por qué en Honduras, un proyecto tan costoso? ¿qué buscaba EUA, si aquí nada se le había perdido? ¿es que el imperio pretendía colonizar las mentes de los niños? Gobierno, partidos políticos, empresarios, líderes religiosos, todos callaron. El consorcio universitario se retiró, asombrado Nada se hizo.  

Unos 20 años después, cuando crecía la tala clandestina de bosques, quedaban todavía casi intactos los pinares olanchanos. Pero abundaban árboles tan añosos que impedían el crecimiento vegetativo de los demás. Una compañía especializada de EUA, la Stone Container, recomendó ralear los bosques y organizar un programa de mantenimiento permanente.

Horas después de divulgada la idea, estalló la opinión pública. Líderes populares y medios informativos afirmaron que ese era un plan para talar los bosques, robar y exportar la madera. Vino una activista ambiental de EUA a profetizar desiertos, sequías y hambrunas si los bosques eran víctimas de la codicia de empresas aserradoras. Triunfó la inacción, y continuó sin trabas el exterminio de los bosques del país. Años después se supo que Stone Container había sido contratado por el gobierno de Costa Rica para su reforma forestal, que convirtió los bosques de pino en riqueza nacional exportable.

A principios de los 90, Honduras aportó soldados a la guerra que recuperó Kuwait, invadida por Irak. Ya liberada, Kuwait quiso agradecernos con un proyecto que financiaría una refinería de su petróleo en la bahía de Trujillo, para vender combustibles a la costa atlántica de EUA, un mercado que se abría por la determinación de ese país de importar más combustibles para ahorrar sus reservas estratégicas de petróleo. Los combustibles consumidos por Honduras le serían vendidos al costo.

La oposición pública, feroz, sin información y   sin debate, en aparente defensa de los paisajes tropicales, obligó al gobierno a abandonar la idea, que pudo reducir los costos de nuestra economía, y conectarla con el mercado energético mundial. Nada se hizo.  

El presidente Reina, preocupado porque en su tercer año de mandato no había hecho obra relevante, solicitó al empresario Miguel Facussé un plan de inversión externa que a corto plazo comenzara la transformación de Honduras. Miguel me encargó elaborar el plan, junto con el notable economista hondureño Benjamín Villanueva.

El plan, de alcance internacional con proyectos que sumaban 60 millardos de dólares, produjo un inusual entusiasmo del Banco Mundial, del BID, del gobierno español, de inversionistas de EUA, y de manera especial, del gobierno salvadoreño, por la carretera interoceánica Puerto Cortés-Cutuco, la soñada salida de El Salvador al Atlántico. Sería un paso complementario al Canal de Panamá, con Puerto Cortés convertido en puerto de competencia mundial. Como dijo un abogado que representaba intereses del país en Washington, Honduras, con estos proyectos, saldría del letargo que la hacía famosa en esa capital.

Pero el entusiasmo no fue compartido en nuestro país. Una prensa declaró iluso el proyecto; otra, más rural, desestimó el progreso e insinuó maniobras de corrupción; y la burocracia gubernamental no colaboró por temor a perder espacios y poderes. Aparte de numerosos empresarios que sí vieron oportunidades, la percepción general fue que Honduras era demasiado pequeña y pobre para aspirar a tanto.

Esa indiferencia, contraria al entusiasmo exterior, ralentizó tanto el proyecto que pasó sin avanzar al siguiente gobierno, donde, por esas y otras razones similares, tampoco fue posible siquiera comenzarlo. La inacción y la indiferencia, tan comunes en nuestra cultura rural, desinflaron el entusiasmo exterior, que había impulsado la donación por el Banco Mundial, con fideicomiso español, de 250 mil dólares para los estudios de prefactibilidad de la carretera. Los estudios finales costaban un millón 500 mil dólares, prometidos por el gobierno de España.  

En las culturas aldeanas de economía agrícola retrasada, la inacción es una traba que tranquiliza y encanta a los conservadores de todos los sectores políticos, económicos y sociales. China cambió su cultura y ese fue el primer paso de su portentoso crecimiento. No hay otro comienzo, si queremos aprender de China.

Tegucigalpa, 14 de junio, 2023.

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