Los hipopótamos del narco

El mundo se acaba….¿y qué?

 

Por Moisés de Jesús Ulloa Mejía.

 

El mundo despertó ante una hoja en blanco, recordando quizás escenas de alguna película de ciencia ficción. Ante nuestro ojos un virus comenzaba a traspasar fronteras, modificando en su paso inevitable políticas de estados, economías y hasta formas enraizadas en nuestra cultura, como es la “simple forma” en que nos saludamos.

Al comenzar a contabilizar los afectados y los muertos, en las redes hemos leído a varios pregonar “el mundo se acaba”, ecos que se repiten y chocan con las fotos de las aguas limpias de Venecia y la llegada de los cisnes, del encuentro de los delfines a lugares en que ya no se asomaban, del renacer del cielo azul en áreas en donde el smog antes cubría al sol. Así, bajo el mismo motivo que apareció de una nada, el virus que hoy mata, genera vida en otros lados.

Obligadamente y entre la murmura de muchos, las personas han tenido que distanciarse las unas de las otras y encerrarse en un círculo inmediato que desde hace mucho tiempo había dejado de ser completo y que se denomina la familia. En apenas días, hermanos, padres, hijos, esposos, han tenido que convivir sin tener la excusa que no existe tiempo, que tengo otras cosas que hacer. Igualmente está pasando con aquellos que de manera solitaria, han tenido que estar entre sus cuatro paredes, acompañados de sus pensamientos y arropados por su reflexión.

Los poderosos del universo terrestre, han visto a sus economías, que les da su fortaleza comenzar a caer, las prepotencias se abultan, pero en una burbuja frágil, su duración es corta y explotan…al final de la historia nos enteramos que el rico, el político tirano, el artista, el deportista famoso, no son más que un simple humano que en cualquier momento puede ser tumbado por una tos. También hemos sido confirmados que personas egoístas, egocentristas, existen en todos los estratos sociales y económicos; ser buena persona, no se trata de dinero o poder, se trata de valores y virtudes.

Entonces ¿qué nos queda?, pues verdaderamente nos queda todo. La posibilidad de un nuevo ordenamiento humano universal y si no llegamos el punto tan idealista que este sea el “milagro” esperado para tener una tierra más humana, les puedo asegurar que si me cambia a mi y a mi entorno. Desde ya varios meses atrás mi forma de ver la vida había tenido un cambio para mejor, esta crisis lo solidifica. Existe tanta magia en las cosas simples de la vida, en el sentido minimalista del entorno que nos demuestra que somos las personas más bendecidas cuando tenemos salud, quien nos ame, a quien amar, un plato de comida en nuestra mesa y una cama con un techo que podamos decirle hogar. Esta historia tampoco puede tener un final justo, si esta no nos convierte en personas más solidarias ante aquellos que no tienen nada.

Si salimos de esta crisis con vida y con nuestro entorno intacto, abramos ese corazón agradecido e involucrémonos en hacer de este frágil cosmos en que nacimos, un lugar digno para todos los seres que lo compartimos, siendo esa voz para aquellos más débiles y más olvidados. La corrupción  es el arma más devastadora de la humanidad, ese es el virus que realmente hoy nos asesina. No podemos pretender que los cambios que merecemos se den, sin que nosotros hagamos nada. Tenemos que ser actores de cambio positivo ante nuestras familias, nuestra comunidad, nuestro país. Si en estos momentos estamos añorando por más salud, más educación, entonces luchemos por poner a las personas correctas en los puestos que nos representan y que toman las decisiones que hoy nos afectan tanto, que son en este preciso instante, la posible diferencia entre quien vive y quien muere.

San Agustín nos dice que Dios no nos promete el día de mañana y nos recuerda que “la fragilidad de la vida, únicamente la supera la incertidumbre de la muerte”; entonces, si el mundo se acaba ¿y qué?, esa es la respuesta que en estos momentos de encierro, de limitante, de vulnerabilidad, cada uno de nosotros nos debemos de contestar y no olvidar. Quizás así entendamos que la muerte no es necesariamente lo peor, comparado con aquellos vivos que ya caminan con el alma muerta.

Hoy en que los abrazos solo se pueden dar por escrito, les mando uno bien fuerte. Seamos obedientes, solidarios y quedémonos en casa.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas

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5 comentarios

  1. Considero, que si el virus es creado por el mismo humano solo es una manipulación para que veamos como será el nuevo orden mundial.
    Pero, si el virus es nacido propiamente de la naturaleza, esta en todo su derecho de hacernos sentir débiles y vulnerables, pues nosotros los humanos hemos humillado y destrazado a la naturaleza a nuestro antojo.

  2. Muy acertadas palabras! Sólo el amor puede sacarnos de esto. Cuidándonos unos a otros. Y ciertamente los poderosos y ricos ahora están sintiendo el peso de sus errores, creyendo que procurando el bien individual basta.

  3. Excelente reflecion. Con la pandemia del Coronavirus Yo estoy apostando que la familia por fin se encontró, que lo ladrones por fin han sentido miedo junto con los millonarios que han estafado al pueblo. Han visto que el dinero y sus guardaespaldas no los protegen ante un virus y que de ser afectados les podría pasar factura. Por tanto, este virus es un mensaje de Dios para que seamos humanos y solidarios con los más débiles y necesitados, pues al final nada nos llevaremos. Reflexionemos y miremos que amar si es rentable.