Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Al Canciller, como felicitación
¿Y si nadie tiene la razón, mucho menos toda la razón? Alrededor del planeta se secan los ríos, los canales y los lagos, mientras los mares insuflados del hielo derretido por el calentamiento inundan las costas del paraíso terrenal, asolado entre aguas de muerte en Asia, África America, Europa y el Sudeste asiático y sequías que expanden desiertos y doquier arden los bosques. Sabemos qué se puede hacer. Pero ¿no creemos en la ciencia que lo explica e indica? Al menos, quien pudiera resolverlo no cree. Alrededor del mundo la democracia liberal se degrada y autodestruye, y guerras desastrosas se concatenan entre intransigencias. No es el problema, la I. A., tampoco garantiza ninguna solución. Acaso pudiera reconstituir la razón pura de un Dios muerto o resolver la paradoja de que, como dice Avi Wigderson, el problema político que quisiéramos resolver no es soluble.
Rusia todavía está ahí. Cuando pese a la retórica de varios presidentes europeos y las promesas de alguno, Ucrania pende de un hilo, sin armas, energía, soldados y municiones, que no servirán de nada sin quien las use. Los robots no están listos. En primavera, nadie está arando los campos, que, a uno y otro lado de su frontera, producían gran parte del trigo exportable del mundo y ¿Kiev ataca con drones una central nuclear? Viene Trump, quien no cree en alianzas ni en el calentamiento, ataca a los jueces y a los fiscales que esgrimen evidencia irrefutable de que calló las denuncias infamantes en su contra con dinero inmundo, y alega que no tiene con qué pagar una multa de $400 millones por evasión de impuestos, a pesar de que su fortuna aumentará en $3 mil millones por una fusión que en unos días; y JOH ¡apela su condena y exige un nuevo juicio, porque tiene otra evidencia!
En su primera plana, el New York Times de ayer titula -con la valiente pregunta de Dónde quedó el Orden Mundial basado en reglas– el artículo en que S. Ackerman [1]relata el bombardeo israelita de la embajada iraní en Siria, luego de la Resolución casi unánime la Asamblea de la ONU, ordenando inmediato cese al fuego en Gaza, de la cual, igual, otra vez EUA hizo caso omiso. En cambio, la Casa Blanca, se declara en alerta ¿ante probables ataques de Irán contra Israel? Y por un instante ¿todo quedó claro ahí, ¿verdad? para quien quiso ver, o ¿había que esperar que los drones iraníes sobrevolaran Tel Aviv? ¿Cuáles reglas, de quiénes, chers amis?
En este tiempo, tan complicado para el mundo, que las más sacrosantas convenciones diplomáticas y de convivencia mundial parecen resquebrajarse, la momia -como dice Emiliano- se pudrió en Ecuador. (Porque nadie quiere voltear a ver a Haití, siendo negra, pinches racistas). No hay realmente una disputa sobre el derecho internacional involucrado, en ninguno de los casos, y no tiene solución de continuidad la ocurrencia de revisar -como exige Ecuador-las convenciones mismas. Nadie aprueba abiertamente el ataque a la Embajada Iraní o la invasión armada de la Embajada de México en Quito. (Aun cuando menos de un puñado de vecinos inhabilitan a la asociatividad propia para sancionar, por la vía de exigir un raro ¿consenso previo a la convocatoria, de CELAC? ¿Como reflejo de una fractura sin redención de las reglas que otros quieren descartar? y ¿para dar tiempo a que la OEA, ahora sí, incluyendo a EUA y Canadá legitimados, pronuncie su condena de la infracción, y todos tengamos que votar alineados?)
Aun con todo en contra, si los políticos de todos los patios pueden distraer la atención de sus cautivos, desenfocar la crítica por la vía de las polarizaciones ideológicas, aferrarse a los viejos y alarmarnos contra los nuevos inventos, despertar a la vez nacionalismos extremistas, e invocar una reglamentación sin sustancia y opuesta a las reglas y el sentido común, ya hubo ganancia en revolver el río. Quiso hacer esto, otra vez, el presidente Noboa, y replicar el éxito mediático de otros. Pero Ecuador tampoco es El Salvador, y su situación económica aún más crítica, ya había obligado al gobierno a aumentar los impuestos regresivos al consumo, que dificultan la vida a todo el mundo, mientras que el estado de excepción repercute sobre la economía.
Y aunque aún cuenta con altos índices de popularidad, necesitaba sostenerlos frente al desgaste y con miras a unas elecciones el año entrante que solo parecen lejanas. Acaso no gana si, al marginarse, se le salen del ángulo de la cámara los motines en las cárceles, los asesinatos políticos y las acusaciones de corrupción que ha querido usar contra opositores populares, aun cuando esas mismas locuras amenazan con revertirse contra sus propias bases corporativas y círculos políticos allegados del capitalismo de clientes y amigotes. Después de todo, si no necesita acatar la constitución para resolver el tema del crimen, para nada bajo control, ¿por qué tendría que acatar los tratados internacionales para enfrentar la contradicción del derecho diplomático? ¿Entonces, pese al efecto mediático instantáneo del pulso machista con el viejo Obrador, calculado en frío para preceder al referéndum el 21 de Abril, ganó algo? ¿Cómo puede salir bien librado? ¿Quo vadis Ecuador? ¿Qué va a pasar con la gobernanza mundial cuando tantos países, a uno y otro lado de la divisoria ideológica, se ven enfrentados buscando opciones en pantomimas? ¿Cuántos ejemplos necesitamos de países que colapsan alrededor, para entender el peligro? ¿Quién está a salvo?
Si se quiebra el sistema del derecho internacional y tampoco se permite a los países actuar en su propio interés. En su dilema trágico, consciente de la estrechez de su margen de acción, que no cabe ampliar para nada, Yoon se disculpa humildemente, como cada vez que no puede alcanzar un propósito mayor, esta vez por perder las elecciones parlamentarias, que lo dejan con 187 votos en contra, que aunque no alcanzan para derrocarlo seguirán impidiéndole promulgar reformas importantes; sus ministros ofrecen sus disculpas y renuncias; y es la economía, silly, afectada por sanciones que le exigen, negándolo, que limitan su comercio, dañan sus inversiones, amagan sus líneas de abasto. Sin que lo remedie del todo, el nuevo contrato de Biden para los semiconductores de Samsung. Sanciones que han afectado a países débiles, pero para nada a economías como las de Rusia, China o Irán, que se reconvierten, u otros como Venezuela, en que solo se someten la población más vulnerable a la miseria, claramente causada por un malato externo Nada que ver realmente con las relaciones de Corea con Japón o Irán.
Corea recoge con agrado la Resolución de NNUU para el alto al fuego en Gaza, contra la cual en America Latina solo votó Paraguay, el gran aliado cada vez más aislado. Y ahí hay pequeños deslizamientos, porque se rompen las más rígidas líneas partidarias. Igual que en la abstención alemana (cuyo Canciller viaja presuroso a China) y la nueva mayoría pro-paz en UE, ¿Será que muchos no queremos ir a la guerra para salvar la democracia ucraniana (whatever it might be) y a Netanyahu? Y Corea tampoco quiere, ni Europa, ni Japón, ni siquiera Argentina. Ni Biden, que dice buscar un acuerdo diplomático para frenar la guerra. ¿Entonces quién quiere? ¿El complejo militar industrial?
Porque tampoco es hora de hacernos los babosos, de fingir demencia, de pretender que la normativa va a prevalecer. La misma regla que se aplica internamente en Haití, en donde al desaparecer el estado de derecho mínimo, prevalece el Leviatán del caos -y la guerra de todos contra todos- prevalecerá en todos los casos, en que la fuerza de unos pocos oscuros intereses prevalece contra el interés general. Cuando este prospecto amenaza incluso a muchas de las grandes naciones del mundo, en mayor o menor medida. ¿Qué pronóstico cabe con guerras, que nadie parece seriamente comprometido a detener, en varios frentes paralelos? Ahora también se prepara otra en el Mar de China Meridional en donde los EUA ha declarado que sus aliados son Japón y Filipinas. ¿Dejando por fuera a Corea? Entonces, esta Visión que nos expone el Canciller, Sr. Cho, de compromiso con un Orden Internacional basado en reglas o leyes internacionales, peligra con desvanecerse ante la inaplicabilidad de las leyes y los principios de sentido común y peligra el mismo orden mundial.
Y la guerra que se suponía que ya era imposible [Fukuyama dixit] y, que, en todo caso prevendría la misma organización de NNUU. La que demuestra ser incapaz, incluso de detener un conflicto puntual entre potencias secundarias… Entonces ¿qué paz y desarrollo pueden condicionarse mutuamente? De qué sirve el Consejo de Seguridad en que, aún sin ejercer veto, simplemente se pueden ignorar las determinaciones, o la Asamblea que se ufana en el consenso declaratorio, pero no cuenta con quien enfrentarse al Tonton Macoute universal y al estado bandido. ¿Quién puede ya disuadir, o concertar la paz? Si tampoco se permite prosperar a las asociaciones regionales, reducidas a su mínima expresión. ¿Qué estrategias le quedan a quién? En la playa del Mar Negro, como en las del Mediterráneo, el orden internacional muere como los pececitos que agonizan por los contaminantes del calentamiento y la falta de oxígeno en el agua estratificada por el hegemonismo, que inventa a su conveniencia, un monstruo patán con quien bailar cada pieza favorita de la rocola.
Urge la paz. América Latina y el Caribe (con muy pocas excepciones ya, que se alinean con Papúa, Nauru y Tuvalu) quieren ser Zona de Paz, neutral, y todas sus naciones deberían ofrecer sus armas para apoyar el cese al fuego en Gaza y Ucrania. Todos los fuegos son fatuos e inventos de delirios nacionalistas. Por supuesto que hay que defender los derechos de la libre expresión, de la libre asociatividad, comprometida con la ley alrededor del mundo, y el derecho de la ciudadanía para limitar la corrupción del poder, como y al mismo tiempo defendemos la igualdad de las razas y libertad religiosa, los derechos laborales, los básicos al agua, el techo y el plato de comida para el niño.
Como hay que defender las soberanías están amenazadas en tantos países del Tercer Mundo. Pero ¿de qué Orden Mundial Basado en cuáles Reglas nos hablan, en defensa de sanciones, si las normas más elementales no se exigen a los peores infractores, y se usan más bien presiones para implementar el proteccionismo contra los BRICS y escudar el racismo radical? No sé; sólo pregunto. ¿Quién pudiera, dada su complejidad, sin paz, resolver ese problema con cualquier clase de algoritmo? ¿Quién puede detener el Armagedón que ahora llega por drones-a-la-vista, decoys y misiles? Y aquí nosotros, fijándonos en tonterías. Peleando por niñerías, atentos al último chisme del periódico, ávidos de la palabra desorientadora de la vieja propaganda perversa. Por supuesto que así no se podrá…N=NP. Sin sembrar un árbol, sin criar a un niño, sin dibujar este jeroglífico, cantar una canción y clavar un clavel en fusil
Seúl 15 de abril del 2024
[1] El brillante autor de Reign of Terror que ilustra la terrible degradación de la Guerra contra el Terror en una nueva guerra fría de Estados Unidos contra sí mismo. No se si de noble estirpe ¿relacionada con el célebre internacionalista Peter Ackerman y con el diplomático de la era de las Dictaduras Ralph Ackerman?
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Rodolfo Pastor Fasquelle, Doctorado en Historia y analista político, escritor y exministro de Cultura y Turismo, Graduado en Tulane Estados Unidos y el Colegio de México Ver todas las entradas